Uno de los aspectos que me hace reflexionar acerca del proceso que
se está viviendo en Cataluña, es la facilidad con la que desde el unionismo se
desprecia a la gran e indeterminada cantidad (epicentro del problema y
circunstancia que el bloque PPSOECs pretende perpetuar) de gente que quiere
constituir un estado soberano. Hacia este enorme colectivo casi todo es
menoscabo y, con la ira y el respaldo de un eternamente enfadado dios bíblico
llamado Democracia, blandir amenazante las Tablas de la Ley Constitucional.
La democracia, en boca de los llamados constitucionalistas,
adquiere un carácter mayúsculo e inequívoco, casi sobrehumano, que usted y
quién esto escribe, sabemos, aunque a veces queramos engañarnos, que no tiene. Prácticamente nadie en el planeta
deja de usar tan enorme palabra para definirse y, en la misma medida, esgrimir su antítesis como
anatemización absoluta del adversario. Por lo tanto hay que ponerse el traje de
faena del pensamiento e intentar, en la medida de lo posible, analizar caso a
caso, aplicándonos, con respecto a los medios, la célebre frase de Malcom X:
“Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al
opresor y odiar al oprimido”. Y, donde impera el odio al oprimido, al débil, no
hay sustrato alguno de democracia. Palabra con múltiples apellidos, no pocos
méritos asesinos (observen la llamada mayor democracia del planeta), y que a
menudo es confundida con gozar de determinadas libertades políticas. Por lo
tanto, la utilización por uno u otro bando de un conflicto, sea el catalán o
cualquier otro, ni me impresiona, ni me posiciona.
También existen elementos que operan como reafirmantes en las
posiciones que previamente uno ha adoptado. Uno de ellos es bastante
simple: la falta de respeto. Circunstancia que se agrava cuando quién la ejerce
es la parte poderosa, el trasatlántico que maneja Rajoy, contra la parte débil,
los acosados independentistas catalanes que van en la zodiac que les concedió
Pablo Casado. Veámos esa falta de respeto.
El fiscal general Maza dijo hace unos días que una parte de la
sociedad catalana había sido abducida por el Govern. La segunda y tercera acepción que da la RAE son las
que podrían venir al caso:
“Dicho de una supuesta criatura extraterrestre: apoderarse de
alguien”.
“Dicho de una persona o creación humana: suscitar en alguien una
poderosa atracción”.
Alguien se preguntará que pintan aquí los viajantes siderales. Piensen que, en el imaginario popular, cuando un extraterrestre (sospecho que a Maza aquel que no quiere
pertenecer a su indisoluble y bienamada España debe parecerle casi
extragaláctico) se apodera temporalmente de un terrícola, lo hace no sólo de su
cuerpo, sino también de su mente. Así, cuando el pérfido marciano te devuelve a
nuestro mundo ya eres otra persona. Un esclavo manejado por un ente que no
viene de ver arder naves más allá de Orión, pero te ha convertido en un ser
dispuesto a inmolarse, preso de una poderosa atracción, en el altar de Oriol
Puigdemont, donde oficia una ángel caída llamada Gabriel. Sí, aquí entra la
segunda definición transcrita de la tricentenaria institución. Definición que
me parece incompleta, pues el abducido, en la misma dimensión que experimenta la
atracción, padece la disminución de su voluntad.
Sí. Eso es lo que está diciendo Mata y donde falta al respeto: los
independentistas catalanes son gente a la que el govern ha lavado el cerebro
con quimeras y actúan carentes de voluntad propia. Este planteamiento del
fiscal general, que habla de una parte sustancial de la sociedad catalana como
un ente ignorantado, fue afianzado ayer por una vuelta de tuerca bastante hiriente de la
vicepresidenta Sáenz de Santamaría, lamentándose de “esos padres y esos niños
que (los esbirros del govern, se supone) acarrean a las manifestaciones”. Esta
frase, más que zombificarlos, los bestializa o los cosifica. Ustedes son
acarreados por Hamelín-Puigdemont que los conduce, cual ratas, directos a un
río en el cuál perecerán, quizás traumáticamente, sus delirios secesionistas.
Y, por último, existe un
agravante imperdonable. Los adultos acarreados, en bastantes ocasiones
son acarreadores de sus crías. Y oiga, que feo está eso de adoctrinar a la
gente menuda. Por suerte, en el estado español está prohibido que los padres
lleven a sus hijos e hijas a colegios donde los pongan a rezar o donde la
religión sea una asignatura obligatoria. También está prohibido mandarlos a los
6 años a una catequesis que dura tres años y en la que te inyectarán
racionalidad en vena.
La portada del católico, monárquico y centenario ABC del 23 de
septiembre nos alerta: “El independentismo recluta a los niños”. Se refiere a
que la CUP convocó en una plaza de Barcelona a niños y niñas para que pintaran
pancartas contra la monarquía y a favor del 1-O. Malvados. Afortunadamente, nadie
de la redacción del ABC puede bautizar a sus hijos para evitar que te hagan miembro
de una asociación cuando aún no tienes uso de razón. El ABC, cada vez que se convoca
el concurso "Qué es un rey para ti", pone su laico grito en el cielo. O se envenenan
cuando se enteran de que unos padres llevan a sus pequeños vástagos a ver un desfile de la
milicia hispana o a aplaudir a la guardia civil bandera monárquica en mano.
Falta de respeto, mayormente a la inteligencia, e hipocresía. Ese es
el campo de juego en el que se deleita el régimen surgido del fascismo en el 78.
Y estos catalanes independentistas intentando joder el paraíso.
Muy interesante esta entrada
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