domingo, 23 de febrero de 2014

Ucrania nos ilumina: ¡a por Rajoy!

Hago, en un intento de ser honesto, una advertencia de entrada: rompo con mi deseo de análisis y me lanzo por el tobogán de la ira y el adoctrinamiento. Traigo mi desbocada alma poética a la parte racional de este blog bifronte.

Yo, José Juan Hernández Lemes, mayor de edad (demasiado para mi gusto), residente en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, hago un llamamiento público a todos aquellos que están en contra de la política restrictiva de derechos sociales del gobierno de Rajoy a salir a las calles y formar grupos paramilitarizados que, haciendo acopio de armas, tomen las plazas y ocupen los edificios oficiales. A los compañeros madrileños les pido que no cedan hasta que Rajoy se refugie en ese territorio de nadie que es la mítica isla de San Borondón y el Borbón se vaya a esquiar (prótesis incluida) a Suiza con su querida hija. Cuando estén en la Moncloa, compañeros, disputen un hermoso partido de pádel. En la Zarzuela aprovechen para (en la mejor tradición borbónica) cazar alguna pieza. Si es caza mayor (a buen entendedor pocas palabras bastan) mejor. A los compañeros catalanes les animo a tomar las instituciones  del opresor poder español y los cuarteles. El parlamento procederá, empujado por las milicias armadas catalanas, a proclamar la independencia. No es necesario que sean demasiados. Lo más importante es la organización y el padrinazgo adecuado. Basta ya de agitar manitas volanderas al aire, de insulsas y festivas mareas que en el mejor de los casos otorgan victorias pírricas. Ucrania (y Venezuela) es el camino. Aquí tenemos incluso  más legitimidad para asaltar violentamente el poder que en esos países. En 2010 Yanukóvich venció en las elecciones a Timoshenko por 49 a 45 por ciento (900.000 votos de diferencia). En abril de 2013 Maduro ganó con el 50,7% frente al 49,1 de Capriles (poco más de 200.000 votos) . En las municipales venezolanas de diciembre, planteadas como un plebiscito sobre la gestión gubernamental por la oposición, la diferencia se amplió a un 6,5% y 700.000 votos. En España, en noviembre de 2011, el recortador Rajoy sacó el 44,5% de los votos. Es obvio que un 55,5 no le votó. O sea, en Ucrania y en Venezuela es lícito cargarse, con acciones violentas,  a gobernantes con mayor apoyo popular que el nuestro. Un inciso. Idea para la lucha armada recogida del manual de los "estudiantes" venezolanos: coger un cable de metal, atarlo a media altura a un poste, y estirarlo hasta el otro lado de la calle. Resultado: un trabajador de 29 años que iba en moto degollado. A nivel internacional podemos estar tranquilos, tenemos asegurado el reconocimiento de los Estados Unidos de Norteamérica (la de los también norteamericanos Estados Unidos Mexicanos nos importa menos) y de la Unión Europea que se han apresurado a celebrar la caída del dictador ucraniano. Como entendemos que estos vigías democráticos del mundo son gente coherente y racional, no dudamos que nos apoyarán en nuestra justa, y violenta, sublevación. ¿A qué estamos esperando carajo?

5 comentarios:

  1. Como es evidente EE.UU y Europa (Alemania, Francia, RU) han invertido en la revolución ucraniana y en la contrarrevolución venezolana apoyando incluso la violencia, como pasó en Libia y pasa ahora en Siria cuando se ponen en manos de la monarquía saudí. En el primer caso para debilitar a Rusia, en el segundo para acallar ejemplos populares. Pero para que eso ocurriría en España tendría que haber una superpotencia interesada en derribar un gobierno amigo de EE.UU y Europa (Alemania, Francia, RU) y esta condición no sé da. ¿Existe alguna superpotencia dispuesta a legitimar la violencia de la oposición en España? Evidentemente no. Cómo dijo alguien: "Existen dos superpotencias: EE.UU y la opinión pública" y esta última es manipulable por la primera y sus amigos.

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  2. ¿Quien hace la "revolución" ucraniana? ¿El pueblo? Pues no. Un articulo bastante malo. La única de las maneras en la que está justificada la violencia cuando el gobierno es ilegitimo. En España, aunque muy a mi pesar, y con manipulación de la gente que no ve más allá, el gobierno es legitimo, lo que es ilegitimo es la troika con eso si debemos acabar.

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  3. El texto tiene un trasfondo muy interesante. Resulta curioso que descartemos la posibilidad del estallido social que en él se recrea cuando en la mente de muchos es la única opción posible para acabar con este sistema corrupto a todos los niveles imaginables. Puede que el gobierno sea legítimo, pero desde luego buena parte de sus actuaciones no lo son, y esto de forma inmediata deslegitima su permanencia.

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  4. Partamos desde un primer punto, de vista histórica-antropológica, el hombre, a medida que ha avanzado en el tiempo, rehuye de la violencia, se vuelve cada vez más empático; en fin, cada vez mueren menos hombres a manos de otros hombres, cada vez ocurren menos guerras. Es un fenómemo del que estar orgulloso, y no su contrario. La violencia es natural en el ser humano, pero no todo lo natural en el ser humano nos es propicio.
    Ahora comparemos los dos ambientes.
    España es una nación democrática, aparentemente, desde el año 1978, después de pasar por una dictadura de cuarenta años y una transición de tres. El actual sistema democrático causa estragos para lo vencidos, para aquello que no votan y para aquellos que dicen llamarse apolíticos, solo satisface al partido que manda. Pero el ambiente que hay es de tranquilidad en el sistema; parece que el deseo no es cambiar en profundidad el sistema, si no más bien, el hacer ver a lo gobernantes que sus voces no deban ser de hipocresía, que respeten lo que dice, y no aquello que dicten. Las tensiones son por falta de pundonor, y no de la posición política, porque parece que PP y PSOE son lo mismo, con ligeras divergencias. Por su parte Ucrania es una democracia mucho más reciente, surgida de la antigua URSS, allá por el 1991, Ucrania es joven, y el país parece desgarrarse entre las dos vertientes que la rodena, pro-Unión Europea y pro-Rusia. Por lo tanto es un país que se está formando, que está intentando de encontrar su lugar, por lo cual las tensiones son muchas, altas, ardientes.
    Ucrania es un país fuertemente militarizado, armado, con el segundo mayor ejército de Europa, tras Rusia. España en cambio es un país con una fuerza militar tímida, y como es tímida la influencia de la imagen del ejército sobre el pueblo, ya no existe el servicio militar obligatorio; el ejército no tiene el peso que tuvo en un pasado más glorioso, donde comandaba la nación.
    Por lo tanto, el tomar acciones armadas contra el gobierno parece algo impropio, por, ambiente social no militarizado, no preparado para ello; y también parece que nos retrotrae a pasadas fechas donde los hermanos se mataban, las dos Españas. Esta nación latina ha demostrado una gran madurez, primero en la transición, luego con la intentona de golpe de Tejero. No debemos olvidar de dónde venimos, de un lugar violento, pero encaminándonos a sitios tranquilos, lo suficientemente maduros como para no actuar como un homo habilis sin más recursos que sus pulgares oponibles y su madero afilado.
    Recordemos también que el caso ucraniano está en vías de cierre, la violencia parece remitir, pero, ¿acaso pueda hacerlo las actitudes dictatoriales de lo que han llegado? Es irresponsable tomar por ejemplo heridas que están por cerrar, Venezuela y Ucrania están por hablar de aquí a un tiempo.
    El apoyo de las potencia occidentales puede ser tan solo ilusorio. El actual gobierno ha llevado a rajatabla las medidas de austeridad que ha propuesto Alemania. El apoyo a la revolución ucraniana es tan solo un choque de intereses, tan obvio que es infantil; Rusia es una potencia contraria a Europa y a los EEUU.
    ¿Acaso la Historia no nos ha demostrado que hay otras opciones más benignas, más inspiradoras que la quema de cubos de la basura? Gandhi, Nelson Mandela, Mathin Luther King, son hombres dignos de recordar. Napoleón Bonaparte derrocó una monarquía absoluta para instaurar su egocéntrico imperio. La Revolución Rusa trajo coacción contra el pueblo que la defendía, en primera instancia. La historia nos dice que la acciones bélicas son altamente perjudiciales, son vías rápidas, que pueden descontrolarse.
    Sergio Navarro Torralba
    Alumno 2C BACH

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  5. Pensé, cándido de mí, que el carácter irónico de mi texto era evidente. Simplemente trataba de mostrar de manera burlesca (pádel aznariano incluido) la insoportable doble moral con la que se mueven EEUU, la Unión Europea y sus voceros mediáticos. El otro día leía en el país que los paramilitares ucranianos eran "activistas". Y es cierto, lo son. Lo que es irritante es que para ese mismo periódico el que quema un cajero en Euskadi o El Gamonal es un "violento". En mi texto presento datos estadísticos que demuestran de manera incontestable que los presidentes de Venezuela y Ucrania, guste más o menos, tienen mayor porcentaje de votos, de apoyo popular, según el barómetro democrático tan del gusto de Occidente, que Rajoy. Me descubro, aún estando en las antípodas ideológicas, yo soy comunista, ante la organización y determinación de la ultraderecha ucraniana. Miles de individuos han dado un gran golpe de mano usando la violencia y con el apoyo mediático occidental indicado más arriba: Alberti lo dijo: "Yo era un tonto y lo que vi me hizo dos tontos". Aquí parece que el idiotizarnos aún tiene amplio recorrido

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