miércoles, 16 de diciembre de 2020

"El rey Juan Carlos no es como usted, ni muchísimo menos" o cuando una ultraderechista nos dice la verdad

“La ley es igual para todos, pero no todos somos iguales ante la ley. El rey Juan Carlos no es como usted, ni muchísimo menos”. Isabel Díaz Ayuso.

Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, es un venero inagotable que ahoga al propio Pablo Casado. El arte de brotar simplezas y mendacidades lo maneja con absoluta maestría. No tengo duda alguna de que cuando se convoquen elecciones en su comunidad, de las que se especula con un adelanto, mejorará apreciablemente los resultados del PP en ese territorio, mayoritariamente de derechas, que es Madrid, acrisolado espejo donde confluyen, según su presidenta, lo mejor de todas las Españas. Tiene la virtud de que arrincona con su ultraderechismo, quitándole el aire, a Vox. Además, encandila a la grey reaccionaria, que suele ser amante de los pensamientos poco sutiles y del desparpajo que Ayuso maneja con gran naturalidad. Cuatro ideas claras, sin oración subordinada alguna, y patada a seguir. Y le va de maravilla. Pertenece a la estirpe de Jesús Gil, candelero y más candelero mediático, que dejó Marbella sumida en un lodazal de corrupción al que los marbellies, programas televisivos mediante, se lanzaron con ganas y jaleando las soflamas del atrabiliario personaje (no había que ser un lince para captar la esencia marrullera y gansteril del sujeto).

Entre sus simplezas y sus mentiras a veces enuncia, respuesta en sede parlamentaria al portavoz de más Madrid, una gran verdad como la que encabeza este texto. Porque lo que expresó es real, y no debemos ser tan simplones de que nos escandalice, al menos a los que estamos en el campo de la izquierda transformadora. Precisamente los popes de la derecha ultra (salió Casado a rectificarla), y los de ese centro llamado PSOE (seré generoso en los calificativos), ponen mucho énfasis en que todos somos iguales ante la ley para mantener una ficción que le interesa a la estructura de poder del estado. Como tantas otras que mantienen la paz social. Una persona consecuentemente de izquierdas sabe que eso no es así, pero dejémonos de rodeos y entremos a analizar, descomponiéndola en tres partes, la frase.

"La ley es igual para todos". Tiene razón. Ya no estamos en la Edad Media o en el Antiguo Régimen, cuando existía la sociedad estamental y la nobleza y el clero, apenas un 3% de la población, tenían todo tipo de privilegios jurídicos y políticos, aparte de los económicos que les otorgaban sus grandes posesiones de tierras y su absoluta exención fiscal. El 97% restante, el denominado Pueblo Llano o Tercer Estado, lo componía una enorme masa de campesinos, mayormente paupérrimos y dependientes de nobles y clérigos, y una pujante burguesía que, siendo en no pocas ocasiones más rica que la baja nobleza o el bajo clero, carecía de los privilegios jurídicos, políticos o fiscales de éstos.

La Revolución francesa, como elemento fundacional, y las revoluciones de la primera mitad del siglo XIX, trajeron estrictamente la sociedad de clases. En el fondo es paradójico, pues parece que contradice  uno de los tres preceptos de la Revolución francesa: igualdad. Pero no es así. Porque la igualdad que se preconiza no es un igualitarismo económico de tendencia socializante. Se defiende que a todos se les aplique la misma ley, hecho que indudablemente es un avance, aunque a quien beneficia especialmente es a la burguesía que, enclaustrada en el cajón de sastre del Tercer Estado, se sentía minusvalorada durante el Antiguo Régimen. Se derogan las leyes y fueros estamentales y se crean códigos como el napoleónico (código civil francés), que engloban a toda la población, sin distingos  económicos, en el mismo marco jurídico. Por eso digo que con el  siglo XIX llegó, estoy hablando del ámbito occidental, la sociedad estrictamente de clases, en el sentido de que el orden jerárquico se establece exclusivamente, no como sucedía en el Antiguo Régimen, con el famoso aserto popular que dice “tanto tienes, tanto vales “.

El ciudadano francés que hace unos días ganó 200 millones de euros en el Euromillón, así usara su último capital para esta empresa, ya es miembro de la oligarquía. Nadie le exige título alguno para su status, circunstancia que sí se producía en el Antiguo Régimen, donde un hidalgo, el escalafón más bajo de la nobleza, perteneciendo al primer estamento, podía ser pobre de solemnidad.

También la segunda parte de lo planteado por Díaz Ayuso es verdad: “no todos somos iguales ante la ley". El poder económico te otorga unos mecanismos de defensa (costosísimos equipos jurídicos y múltiples conexiones) que el común de los mortales no puede ni soñar, también te da esos mecanismos tu posición política. Aunque esto último, dependiendo del campo político en el que y por el que combates, puede ser un arma de doble filo. Si tu posición desagrada a los grandes poderes oligárquicos puedes ser objeto de una cacería o guerra jurídica (lawfare). 

En el artículo anterior ya establecí una comparativa entre los chicos de Altsasu y los militantes del PSOE condenados por la trama del GAL. A Vera y Barrionuevo estar implicados en el secuestro de Segundo Marey les costó menos pena (10 años) que a los jóvenes de Altsasu su pelea de bar con unos guardias civiles de paisanos (12 años). Otro ejemplo palmario fueron los enormes y cuasi vergonzosos esfuerzos del fiscal Pedro Horrach, en el caso Noos, por salvar a la infanta Cristina. Oligarquía y poder político marcan una desigualdad manifiesta. Y el más reciente ejemplo de guerra jurídica es la inédita e inaudita acción del Tribunal Supremo planteando la repetición del juicio de Otegi y sus compañeros, que, juicio injusto mediante, según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ya han cumplido, en conjunto, más de 30 años de cárcel.

Remata Ayuso, asomándole la patita del odio de clase, con un despreciativo "el rey don Juan Carlos no es como usted, ni muchísimo menos". Pero, desaire y altanería aparte, dice la verdad de nuevo. Ni como el diputado de Más Madrid, ni como yo, ni como nadie en este país. Es una evidencia que nos restriegan por la cara cada día. Ayer mismo PP, Vox y PSOE (curioso el follón que se monta cuando en una votación coinciden Podemos y Vox, en cambio ya sabemos que si la protagoniza el PSOE es por "razón de estado") en la la Mesa del Congreso denegaron, por quinta vez este año, la creación de una comisión de investigación sobre las andanzas económicas del refugiado en el desierto. Sí, en el estado español tenemos, reminiscencia medieval, un estamento privilegiado compuesto exclusivamente por dos tipos, padre e hijo, jefes del estado gracias a un sanguinario dictador fascista, que pueden delinquir impunemente pues están sujetos a inviolabilidad e irresponsabilidad (es llamativo, respecto a esta última, lo veleidoso que puede ser el significado de una palabra). Curiosamente, el gran protector, el escudo más recio, milongas de militancia y alma republicana aparte, se llama PSOE. El ministro de Justicia Juan Carlos Campo declaró, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 15, que el modelo de estado "es un arco de bóveda del que podemos quitar una pieza y que se derrumbe todo". Es una táctica habitual en este estado: apelar al miedo y a la infantilización. Cuida lo que tienes, que los cambios los carga el diablo, y sé consciente de que es otorgado, siguiendo con la religiosidad, por un ser providencial que, privilegio de dioses, no responde ante nadie. Otro elemento de esa providencialidad son los contratos que consigue (y cobra de manera suculenta), con sus amigos sátrapas, para las empresas españolas. EEUU, Rusia, China, Francia, Alemania, Italia, ¿sigo? no firman contratos con país extranjero alguno. Me pregunto en qué punto se transita del infantilismo a la imbecilidad.

Y les da resultado, y no deja en mal lugar al demérito o a la pizpireta Ayuso, sino a nosotros que lo toleramos sin mover un dedo, mostrándonos como lo contrario a lo que escribió Miguel Hernández en un poema que tal vez desecharía ahora. Dos versos de Vientos del Pueblo que dicen: 

nunca medraron los bueyes 

en los páramos de España

La excusa del COVID como elemento que ha hecho que no se salga la calle masivamente contra el evidente latrocinio borbónico, me parece, echando la vista a Francia o Chile o Perú u otros países que se han lanzado a denunciar corruptelas, un pretexto ínfimo. Miremos la realidad alrededor: los centros comerciales, COVID mediante, rebosan. Un amigo al que felicité el cumpleaños un día tarde (siendo medio siglo me causó pesar el despiste), me escribió que entendía que mis 5 sentidos estaban en bordar escarapelas republicanas. Sospecho que las bordarán otros. Quizás sea un gran miope, pero yo no avizoro, al menos traída desde las calles, y por largo tiempo, república alguna.

Los ex militares aspirantes a fusiladores de 26 millones, dignos sucesores de Mola y su directriz del 25 de mayo del 36 que establecía que el golpe debía ser, como fue,  "extremadamente violento", dudo que tuvieran algo más que una leve resistencia enfrentándolos. Tristemente, los memes que han salido en las redes agachan la testuz, muestran formularios donde se establece la vez, el orden, para ser fusilados. Casi lo llevamos como una condecoración: soy fusilable para esos milicos fascistas que ven a Franco ( y algo de razón tienen) como el precursor de nuestra democracia.

Sé que son bromas, y que no hay posibilidades, ni necesidad, hoy en día, de un golpe de estado en el sentido clásico del término; la derecha española y la clase que representa, hija del golpismo del 36, ahora, aunque esté con la matraca del gobierno socialcomunista, no lo necesita, pero esos memes o chistes filtran una idea de mansedumbre que a mí me parece tan preocupante como irritante.


1 comentario:

  1. Estimado don Pepe Juan:

    Quienes tampoco somos como el diputado de Más Madrid, somos usted y yo.

    Ni suplicatorio ni aforamiento. Si alguien pretende enjuiciarnos, no andarán con miramientos; y ya ajusticiarnos, témome que este gobierno socialcomunista aún menos los tendría conmigo.

    Ni siquiera el bello y fusilable Otegui (inciso: se ha fijado qué buen aspecto luce a sus 62 años pese, o gracias, a que algunos de estos los ha pasado a la sombra. Algo de trampa hay, intuyo que "Just for men" es cooperador necesario en su lozanía. Es uno de los incovenientes de abandonar las armas y el pasamontañas, afloran las canas sin pudor).
    Decía que peace-man Arnaldo tampoco es como usted o como yo ¿Podríamos nosotros reunir 400.000€ en dos días para pagar una fianza que nos librara de tediosos paseos por el patio de Salto del Negro? Ay, cuando era grande Grande-Marlaska.


    Debería la pétrea cara del portavoz de Más Madrid (en versión nacional, Más País en lugar de Más España, y aún les extrañará que queramos fusilarlos) asentir y sonrojarse al menos ante la perogrullesca y bella sui generis (pizpireta, bien dice usted) Ayuso.

    Hoy, con 50 años (sutil recordatorio ad hominem), bastantes más canas que el futuro lehendakari y bastantes más años (media vida) de servicio público que el niñato, 31 años, Pablo Gómez Perpinyá, mi nómina no llega a los 2.200 €; la del tierno diputado, cargo público desde los 25 años (ayto.de Alarcón y Asamblea de Madrid) es de 4.127,06 €.


    No nos quepa duda, la nueva izquierda no es como usted, ni como yo... "ni muchísimo menos"



    Reciba mi cálido abrazo, emocionado en el recuerdo del emirato emérito, y con anticipada nostalgia ya del inminente discurso, bondadoso y crepuscular, de Felipe VI.

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