Se
alza un telón raído. Un cartel, negro sobre blanco, cubre todo el escenario:
"los parados que trabajen en negro podrían ir hasta tres años a la
cárcel".
Entra
un personaje sin fisuras: el hombre de la calle. Se acoda en la inexistente
barra del bar y, tras un carraspeo que reclama silencio, comienza su monólogo
mirando al público que le devuelve su imagen.
-Al
vecino de enfrente, el del segundo izquierda (el del segundo derecha es un
caballero), yo ya lo tenía calado. El tipo es calvo, malencarado y con chiva.
Mi mujer, que tiene eso que llaman "don de gentes", y pega el palique
hasta con un geranio mustio, dijo el lunes que hablando con Anita, la costilla
del vecinito, persona de trato afable, un encanto según ella, ésta le había
confesado, al borde de las lágrimas, que tenía miedo, que su marido se estaba
metiendo en problemas. "¿En problemas?" le dije yo."Sí, en
problemas, puede ir hasta tres años a la cárcel", me contestó ella. ¿A la
cárcel? "Sí, lorito mío, a la cárcel" me dijo haciendo sonar sus cascabeles.
"Algo habrá hecho" atajo yo preventivamente. "Hombre... trabaja,
echándole una mano cuando lo necesita, con un cuñado de su hermano y... además
cobra el desempleo". "¡Será golfo! Trabaja y cobra el paro",
explota el injusticiero que, a veces, habita en mí. "No te pases Leónidas
- aclaro: mi padre era prosoviético cuando Brezhnev dirigía la nave de la URSS,
nada que ver con los 300 espartanos dignos de los chiringays del carnaval canarión-,
sólo cobra los 426 euros y tienen dos niños (se le puso carita de madre gorkiense)
parece mentira, tú, el hijo de un rojo...". "Blancanieves -sí, han
oído bien- soy hijo de rojo y estoy harto de ser el primo de muchos listillos".
No me contestó, sólo me miró con tanta tristeza como cansancio, desde entonces,
un zumbido pertinaz aletea en mi cabeza de mayoría silenciosa.
El
hombre de la calle, mirando inquieto, del brazo de su rectitud moral, se
retira. Entra el coro al escenario, con sus caretas de risa y llanto,
repitiendo atronadoramente:
-¡Bárcenas
es un hombre honrado!*
-¡Bárcenas
y la cúpula del PP son gente honrada!
-¡Bárcenas,
la cúpula del PP y los sobres son honrados!
-¡Bárcenas,
la cúpula del PP, los sobres y quiénes los fabricaron son honrados!
Acaban
la letanía en un puro susurro. El público duerme, sueña, viaja a la boca del
futuro.
Anónimo
en un palco, mientras el telón, rojo y oro, cae, un hombre suspira contrariado.
Lee en su tablet, perdida entre marasmos, una noticia que, aunque sabida, lo
irrita profundamente. Dice así: "Los ingresos que tuvieron en 2012 los 100
más ricos del mundo -alrededor de 240.000 millones de dólares- acabarían cuatro
veces con la pobreza extrema". No lo puede soportar. Le resulta doloroso y
humillante. Una ira avasalladora envuelve su pecho. Le han dado con la puerta
en las narices.
Él
es el 101.
*Esta
frase -y las tres siguientes, por supuesto- se inspira en el tercer acto de
"Julio César" de Shakespeare. Parafrasea el parlamento de Marco
Antonio que hace referencia a la honradez de Bruto. La hizo celebre Marlon Brando
en la película del mismo nombre dirigida por J. Mankiewicz en 1953.
He visto tu comentario en El País, (el mío está justo al lado).
ResponderEliminarHe leído tu entrada, y debo decirte que Barcenas, y TODO el que ha cobrado un sólo euro en "B" dentro del Partido Popular es un impresentable, y debería caer TODO el peso de la ley sobre ellos, además de ser expulsados de todos sus cargos públicos de por vida...además tendría que hacerse con muchos otr@s politicastros.
Dicho esto, la prorroga a la ayuda de 400€ me parece (como dije en El País), una especie de compra de voluntades, debería articularse como una supresión de cuotas a la S.S. en caso de nuevos contratos, o a cambio de un trabajo (por horas) para cualquier Administración.
En este país, ello tiene 2 problemas.
1) Si se hace así, la compra de votos NO es tan efectiva (penoso).
2) A algunos parados, NO les interesaría, ya que encuentran menos "problemas" en cobrar 400€, sin más.
Un cordial saludo, y enhorabuena por tu blog. Yo también tengo el mío.
Pablo González Santamaría
http://www.dinerospublicos.es
Me imagino presidente del gobierno, da igual que gobierno; a mi lado tengo al acalde de la ciudad. Ciudad populosa y poblada. Asistimos, en el palco naturalmente, al gran derby de la ciudad. El futbolista, o el encestador, o el pateador, que lo mismo dá, gana una millonada. Unos cuantos millones de euros, libras o dolares anuales, que lo mismo da. Me refiero que da lo mismo la moneda no la cantidad de dinero, naturalmente. Pienso: estos dioses prescindible se hacen ricos en un solo año. Ademas se llevan parte de los impuestos con sus inversiones en deuda pública de nuestro gran estado. Y nosotros, imprescindibles-pienso naturalmente en mi función y no en mi persona- no podemos ganar más de 100.000 euros, libras esterlinas o dolares. Reacciono rápido. Intercambio unas palabras con el alcalde y otros representantes populares que andan por allí medreando. Tenemos que buscar la forma de aumentar nuestros emolumentos en vista de lo que ganan estos por correr detrás de un balón. Nada, hay que aumentar las dietas y meter algún dinerillo en unos sobrecillos de los que hacienda no tenga noticias, sobrecillos que naturalmente nos apropiaremos sin que nadie se entere. No te preocupes, siempre hay ricos, que con su dinero privado y ganado legalmente, aspiran a corruptores. Nosotros sólo tenemos que mantener la lealidad vigente. Despreocupemosnos de lo justo, de la mesura, de lo racional.
ResponderEliminarVistas así las cosas parece justificarse los sueldos que llaman en B.
Un saludo.