Los que orbitamos, aunque
sea en un rincón perdido de la galaxia, el universo comunista, creemos que la
democracia –ese tótem sagrado que es el supuesto gobierno del pueblo- tiene
apellidos. Por eso, cuando hablamos de los países capitalistas, decimos que son
democracias burguesas, donde hay cierta tolerancia con las libertades siempre
que la hegemonía de la oligarquía no esté en peligro. En ese caso, si la lucha
de clases se agudiza, y su dominio se tambalea, tienen, aunque ahora no vengan
con camisas pardas, negras o azules, esa bestia llamada fascismo. El fascismo
está latente en España y en Europa. Ante un problema político o social el
fascismo tiene una enorme ventaja, da la respuesta simple, la que implica menos
cuestionamiento, y en cambio derrocha enormes dosis de certeza y crudeza. Estoy convencido de que este factor es básico, por ejemplo,
en el crecimiento de los nazis de “Amanecer Dorado”, entre los sectores
humildes, en Grecia.
El pensamiento del
fascista cotidiano suele ser indubitable. Hoy dice: “El paro es culpa de los emigrantes
que nos quitan el trabajo a los españoles”. En otro momento anterior explicó el paro
por la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa. La respuesta siempre
es sencilla y cubre todo el marco, no deja resquicios. Para el pensamiento
fascista la realidad suele ser eterna, pétrea y magna como el Valle de los Caídos. La
placidez de la inmutabilidad. Defiende “la familia de toda la vida”. Y ese toda la vida
implica eones y una mujer abnegada y solicita y un guerrero sacrificado y unos
niños felices. La dialéctica en cambio, tan puñetera ella, nos invita a la lucha, al conflicto, a
la controversia. Al sufrimiento –sin dramatizar- que implica romper, incluso
decir lo que piensas. Incluso decírselo a uno mismo, que siempre es lo más
doloroso.
El pensamiento fascista lo
definió perfectamente Mayor Oreja en su ya celebre “el franquismo fue una época
de extraordinaria placidez”. Al principio esa frase me rebeló, me pareció
insultante a tanto dolor nunca reconocido, pero cada vez siento más que quizás
tenía su carga de razón: ser niño –cogotazos aparte- tiene el deleite de los
placeres y las protecciones primarias.
El pensamiento fascista tiene como referencia execrable a los catalanes
(catalinos, catalufos, polacos…) y a los vascos (terroristas, etarras…) pero en
una extraña pirueta mental, niega la posibilidad, aferrados a una constitución enbiblecida, de que –tan desagradables
seres- formen un estado propio y se hundan en un averno solitario y apestado. Partiendo de un nacionalismo avasallador y futbolero, utilizando muchas veces el concepto memo de "ciudadano del mundo", odia los nacionalismos digamos... defensivos.
Me recuerda –en mi
simpleza y sabiendo lo trágico de la comparación que establezco- a los hombres
que odiando a sus mujeres quieren justificarse en un amor que ya no sienten.
Y los encuentras en el PP
y, desgraciadamente, en militantes y votantes del PSOE. El caso más emblemático
es el de José Bono o, en un segundo plano, Paco Vázquez. Grandes españolazos los dos. Cualquiera de ellos me parece que tiene una visión del mundo más cercana a un militante de Falange, que a uno
de IU (por poner un ejemplo). No obstante creo que tiene mucho que ver la manera
en que este país salió del fascismo, a hurtadillas, sin mirar a la cara esa
historia de represión. Chile ha detenido – casi 40 años después- a varios
militares implicados en el asesinato de Víctor Jara, y ha solicitado la extradición
del presunto ejecutor material, que vive
-oh tierra de las libertades- en
EEUU. Aquí la timorata ley de la Memoria Histórica se elaboró más de 30 años después de morir Franco. Jordi Soler, escritor mejicano, descendiente de catalanes exiliados tras la Guerra, cuenta su sorpresa al dar una charla sobre el exilio español a alumnos españoles y otra a alumnos franceses y observar, con gran desazón por su parte, que los segundos sabían más de la contienda iniciada el 36, que los primeros. Sé que una experiencia puntual no tiene valor científico, pero me llamó la atención el dato y por eso lo he expuesto aquí. La mal denominada Guerra Civil ha hecho mucho daño al antifascismo en España. Antonio Machado escribió:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios,
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Al revés de la interpretación habitual que se da al poema, en el sentido de avizorar la guerra, yo pienso, de manera osada probablemente (de todas formas los poemas están para dar vueltas en nuestro interior, para sugerir), que Machado temía que ese español que empezaba a vivir, en el sentido de salir del mundo cerrado de las sacristías, viera -como fue- destrozada su vida por los poderes tradicionales. Yo no creo que Machado planteara una ruleta que cargaba de la misma culpa a la gente que anhelaba el progreso que a las fuerzas conservadoras que abrazaron el fascismo. La Guerra Civil (y ese propio concepto) ha obrado como repartidora de culpas.
Ahora pura realidad.
Alfon, encarcelado desde
el 14 de noviembre, ha salido hoy a la calle, tras ser sistemáticamente
ninguneado por todos los grandes medios (incluidos los considerados
"progres",por algún incauto, como El País). Parece que ahora empieza
una criminalización más pérfida en la red y algunos medios de la ultraderecha (delito
sexual, robo…¿todo sale ahora?), la otra cara de las santificaciones, que
tampoco me gustan. No sé si Alfon es un santo o no, ni me importa, sólo sé que
era un preso político y que con su encarcelamiento se nos estaba mandando un
mensaje nítido con aroma de fascismo light, fascismo de colores delicados y
pullover sobre los hombros con las mangas cruzadas en el pecho. Por otro lado
es infumable que pases de ser un preso CIES (con una serie de derechos
restringidos por tu supuesta peligrosidad), a la libertad sin fianza. ¿Ahora no
hay peligro de que Alfon huya? ¿Ha dejado de ser un filoterrorista? O será que
quedaba demasiado feo mantener a Alfon entre rejas mientras Carromero –el
homicida de dos disidentes cubanos-, cumpliendo una octava parte de su condena
de 4 años, se prepara para salir de la cárcel a hombros de Esperanza Aguirre y
Torres Dulce.
También ha salido la
noticia de que dos tuiteras han sido citadas por la fiscalía de la Audiencia
Nacional por hacer referencias “violentas”. Según parece una mencionaba en
tonos laudatorios al Grapo. El asunto aún
está muy confuso. Por lo tanto no me atrevo a pronunciarme. Pero si me atrevo
con la siguiente consideración: Si mañana una persona (usted o yo) escribe en
su tuiter: ¡Viva Franco! ¿le llamarán de la Audiencia Nacional por apología del
terrorismo? Y si escribe ¡Viva ET...!
Aunque este feo decirlo… me
he acojonado. Acabaré convertido en un extraterrestre.
Fernando Fernán Gómez, al final de la película Stico, dice: No hay libertad ni para dejar de ser libre.
ResponderEliminarSaludos zurdos.
Me gusta lo que dices, y lo comparto plenamente. Da gusto encontrarse opiniones similares a las de una,con tanto facherío como existe, colándose por los medios, y aun por los comentarios de los ignaros seguidores de la prensa cavernaria.
ResponderEliminarun saludo
Buen artículo; Hoy en día es complicado encontrar una opinión que no huela a fascismo o a fanatismo izquierdista, y que de hecho sea objetiva y razonable.
ResponderEliminarUn saludo.
Tengo que ser honesto con usted. No me considero un fanático, pero si soy de izquierdas. Un rojo. O sea, no soy neutral. Le agradezco, como a todas las personas que opinan en este foro, su comentario.
EliminarUn saludo.
En estos momentos que nos están resucitando las leyes contra los inmigrantes, los derechos de reunión, el castigo contra los 'terroristas' que hablan mal del estado o sus lacayos, solo me viene a la mente esas mismas leyes que promulgo el gobierno, elegido democráticamente, del partido nazi de Hitler.
ResponderEliminarSocialismo es sinónimo de Fascismo. El fascismo nace, crece y se desarrolla como respuesta al propio Socialismo Soviético. El socialismo es la limitación del individuo y su Libertad Individual. Tanto uno como otro son Totalitarios.
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