viernes, 11 de abril de 2014

El asco

El asco.
La anterior entrada de este blog hablaba de las bebidas espirituosas.
Viendo esta cruda realidad con tintes fascistoides, donde los mangantes pululan a sus anchas entre cajas B e infantas bobas, te dan ganas de agarrar la botella y prepararte un coctel... molotov, por supuesto. Me disuade mi condición de cobardón y cuasi vejete, más lo primero que lo segundo, lo admito.
Tras la movilización del 22 M la escalada represiva está siendo muy importante, con un fin claramente amenazador, intimidante. Han sido detenidas varias decenas de personas acusadas de acciones violentas. Dos de ellas han ingresado en prisión sin fianza, como si fueran delincuentes prestos a cruzar la frontera. Que sepamos, los heridos más graves del 22M fueron dos manifestantes pacíficos, sobre los que no recae ninguna acusación, que perdieron la visión de un ojo y un testículo. ¿Se sabe que agentes han producido esos daños irreparables a dos ciudadanos que asistían a un acto legal? ¿La represión del supuesto violento admite los daños colaterales, como si de una guerra imperialista se tratara?
En el estado español la policía goza de casi total impunidad para actuar. No sólo impunidad en las calles, sino también a la hora de elaborar un comunicado. En uno de ellos hablaban  de elementos "antifascistas, anarquistas y bukaneros (peñistas a los que les gusta tanto el Rayo Vallecano, como poco el sistema capitalista). Este debe ser el único país de Europa donde ser antifascista se cita en una nota policial como elemento agravante, incriminatorio.
Y tiene la lógica que he explicado en otras ocasiones, sintetizando y siendo abrupto: aquí el fascismo (el binomio Franco-Rey) parió la democracia. En cambio, en otros países el hecho crucial del siglo XX en Europa fue la derrota de esa ideología criminal. En España no existe conciencia antifascista, quizás porque nunca se le derrotó, aunque se le padeció más que en ningún otro lugar.
Me da asco que una operación policial para detener a 11 personas a consecuencia del 22M, se llamara Puma 70 en un honor macabro a la unidad antidisturbios que, increíblemente, en un  dispositivo de 1700 agentes, quedó aislada y a merced de un grupo dispuesto a usar la autodefensa y el contraataque. El felino nombre suena a venganza, a irritación profunda. ¿Se sintieron humillados?
Llevan años repartiendo estopa, sin conmiseración alguna, a gentes (existen muchos testimonios gráficos) pacíficas que han sentido el desprecio y la prepotencia.
Sé que mi escrito no es reposado, inteligente, está impregnado, lo repito, de asco y bilis, porque siento que en este país ser madero o picoleto es ser considerado un abnegado servidor, al cuál los poderes públicos, vía medios de comunicación, cubren de lisonjas, tratando de engañar a la gente, presentando una imagen beatífica de los que en muchas ocasiones, les guste más o menos,  son la mano ejecutora de las mayores injusticias.
Un ejemplo: la corrala Utopía, un bloque de viviendas ocupado en Sevilla desde hace dos años, fue desalojado el fin de semana anterior con gran despliegue policial. ¿En qué imagen han hecho especial incidencia los medios? En la de una niñita que al salir abrazó a un policía, el cuál, según contó la niña en Tele 5 con la carita convenientemente tapada (en un país donde hay niños que pasan hambre se cumple primorosamente la protección de la imagen del menor, en una metáfora maravillosa del capitalismo: forma sin fondo), le ha dicho que un día la sube al furgón policial. Espero que la cría no esté siendo premonitoria.
La policía no fue a la corrala Utopía a dar abrazos a los niños, fue a ejecutar una orden que dejaba en la calle a varias decenas de familias que ocupaban un bloque vacío propiedad de un banco. Esos bancos que, según datos del Tribunal de Cuentas, hasta 2012 habían recibido 108.000 millones de euros públicos. Y la presencia de la policía es la presencia de la violencia organizada por si los desalojados se resisten. Más de un memo mental se habrá quedado con la historia, pretendidamente enternecedora, de la niña y el policía.
Mis fobias cada día se acrecientan. El lacayo me produce más asco que el amo. El amo, aun transitando los derroteros de la injusticia, tiene mucho que defender y perder. El lacayo es peor: un traidor a su clase.
Dos gotas.






1 comentario:

  1. Ojo, los manifestantes violentos en España, en Venezuela y Ucrania luchadores por la democracia.

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