lunes, 30 de noviembre de 2020

Reflexiones, algo extensas, al hilo de unas declaraciones de José María Aznar y Alfonso Guerra

El día 16 de noviembre  hicieron declaraciones dos personas que han sido capitales en la política española posterior a la muerte del dictador Francisco Franco. Me refiero, por orden de importancia, a José María Aznar y Alfonso Guerra.

Establezco la relevancia usando exclusivamente el parámetro de los cargos que detentaron.

El primero fue durante ocho años (1996-2004) presidente del gobierno, y el segundo ejerció de vicepresidente, con Felipe González, entre fines del 82 y el año 91. Sé que existen otros parámetros para marcar la importancia de un líder político que van más allá de los cargos oficiales que haya ejercido. José Martí, el prócer cubano, no tuvo cargo político oficial alguno en su vida, 125 años después de su muerte, sin embargo, en Cuba es un referente político de primera magnitud. Otro ejemplo podría ser Ernesto Guevara, que probablemente poca gente sepa que detentó el cargo oficial de Ministro de Industria en Cuba, y sin embargo, es un personaje universalmente conocido, y relevante, por su acción guerrillera y su influencia en múltiples movimientos revolucionarios en el planeta.

Nunca negaría yo la enorme relevancia política de Alfonso Guerra como muñidor, entre bastidores, de los pactos de la Transición. Él no es uno de de los padres nominales de la Constitución, pero es de dominio público que los sorteadores de escollos fueron Abril Martorell, por UCD, y él, por el PSOE. Tomando en consideración este aspecto, su relevancia quizá sea superior a la de un Aznar que, por aquel entonces, a fines de los 70, escribía textos en la prensa muy críticos con la denominada Carta Magna. 

Dicho esto vamos a entresacar alguna perlita de las declaraciones de ambos. Y a partir de ellas hacer ciertas consideraciones.

Aznar, empezaremos por el ex presidente, afirma que Pedro Sánchez tiene "una cara de tonto útil que no puede con ella”.

En el anterior texto que subí al blog hablaba de las redes sociales como de la plasmación de la tradicional barra del bar de toda la vida. Llamando tonto a Sánchez, el amigo José Mari ha decidido acodarse también, desconozco si con el palillo danzante. No puedo evitar acordarme de Julio Anguita repasando el acontecer político del país con enorme contundencia, sin dirigir ningún exabrupto o insulto o menosprecio a persona  alguna. Lo más duro que le recuerdo, y lo expresó al enterarse de la muerte de su hijo en Irak, fue su famosa: "malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. 

No me parece la frase más afortunada de Julio, por una sencilla razón: las guerras son malvadas, pero a veces para un pueblo, como la guerra de resistencia contra el fascismo de 1936, son necesarias y diría que hasta un deber ético (y sé que quizás esto escandalice, pero intento ser honesto con lo que pienso y no inclinarme ante la corrección política). Quién le dice ahora al pueblo saharaui, y su infinita paciencia, que no tiene derecho a volver a combatir fusil en mano al invasor marroquí. Quién, salvo un canalla, criticaría las guerras que emprendieron, cuando no hubo otra salida, muchos pueblos colonizados, oprimidos y expoliados (lamentablemente en muchos casos el expolio se mantiene, pero eso es otro tema).

Hecho este inciso sobre Anguita y las guerras, vuelvo a la utilidad o inutilidad, es cuestión de perspectivas, de los tontos, listos, o tontilistos que desde sus atalayas pululan, pontifican y, curiosamente, sean del PP o del PSOE, en este momento político, tienden a confluir.

¿Qué papel desempeñó Aznar en 2003 apoyando la invasión de Irak y mintiendo sobre las armas de destrucción masiva? Desconozco si fue un tonto útil o un listo inútil. Carece de importancia, lo que sí fue es un miserable. La RAE en su primera acepción dice: "canalla o ruin ".

No insulto. Describo su actuación en aquellos momentos. No había que ser muy listo, daba hasta siendo un poco tonto, para saber que Sadam Hussein no tenía armas de destrucción masiva. Por una sencilla razón, si las hubiese tenido no lo atacan. A los pocos días de comenzada la invasión se confirmó que las únicas armas de destrucción masiva estaban en manos de la potencia atacante y sus monaguillos. Insisto, llega a entenderse sin necesidad de ser un lince: si a un país le ataca la mayor potencia militar del planeta, que sentido tendría no utilizar toda su capacidad defensiva cuando estás sometido a la mayor prueba de estrés militar posible. En el sendero de lo miserable, no ha tenido la mínima decencia de reconocer su equivocación, probablemente, más allá de su prepotencia, porque tal equivocación no existe desde el momento en que hay una premeditación, una acción criminal alevosa que ha costado la vida (vidas minusvaloradas y distantes en muchos aspectos, aparte del geográfico) de más de 200.000 civiles iraquíes, tan inocentes como cualquier europeo o estadounidense asesinado en un atentado terrorista.

Ahora, convertido en un oráculo de cuarta, quiere volver a engañar a la gente planteando que estamos en un proceso de demolición del estado y deslizándonos por la pendiente del autoritarismo con un “PSOE convertido en plataforma de Podemos”. O que “sin monarquía no hay constitución”, haciendo, sibilinamente, una equiparación entre constitución y democracia, que nos lleva a que sin monarquía, aunque nos robe, no hay democracia.

Por cierto, hablando de tontos, mientras le daba vueltas a este texto, por pura casualidad, accedí a una noticia de 2001, del diario El Mundo, en la que el Fiscal General del Estado “amenazaba” al entonces líder del PNV, Xabier Arzalluz, con proceder contra él porque había llamado “tonto”, en una entrevista con un medio extranjero, al rey Juan Carlos. Arzalluz lo negaba, y tirando de mala leche decía que él no llamaba tonto ni siquiera a Aznar. Sí, hace 19 años llamar tonto al rey podía ser delito, como ahora, pues aún sigue existiendo el delito de injurias a la Corona (aunque sea ladrona). Y sí, tiene delito llamar tonto a un individuo que se lo ha estado llevando crudo durante 40 años, entre un loor de multitudes (cuando el juancarlista no había mutado en felipista) que ha devenido en el pútrido olor de un cadáver que muchos, los juancarlistas en vanguardia, por supuesto, quieren enterrar aprisa y corriendo, pues el “muerto”, que está, y es, muy vivo, cada pocos días suelta una nueva fetidez.

Este texto tiene como arranque o excusa unas declaraciones de dos antiguos prebostes de la política española y ha derivado a la tontería y, por ende, la listeza. Y si alguien me ha parecido el paradigma del listo es Alfonso Guerra. Durante la Transición, una de las frases que hizo fortuna fue: "dales caña Arfonzo”. Era el encendedor que prendía a las masas en unos mítines llenos de chascarrillos, fustigando con un estilo faltón a sus adversarios políticos. Recuerdo, como ejemplo, cuando a un político de segundo nivel de UCD, he olvidado su nombre, obeso, le dijo que parecía el anunciante de piensos Biona. 

También fue el furibundo izquierdista que proclamó que a España no la reconocería ni la madre que la parió. Indudablemente han habido importantes cambios en el país, eso sí, la estructura de poder económico surgida del franquismo sigue incólume. Y la Pandemia nos está mostrando, con gran crudeza, que el estado español, en derechos sociales, sigue teniendo graves déficits y que el tejido productivo es de una endeblez estremecedora.

En sus declaraciones del día 16 dijo, entre otras muchas cosas, lo siguiente: "a mi parecer sostener una alianza con Bildu, nacionalistas y con Podemos no es una tarea digamos democrática”. También, haciendo gala de su chispa habitual, crea el concepto “democratura”. O sea, una democracia donde, aderezada con un chorrito de dictadura, se están tomando “decisiones autoritarias”.

La imprescindible memoria: formar en los años 80, desde el aparato estatal, un grupo terrorista, el GAL, cuando él era vicepresidente del gobierno, en qué escala del autoritarismo o “democratura” está. Ir en 1998 la cúpula del PSOE, a la puerta de la cárcel de Guadalajara, a despedir al ex ministro del interior José Barrionuevo y al ex secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera, condenados a 10 años de prisión por el secuestro de Segundo Marey, un señor que ni siquiera tenía relación alguna con ETA,  me pregunto en qué lado de la balanza queda, en el de la  democra o en el de la tura.

Aquí tengo que hacer otra paradita, otro inciso de esos que me salen al paso con asiduidad. 

El GAL, la cárcel y las comparaciones odiosas se titularía si tuviera vida autónoma.

Los citados Vera y Barrionuevo entraron en prisión el 10 de septiembre y salieron, indultados por el PP (los partidos del sistema se protegen), en diciembre. Poco más de tres meses encarcelados. Alrededor de 100 días.

El socialista Julen Elgorriaga, ex gobernador civil de Guipúzcoa, condenado a 75 años de cárcel por su vinculación con el secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala, cumplió 14 meses de cárcel entre el año 2000 y julio de 2001. Fue puesto en libertad por motivos de salud. Han pasado más de 19 años… y sigue vivo. A 75 años de cárcel, por el mismo asunto, también fue condenado el general de la guardia civil Enrique Rodríguez Galindo. Estuvo encarcelado entre 2000 y septiembre de 2004. Fue puesto en libertad por motivos de salud. Han pasado más de 16 años… y sigue vivo.

La comparación odiosa: tres de los jóvenes acusados en Altsasu de agredir a dos guardias civiles, que no estaban de servicio, en un local de copas una madrugada de octubre de 2016, y cuya consecuencia más grave fue una fractura de tobillo, cumplieron el 5 de junio de  este año más de 1300 días de cárcel. No hay que ser muy avispado en matemáticas para observar, cifras en mano, y teniendo en cuenta la gravedad de los delitos, la terrible injusticia comparativa. Lo dijo el que fue muchos años “pareja” de Guerra, Felipe González: “El estado de derecho también se defiende en las alcantarillas”. Le falto añadir, a esa tenebrosa afirmación, que a los que bajan a enmerdarse en las cloacas, el estado ¿de derecho? les protege con su manto, poco divino pero bastante efectivo.

Hecho el minitexto, vuelvo al Sr. Guerra.

También habla del español como "lengua extranjera” en España, refiriéndose, por supuesto, al castellano en Cataluña. Yo soy un tipo poco viajado, un covachero que se aleja escasamente de su callejón, pero en enero del 17 fui a ver el enfrentamiento de mis dos equipos, el de nacimiento, el que va en la sangre, la Unión Deportiva Las Palmas, y el de adopción, el surgido, lo reconozco, de un profundo antimadridismo, el Barça. Estuve cuatro días en Barcelona, algo me moví, solo oí hablar en catalán espontáneamente a tres jóvenes en el metro. Me comuniqué en castellano sin problema alguno y, en mi modesta opinión, un marciano caído en Barcelona habría percibido que si ese es un país bilingüe, la que está en peligro no es la lengua castellana en Cataluña, sino la lengua catalana en Cataluña.

Seamos serios, entre más de 500 millones de castellanoparlantes y 6 ó 7 millones de bilingües, existe un abismo tal, que solo se puede superar a base de la maledicencia hecha campaña constante en los medios de comunicación, con la connivencia de listos útiles como Alfonso Guerra.

Vuelvo a la tarea poco democrática que es aliarse con Bildu, nacionalistas y Podemos. El asco que le da la coalición Bildu, de la que erróneamente hace un trasunto de ETA, no se da con el PP o con los fascistas de VOX, quienes dicen que este gobierno es el peor en 80 años. Sí, VOX considera que cuando el fascismo español fusilaba a miles, y llenaba cunetas y fosas comunes por todo el estado, había un gobierno mejor que ahora. VOX sabe que esa postura fideliza a muchos votantes que han perdido la “vergüenza” de defender la dictadura fascista de Franco. Alfonso Guerra no dice eso, pero rema en la misma dirección. Transmite, con otras palabras, con mayor melifluismo, la misma esencia, ese aroma de ilegitimidad que la derecha otorga al gobierno. Alfonso Guerra es, en estos momentos, un aliado objetivo de VOX y del PP y un enemigo, como Felipe González, del gobierno de coalición que encabeza el partido al que formalmente aún pertenecen.

Antes de acabar, que me he alargado bastante, quiero decir algo sobre el PP, VOX y Bildu.

PP y VOX son, con más o menos vergüenza, herederos de la Dictadura. Siete ministros de Franco fundaron Alianza Popular, que en los 80 devino en el PP. Ninguno de los dos, PP o VOX, condena de manera explícita y firme la dictadura terrorista que gobernó casi 40 años. No se les ha exigido para estar legalizados, en sus estatutos, el rechazo explícito del régimen fascista y su enorme violencia. A Bildu, coalición de partidos donde, salvo Sortu, Alternatiba, Aralar y Euzko Alkartasuna condenaban las acciones de ETA, y cuyo rechazo a su violencia recoge la coalición en sus estatutos, se le exige cada día un golpe de pecho con respecto a esta organización que, no lo olvidemos, ha pagado y sigue pagando sus atentados con centenares de años de cárcel, llegándose al punto, miserable, de cuestionar los acercamientos de presos a cárceles del País Vasco. Recuerden, fueron condenados los presos, no sus familias.

Los asesinos y cómplices de la Dictadura de la que nacen el PP y los más desacomplejados de VOX, no pagaron ni un año por sus fechorías, les salieron absolutamente gratis. La Transición, esa donde según Nicolas Sartorius (ex dirigente del PCE y de CCOO), lanzando un dardo a los hipócritas que mesan sus cabellos por los votos de Bildu a los Presupuestos, “pactamos con quien nos fusilaba”, los convirtió ipso facto en grandes demócratas.

Y cuando pagaron algo, como el caso de Carlos García Juliá, asesino, en enero de 1977, de los cinco de Atocha, prófugo desde 1991 después de cumplir 14 de 193 años, parece que tienen recompensa. Extraditado desde Brasil a España, en febrero de 2020, para cumplir 10 años que le quedaban de condena, el sujeto obtiene de la judicatura española una especie de milagro a la inversa. En este caso, en vez de la multiplicación de los panes y los peces, se produjo la reducción de los meses: de 120 la condena quedó reducida a 9. Desde el 19 de noviembre está en la calle. Si esperan al 20,  San Francisco Franco, el milagro habría quedado perfecto.

Ni PP, ni VOX, ni Ciudadanos han puesto el grito en el cielo porque a este terrorista le hayan hecho el apañito referido. Para ellos, las tres derechas, el terrorismo se circunscribe a ETA y, en segundo término, a los yihadistas. El periodista Antonio Maestre descubrió que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), en la sección “In Memoriam” de su página web, no incluye a los abogados comunistas asesinados por este individuo de extrema derecha. Sin embargo, y esto lo he visto yo, sí tienen entre las víctimas del terrorismo al comisario de Brigada Político-Social (BPS) Melitón Manzanas, torturador ejecutado por ETA en agosto de 1968, en plena Dictadura.

Tampoco es víctima del terrorismo (el de estado) el obrero Antonio González Ramos, militante comunista asesinado a golpes, el 30 de octubre de 1975, en la comisaría de Santa Cruz de Tenerife, por el Jefe de la BPS José Matute. Este asesino y torturador se benefició (ni se le llegó a juzgar) de la Ley de Amnistía de 1977, que, al fin y a la postre, más allá de la liberación en ese momento de los antifascistas encarcelados por la Dictadura, sirvió para que los sicarios, los terroristas de ese régimen criminal se garantizaran, para siempre, su absoluta impunidad.


Posdata: este escrito lo empecé a rumiar y a bosquejar en Agaete el 17 de noviembre. Me enerva lo que siento como una enorme lentitud (y desconfianza) a la hora de enhebrar cualquier texto que abordo. Ahora, preparado para subirlo al blog, esas cuítas me trajeron a la mente, más como anhelo que como realidad, un fragmento de "Pequeña serenata diurna" de Silvio Rodríguez.


(...)

Tengo mis cantos 
Que poco a poco 
Muelo y rehago 
Habitando el tiempo
Como le cuadra 
A un hombre despierto




1 comentario:

  1. [...] Soy feliz
    Soy un hombre feliz...feliz, feliz en tu dia. Amiguito que dios te bendiga, que reine la paz en tu día y que cumplas muchos maaaaaaaaassssss!

    30/11/2020

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