viernes, 6 de marzo de 2015

La chacra del "Pepe"

En loor de multitudes ha sido despedido de su cargo el ya expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica. El presidente que renunció a vivir en la residencia oficial. 
La chacra, el ranchito, la humilde y destartalada vivienda de campo, que comparte con su compañera y senadora por el Frente Amplio Lidia Topolansky, se ha hecho mundialmente famosa. Un lugar de peregrinaje mediático y hasta de algún indeseable (imagino que nobleza, aunque sea en exceso, obliga) como recientemente, con motivo de la toma de posesión del nuevo presidente, el Borbón viejo. El "Pepe" despreció la vida muelle, los oropeles que adornan el ejercicio del poder, o del gobierno, para ser más exactos. Esta circunstancia le ha dado un considerable grado de popularidad ejemplarizante. Diría que incluso ha relegado sus políticas a un segundo plano. Mi respeto por la trayectoria vital de lucha de Mujica es enorme. Fue guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) y pasó un total de 15 años en prisión, algunos de ellos en régimen de aislamiento y siendo rehén de la dictadura uruguaya. Sí, rehen. El estado amenazó a los tupamaros con que si realizaban alguna acción violenta una serie de compañeros presos serían ejecutados (una especie de condena "abierta").
Creo que la elección que realizó de seguir viviendo en su casa no fue una pose. Seguro que es un hombre adusto, austero en el hermoso sentido de la palabra (no el que tiene ahora, asociada al recorte de derechos sociales básicos), que no necesita grandes posesiones o riquezas para vivir con dignidad y plenitud. En estos tiempos en que se considera al político un vividor, casta (este término se ha usado más en el último año que en los cien anteriores), la figura de Pepe Mujica despierta grandes simpatías en el estado español. Un político cercano al pueblo, que vive como uno más, que con una exigua comitiva, valiente, desdeña incluso la seguridad diciendo, más o menos, que "si quieren matarte te matan". Ya habrían deseado los yanquis que otro exguerrillero, muchos años en su punto de mira, Fidel Castro, hubiere sido escasamente cuidado. La protección tiene bastante que ver con la enjundia de tus enemigos.
Mi pero, mi amado pero. Quizás este blog debería haberse llamado "el callejón adversativo". José Mujica me parece un ejemplo de vida, pero lo que a mí más me interesa de un gobernante no es si durante su mandato se muda al palacio presidencial o no. De un dirigente político lo fundamental es a que sectores sociales beneficia su acción de gobierno. Si, más allá de reconocer, Mujica lo ha hecho, que determinadas políticas que le hubiere gustado realizar no han sido posibles, ha intentado forzar, ganarle batallas a eso que a menudo, con afán conformista y resignador, negándonos toda posibilidad de vislumbrar los cielos, los poderosos llaman realismo.

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