sábado, 8 de febrero de 2014

Hervir la sangre

El millar de directivos que suman las empresas cotizadas en bolsa en 2012, cobraron de media 474.000 euros, o sea, 39.500 euros mensuales. Esto supone 53 veces el salario mínimo, que es de 8.979 euros anuales. Fíjense, esas 53 veces más quiere decir que esos directivos ganan en una semana lo que una persona que cobra el salario mínimo ingresa en un año.
La desproporción es indecente. Somos seres que nos acostumbramos, viéndola incluso con naturalidad, a la indecencia. A ejercerla o a soportarla. Se me argumentará que el concepto de indecencia tiene la relatividad suficiente como para no establecer verdades absolutas sobre él. El pensamiento relativista impera. Y cada vez lo temo más. No es raro que alguna esgrima dialéctica acabe con un obvio: "esa es tu opinión, yo tengo la mía". Alforjas muy raquíticas necesita ese viaje. Pero he aprendido. Ya no debato. Me solían decir, estoy convencido que con razón, que era muy fogoso y me soliviantaba. Sé que hablar, debatir, en general no sirve para nada. Si alguien, yo mismo, quiere comulgar con una ruedita de molino, lo hará. Ahora intento ser un hombre más comedido, más silencioso en la medida de lo posible, salvo mi paréntesis de agitador-profesor. Aspiro a que la escritura sea mi modo de expresión, cada vez más depurado, más preciso. En la prosa, con sus excepciones, busco el imperio de la razón, en cambio por el espacio poético dejo a su libre albedrío las jaurías emocionales. Pero hay territorios donde ambos mundos chocan con fuerza, donde la tibieza la percibo más desconcertante o criminal que la furia. A veces pienso que algunas revoluciones, esos intentos de humanizar la historia, se frustraron porque a los revolucionarios les dejó de hervir la sangre ante las injusticias. No hablo de actuar ciegamente, desnortados por la ira. Haría un paralelismo, no sé si acertado, con la chispa que necesitamos para prender el motor que luego tenemos que conducir.
Tengo que hacer una confesión que quizás algún lector podría reprocharme cuestionando mi ética profesional. Este profesor de historia busca, denodadamente, que a sus alumnos empiece a burbujearles la sangre. La historia es, entre otras cosas, un charco hirviente de sangre. Hace unas semanas cuando salió el dato de que los 85 individuos más ricos del planeta, tenían la misma riqueza que los 3.000 millones más pobres, mi programación quedó suspendida ese día y cada una de mis clases fue dedicada a transmitirles a mis alumnos, con pasión, esos datos criminales. A los puristas que me digan que estoy intentando inculcarles mis ideas a los jóvenes, los intranquilizo. Mi intención es aviesa, lanzar semillas críticas que germinen lentamente en algún cerebro. Les aseguro que voy a perseverar, porque las fuerzas del pensamiento acrítico y legitimador son inmensas, y, contumaz, voy a utilizar mi pequeña tribuna, no sé si de manera decente o indecente, pero con la sangre en su punto.

6 comentarios:

  1. Un grano no hace granero pero ayuda, compañero

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  2. Estimado Pepe Juan:
    le escribo desde el aula 320 del IES Pérez Galdós donde me encuentro consultando su blog públicamente con mi encantador alumnado de 2º bachillerato E.
    Confío en que no se enfande por abrir las puertas de su callejón y que se encuentre usted bien.

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  3. Muy buenas Pepe Juan.
    Hago lo propio con los no menos encantadores alumnos de 2ºbachillerato C desde el aula 318, reitero mis deseos de que esté usted perfectamente y animo a mis alumnos a que participen activa y críticamente en este su callejón.
    Saludos.

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    1. Si fuese posible volvería a estudiar todo aquello que me enseñaron desde niño en la escuela, en el instituto o en la universidad. A la luz de la experiencia de los años, todo estudio se volvería más transformador. Hablaría menos y escribiría más. Estudiaría a unos y a otros. No me conformaría con conecer el resultado, me recrearía en el proceso. Todo el mundo, quiero decir todo el mundo que llega a la conciencia de la existencia de ricos y pobres, sabe de la existencia de ricos y pobres. Pero no necesariamente sabe de sus causas. Ricos y pobres como existencia humana necesaria, de siempre y para siempre, no como categorias históricas. Hasta hace bien poco no comprendí lo revolucionario de limitar la propiedad privada sobre los medios de producción, sobre la riqueza monetaria. Quizás con medidas universales de tal calado todo ser humano llege a la conciencia de la existencia compleja del mundo social, pero no a la conciencia de la existencia de ricos y pobres. En este sentido este callejón es así de revolucionario.
      Saludos. Jerónimo.

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  4. Gracias don Manuel, a usted y a sus alumnos por darse un garbeo por este desértico callejón. Un saludo.

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  5. Cada vez más desaparecen nuestras dudas. Esta situación es de vergüenza.
    Nos quejamos de los problemas económicos por los que pasamos, pero con la llegada de la crisis, no somos los únicos. Resulta indignante ver que los directivos de las empresas están continuamente quejándose sobre la situación económica cuando ahora podemos comprobar sus salarios. La pregunta que yo me hago es: ¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? Que tan pocas personas condensen en sus manos tanta riqueza viendo como el resto pasa por condiciones pésimas e indeseables. Y lo paradójico es que estos directivos intentan a toda costa gastar el mínimo dinero posible. Reciente tenemos el ejemplo de diversas empresas que, a pesar de ser multinacionales, se han deslocalizado con tal de reducir costes pagando un salario vergonzoso a sus trabajadores, que con unas condiciones no deseables trabajan día tras día. Pero claro, no nos damos cuenta de que a pesar de esto, somos privilegiados. Resulta difícil de comprender, pero sí, lo somos. Si nosotros nos quejamos es porque no hemos llegado a pensar cómo se puede llegar a sufrir en otros países. No somos capaces de pensar en la pobreza que azota África. Las condiciones de las personas que viven allí, que en su mayor parte son los que forman esos 3000 millones de personas que concentran la pobreza. No comprendo cómo se ha podido llegar a esta situación, es inexplicable.
    En conclusión, debemos ser conscientes de la situación en la que vivimos y aunque esta situación sea de vergüenza debemos intentar cambiarla.

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