viernes, 27 de febrero de 2015

Desde la indignación: honor a los brigadistas de ayer y de hoy

Siempre que desde la izquierda orgullosa, la que no se avergüenza de su historia, se vuelve la vista hacia la Guerra Civil, una de las páginas que más emoción produce es la que escribió ese grupo de miles de seres humanos generosos que respondieron al nombre de Brigadas Internacionales. Su participación fue decisiva para detener en las puertas de Madrid a un ejército fascista y asesino que desde Andalucía avanzaba sembrando, inmisericorde, el terror. El fascismo tuvo que esperar dos años y medio para, felonía del golpista Casado mediante, entrar en esa capital del antifascismo mundial que fue durante casi tres años Madrid. Los brigadistas, con mayor mérito los que murieron, pero todos sin excepción, se convirtieron en verdaderos patriotas españoles sin renunciar ni un ápice a sus heterogéneos orígenes. Ninguna lucha puede ser más patriótica y honorable que la lucha internacionalista por la libertad de los pueblos y contra el fascismo. 
Menos en España, claro, territorio donde, en una equivalencia asquerosa, los medios oficiales u oficiosos, equiparan, como reverso y anverso de una misma moneda, antifascismo y fascismo. O ni siquiera eso. En este país los fascistas tienen bula. El torturador Billy el niño, entre otros siniestros personajes de la dictadura de Franco, goza de su libertad tras ser denegada por los tribunales y el gobierno su extradición a Argentina. 
La impunidad fascista del territorio español se vuelve más onerosa un día como hoy, 27 de febrero, en que ocho jóvenes antifascistas españoles han sido detenidos tras estar luchando durante meses en las milicias populares del Donbass (territorios de Donetsk y Lugansk) que se han enfrentado al gobierno ultraderechista de Ucrania apoyado por la Unión Europea. Estos jóvenes internacionalistas son acusados de asesinatos y, en una burla cruel, de violentar la neutralidad que España ha de mantener en relación con la Comunidad Internacional. En honor a que la justicia sea digna de tal nombre y a que la rabia que siento se mitigue, estoy esperando la detención de todos los responsables políticos y militares de la intervención ilegal, con el resultado de cientos de miles de muertos, del estado español en Iraq. Estoy esperando la detención de los mercenarios privados de nacionalidad española que ahora puedan ofrecer sus bien remunerados servicios en algún punto caliente del globo. Estoy esperando que alguien me explique la neutralidad española cuando se forma parte de ese entramado belicista y expansivo llamado OTAN. Estoy esperando el cese del cónsul español en San Petersburgo que este mes ha participado en un acto de homenaje a las fuerzas nazi-fascistas de la División Azul que sitiaron Leningrado. 
En realidad, en este país carente de una cultura global antifascista sólo puedes aspirar a desesperar. Ah, sí, se me olvidaba, repitan conmigo la frase del año: Venezuela es una dictadura. Ya podemos irnos, tranquilitos, a pacer. Si los viejos brigadistas levantaran la cabeza...



1 comentario:

  1. Ojala pudiesemos tener una dictadura como la de Venezuela, y seguro la quisiesemos todos si no se hubiesen dedicarlo a demigrarla mientras nos saqueaban, aunque ya nadie les cree y cada dia somos mas y tenemos mas motivos para desearla.

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