domingo, 27 de diciembre de 2020

La educación o el sueño de la lucidez

"La educación en España ha desaparecido, no estamos creando ciudadanos lúcidos y críticos, estamos creando otra cosa".  Arturo Pérez Reverte en una entrevista de hace un par de meses.  

Actualmente está en primera línea de la actividad política la educación.  La derecha española, desde la fascista hasta la disimulada, ha hallado su nuevo casus belli en la LOMLOE, la ley de educación que sustituirá a la conocida como ley Wert.  Tras su aprobación en el Congreso la bancada de la derecha, puesta en pie, gritaba la palabra más manoseada, aquella que vale para un roto y para un descosido: libertad.  

Ese término mágico que muchas veces se utiliza con una tendencia absolutista. Una tendencia que sus principales valedores, esos que se dicen liberales hasta que se ven amenazados en su riqueza o estatus, y derivan al autoritarismo, aplican con una visión estricta de clase social, de dominación política.

La libertad, en su peligroso sentido absoluto, es directamente proporcional a los recursos económicos que tenga una persona. Quiero tener libertad para mandar a mi hijo a hacer una carrera a EEUU, pero, más allá de la bella palabra, es el músculo económico el que me permitirá llevar a cabo esa opción. No cabe duda de que es un banderín de enganche tan bello como, en no pocas ocasiones,  cubierto de mugre.

Aplicada a la nueva ley de educación, los derechistas "libertarios" han hecho bandera principalmente de dos elementos: la educación concertada, a la que no se le permite cobrar "voluntariamente", y la no plasmación en la letra del texto del inexistente español (que es el castellano) como lengua vehicular del Estado.

Estoy radicalmente en contra de la educación concertada.  Circunstancia en la que deberían estar de acuerdo conmigo los extremo-liberales que continuamente apelan a que el Estado adelgace. Su propia lógica debería hacerles defender una enseñanza exclusivamente privada, que no cabalgue a lomos del estado y, para quien no pueda pagársela, o la considere pertinente, una educación pública.

Pero defender la concertada… parece mentira. Los dietistas, los que quieren un estado a régimen perpetuo, defendiendo una educación privada sostenida con fondos públicos que benefician a un empresario, mientras ese, generalmente denigrado, estado, paga a unos profesores a los que, al contrario que a los de la enseñanza pública, no somete a procesos de selección alguna. Se enfadan esos empresarios porque, se supone, que la nueva ley quiere obligarlos a no cobrar esas mensualidades "voluntarias" para sufragar actividades diversas y, además, a acoger al alumnado con necesidades educativas especiales o conflictivo que, ¡oh, sorpresa! tiene como hábitat natural la enseñanza pública. En zonas con marcadores sociales muy deprimidos muy raramente encontrarás un colegio concertado. 

Seré honesto. Yo, con mis tendencias liberticidas, no permitiría otra enseñanza que la pública: una enseñanza científica y laica donde tendría cabida cualquier persona, fuera cual fuera su renta económica o su creencia religiosa.  La enseñanza normativa, no la de casa, no debería ser cuestión de la apetencia de cada ciudadano sino de ese ente colectivo que, se supone, vela por todos, llamado estado.  Ese debería ser el camino para tener lo que el polémico Pérez Reverte expresa en el entrecomillado con el que inicio este texto.

Estoy completamente de acuerdo con que ese debería ser el objetivo de cualquier ley educativa, mejor dicho imposible: ciudadanos lúcidos y críticos.

Aún compartiendo el objetivo que plantea Pérez Reverte, parte, en mi opinión, de una premisa engañosa: "la educación en España ha desaparecido". Me habría gustado que el académico planteara en qué momento hubo en España esa educación. ¿En  la dictadura de Franco? ¿En el temporalmente magro periodo republicano?

Quizás, forzando un poco, podríamos retrotraernos a la Institución Libre de Enseñanza, pero ese, no debemos olvidarlo, fue un intento que afectaba a unas élites. 

Los datos son reveladores. 

A inicios inicios del siglo XX el 45 % de la población española era analfabeta (37% hombres y 54% mujeres), sobretodo en las zonas rurales. En 1940 hay un 18,7 %. Transcurridos 30 años (1970), casi al final de la Dictadura, había un 9 % de analfabetismo. En ese enorme periodo la reducción no llegó ni al 10%. Cuba, por ejemplo, pasó, campaña de alfabetización mediante, de un 20% en 1958 a un 3,9 en 1961.

El fascismo hispano careció de voluntad política, no hizo esfuerzo alguno por sacar a grandes masas de población del analfabetismo, el primer e imprescindible paso para la formación de esa ciudadanía crítica y lúcida.  No lo olviden, es una constante del fascismo: nos quiere acríticos e ignorantes. Y matizo: con esto no estoy diciendo que todo fascista sea un ignorante o inculto, ni muchísimos menos. Pero sí afirmo que esa ideología tiene su caldo de cultivo en el análisis ramplón de amplios sectores de la población ignorantados. 

Escribiendo desde Canarias, me ha estremecido el dato de nuestra archipielágica nación.

En 1981 Las Palmas era la tercera provincia del estado español con más personas analfabetas (16,5 %). Los hombres suponían el 12,5% y las mujeres un escalofriante 20,5%.

Las provincia de Santa Cruz de Tenerife era la octava (14,5%). Los hombres representaban el 10,5% y las mujeres el 18,3%. 

O sea, en 1981 el 15,5% de la población canaria era analfabeta. El estado español tenía un 8% que se repartía en un 4,5% de hombres y un 11,3% de mujeres.

Viendo estos datos es bastante controvertible decir que "la educación en España ha desaparecido", pues esa afirmación hace suponer que hubo una educación sólida y crítica que se ha destruido. Los datos demuestran que  no.

Cuando Pérez Reverte plantea que se está creando otra cosa (debería ser más preciso), se equivoca. Se está creando si acaso, no soy optimista con que la nueva ley vaya a resolver los problemas educativos, la misma cosa existente hasta ahora.

El problema estriba en que la "creación" de ciudadanos críticos es una tarea multifactorial. No depende sólo, ni creo que en la mayor medida, de la escuela. El entorno familiar, que te catapulta o te hunde, la clase social y la conciencia que los grandes medios de comunicación intentarán que nunca adquieras, ese amigo o amiga con quién te cruzas y da un giro a tu manera de ver la vida, muchos aspectos te pueden ir conformando y transformando la mirada del entorno cercano o lejano.

Lamento mi pesimismo, pero pienso que el sistema educativo, sin pasos hacia sociedades más igualitarias, no es la panacea de los males sociales, aunque los reformistas del XVIII y el XIX creían (y es una idea que en buena medida persiste) que la educación sería una especie salvavidas social con el que rescatar vidas a la deriva.

No me olvido, aunque sea tarde, del segundo aspecto del que la derecha ha hecho bandera: la no presencia en la letra de la ley, terrible concesión a los separatistas catalanes, del castellano como lengua vehicular.

Lo dije en un texto reciente, un idioma hablado por más de 500 millones de personas en el planeta no está en peligro. En el estado español no hay persona de territorio alguno, incluidas las levantiscas Cataluña y Euskadi, que desconozca la lengua castellana. Esta bandera la tiene que agitar la derecha para mantener vivo ese granero de votos que es el de los nacionalistas españoles que, rebosantes de coherencia, critican a los llamados nacionalismos periféricos. 

Sea vehicular o no, si sigues, por ejemplo, cualquier plataforma que ofrece series o películas, todos sabemos en que idioma te sirven el producto. A mí, monolingüe que amo el castellano e intento cuidarlo expresándome lo más correctamente posible en él (nada detesto más que cuando en un texto, tras corregir con detenimiento, me falta o me sobra una tilde), me parece que, apartando las banderías de las derechas centralistas, la principal amenaza para el castellano son los barbarismos que nos inundan y a veces disfrazan barbaridades como, por ejemplo, el freeganismo (comer reciclando de la basura y hacer de la pobreza algo guay).

Llegados aquí, con todo cariño les dice goobye este borderline y hater al que le gusta hacer spoiler.


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