viernes, 12 de septiembre de 2014

Desafiantes y desafiados 2: breve apunte tras la Diada

¿Es legítimo no permitir expresarse a un pueblo sobre un asunto candente y que es de capital importancia para saber la realidad exacta, no especulativa, de su posicionamiento? ¿Qué salida se le deja a ese pueblo? Y que no me repitan, por favor, el soniquete falaz que reza así: "cambien la constitución española". Porque siendo el 16%  del conjunto del estado español, bien sabemos que eso es imposible, inalcanzable. Están condenados a encontrarse el hormigonado muro parlamentario, erigido entre fanfarrias mediáticasde la acientífica indivisibilidad de España.
Insisto, en este país se puede ser independentista... de boquilla. Yo puedo ponerme a gritar en la puerta de mi casa, hasta desgañitarme, a favor de la independencia de Canarias (es un supuesto, por ahora no soy independentista, abogo por la libre federación de los pueblos del estado español, pero igual el PP y otros ultranacionalistas españoles me unen a la causa secesionista). Lo que no consentirían jamás, si algún día, probablemente lejano, en Canarias el tema soberanista se instalara en el debate social, sería dotarnos de herramientas que nos permitieran pronunciarnos sobre el asunto.
Las realidades cambian y las leyes o se adaptan o se convierten en elementos represores que no van a solucionar el problema ni, mucho menos, a disminuir, acaso todo lo contrario, la pujanza de los que quieren pronunciarse sobre la posibilidad de constituirse o no como Estado. El movimiento social en Cataluña va muy por delante de los partidos. Medio millón (cifra quizás racaneada por la Delegación del Gobierno) o un millón ochocientos mil (cifra quizás inflada por la guardia urbana) en un país de siete millones y medio de habitantes, según el censo de 2013, es una movilización incontestable, enorme y que no puede ser ni ignorada ni desdeñada amparándose en una voluntaria rigidez legal. 
El señor fiscal general del estado en una entrevista ha apelado al código penal como instrumento garante de la no celebración de la consulta. Usted y quiénes manejan sus hilos tienen medios represivos suficientes para evitarla y, lo que es más grave, para trasladar lo que debe ser un debate cívico, con la resolución democrática de un pueblo optando, un terreno mucho más peligroso.

2 comentarios:

  1. Don Pepe Juan estimado:
    asumido el remoloneamiento del que usted me acusaba en anterior entrada y orgulloso de que mi teutónica apreciación anatómica le haya sido de utilidad en la parisina reseña, me impele a pisotear activamente este callejón con su desafio soberanista, a la vez que me emociona comprobar que coincide en el sentimiento herido y hastiado de los conspiradores golpistas tal y como confiesa en comentario ulterior.

    Ay, el derecho a decidir! Qué bello es decidir! que diría Capra.

    Partidario soy de que se nos consulte todo, incluso en las aulas deberíamos consultar a los alumnos si les parece bien que se marquen deberes, perdón, tareas insertas en situaciones de aprendizaje. O de si está bien que tengan que ser puntuales o preferirían entrar en clase cuando se les antoje.

    Demagogía pura y dura lo mío.

    Para eso están las normativas de los centros que han de firmar las familias al matricular a sus hijos, y a quien no le gusten o incumplan, pues que emigre voluntaria o forzosamente a otro centro más benigno.

    Al grano, o quizás no.

    Hemos hablado, ya en otras ocasiones, sobre el valiente gudari que, vía 9mm parabellum, encapuchado y por la espalda, revienta el cráneo de un secuestrado, arrodillado este, y maniatado, en medio de un bosque.
    Aún así, el oprimido euskaldún demuestra valentía y compromiso con la causa. Podría verse sorprendido por una pareja del benemérito cuerpo y caer en medio de una balasera. O el que activa el detonador frente a una casa cuartel para que vuelen en pedazos niños hijos de. Podría él mismo haber volado al aparcar la macabra carga. Algunos, pocos lamentablemente (y el adverbio es mío), murieron en el intento.

    Sí, ya sé que el piloto del caza siniestro que pulsa un botón del joystick desde infinitos pies de distancia de la escuela que sembrará de inocente dolor y muerte, tampoco destaca por su arrojo. Mi desprecio hacia él. Pero también podría ser improbablemente (también mío el adverbio) cazado.

    Unos y otros se la juegan.

    Como nos la jugamos nosotros al rebasar el límite de velocidad o al fumar en lar prohibido, o coquetear con una dama ajena.

    Incumplir la ley o ser partícipes de su transgresión, por injusta que esta sea, ha de tener sus consecuencias. Así le pasó a Luther King o a Ghandi, referentes del gordito Junqueras o del Mas/Molt honorable.

    Se me antoja poco edificante que los representantes democráticos (don Arturo y el orondo Junqueras lo son) insten a miccionar leyes que no les resultan propicias, por injustas, insisto, que estas sean (la que coarta el derecho a opinar lo es).
    Movimientos civiles han conseguido doblegar leyes segregacionistas o imperialistas, con tácticas pacíficas o no tanto. Pero Mahatma y el reverendo Martin (pobres) recibieron lo suyo previamente y murieron con las botas puestas (bueno, el hindú iba casi siempre descalzo).

    Gordito relleno Junqueras puede, y debe colocar las urnas el 9N si considera que se está vulnerando el derecho de los catalanes de 16 años a opinar (se imagina nuestros divers y PCES marchando alegremente a votar? Casi me brotan lágrimas de emoción), pero no puede quedar impune al saltarse a la torera (uy, menudo exabrupto, un término taurino en medio de la moderna modernista y monedista Cataluña) una ley del estado al que aún pertenece.

    Qué quiere que le diga, confieso que me resulta casi lujuriosa la hipotética imagen de un fornido antidisturbio retorciendo la manita de Oriol el tragaldabas, para que suelte la urna, mientras este gime “volem votar, volem votar!”. Ya otro valiente y comprometido luchador por la libertad de los pueblos, a la par que sobrado de kilos, Pernando Barrena, nos dejó antológicas imágenes de este calibre.

    Por cierto, ¿quién vigilará que el recuento de voto adolescente sea fidedigno, la delegación del gobierno o la guardia urbana?

    Reciba mi afectuoso, y nada soberano, abrazo.

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  2. Melancólico, rendido, cansado, sumiso en la pereza, indigno del alto honor que implica ser español, le dejo como custodio de las férreas esencias constitucionales.
    Convencido por usted de la maldad que encierra la obesidad cuasi femínea (¿taimada?) de Junqueras, contrapuesta a la rocosa masculinidad (¿castellana?) del antidisturbios, le escribo, tómelo como una modesta ofrenda, tres versos del Romancero Legionario, editado en 1940, cuando España amanecía contra las tapias pero unidísima, escritos por un individuo con apellido de separatista catalán (nadie es perfecto, ni apolíneo): capitán Macia Serrano. Va para su gozo don Manuel. Controle la lágrima.

    ¡Qué cabo el cabo Varela!
    ¡Un hombre para el alcohol!
    ¡Para el asalto una fiera!

    Imagínese un batallón de cabos varelas Diagonal adelante blandiendo la Sagrada Constitución. Impagable.
    Un abrazo con rápidos golpitos secos, lleno de viril camaradería.

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