Y pasó. El 14 N es historia. Y,
algo muy propio de mi carácter depresivo, me queda un poso extraño y agridulce,
un hormigueo en lo que nuestras abuelas llamaban "el pomo". Quién
haya leído la anterior entrada, que también versaba sobre la huelga general, verá
que la finalizaba deseando que el despertar del día 14 tuviera un
"estruendoso silencio que por la tarde se convirtiera en clamor en las
manifestaciones". Mi primer deseo no se cumplió, pero el segundo sí. Las
manifestaciones fueron vibrantes, pero creo que tendríamos que haber sido el
doble o el triple, tantos que se asustarán (tengo fijación con, permítaseme la
expresión, acojonarlos). Parto de la base de que las manifestaciones aún son
gratis ( a ver si voy a estar dando ideas: una tasa o impuesto sobre el derecho
de manifestación, o exigir una fianza por hipotéticos destrozos de los
"radicales violentos") y la agresión es tan bárbara y sañuda con los
mas débiles que, la verdad, pienso que todavía somos pocos. Ya lo sé, soy un
puñetero idealista, pero bueno... en mis sueños mando yo. La huelga, salvo en
sectores con gran tradición de lucha obrera, fue discreta. Hace alrededor de
cuatro millones de años un individuo, más simio que hombre, bajo de los árboles
en la sabana africana y, entre las altas hierbas, tuvo que erguirse para otear
en la lejanía sus depredadores y para humanizarse, le iba la vida en ello.
Salvando todas las distancias, y sin llamar simio a nadie, creo que muchas
personas miran en exclusividad su pequeño terreno ( que es importantísimo,
quede claro) pero se olvidan que los depredadores vienen a por todos, crías
incluidas.
Ahora quiero centrarme en la
incidencia de la huelga general en el sector de la educación pública.
Hace unos años se produjo en
Canarias un proceso de lucha del profesorado por su homologación salarial con
el resto de los funcionarios de su mismo nivel. Ese pulso fracasó, entre otras
razones (por ejemplo la división sindical) por la "llegada" de la
crisis. Recuerdo que se hicieron, si la memoria no me falla, al menos seis o
siete huelgas con incidencia desigual pero, y aquí es donde quería llegar, con
un denominador común, fueron de mayor tamaño que la del 14 N. Aquellas huelgas
por la homologación me parecían justas y participé en ellas. Pues la que
acabamos de dejar atrás era infinitamente más justa y necesaria, porque era una
huelga para el beneficio de las grandes mayorías amenazadas en aspectos básicos
como la sanidad o... la educación (sector donde, no nos olvidemos, muchos
compañeros o han perdido el trabajo o están trabajando mucho menos y en peores
condiciones). Aparte de que, como reflejé en el artículo precedente, los que
somos funcionarios no estamos en paro ni tenemos el temor del trabajador precario
a perder su puesto de trabajo (el piquete más efectivo de la huelga). O sea,
nuestro costo era el día de salario, y eso les vale para que la mayoría del
colectivo que educa para la paz ( hipocresía: mientras, el ejercito español
ocupa otros territorios y estamos en el top ten de la compra-venta de armas, negocio de muchos millones de euros que deja en la veredita miles de vidas, con el babeo
del ministro empresario de la guerra, eufemísticamente de defensa), la
solidaridad (hipocresía: reducción drástica de todo tipo de ayudas sociales),
la igualdad (hipocresía: disminución de ayudas a las mujeres maltratadas) y
tantas otras cosas chupiguays, siga agachado entre hierbajos.
Final:
El periódico La Razón hizo un
llamamiento a la "contrahuelga". Consistía en trabajar el 14 N y
donar el día de salario a Cáritas. Esto me ha traído a la mente el que cuando
era un niño, a finales de los sesenta e inicios de los setenta, cuando la
dictadura empezaba, desarrollismo mediante, a ponerse ligeramente cachas, con
cierta periodicidad llevaban al colegio (por lo menos al mío) unas huchas con
forma de cabecita de negro (bembas y ricitos incluidos) y de chino ( lo deduzco
por el sombrero visto en las películas donde tiraban de carritos que
transportaban occidentales) para ayudar a los hambrientos del mundo. ¿Estarán
empezando a hacer huchas con cabecitas caucásicas para que nuestros niños en
sus colegios, educándose en valores, introduzcan sus óbolos?
Estoy de acuerdo, tenemos visión de corta distancia y total desconocimiento de las nuevas estrategias bélicas.
ResponderEliminarLo que quiere decir que nos van a dar por todos lados y nos van a pillar arreglando nuestro "terrenito".
Saludos
(otra sufrida funcionaria, también con tasas de idealismo, aunque cada vez menos.....)
Muy acertado artículo, o nos ponemos las pilas y defendemos nuestros derechos, ganados con sangre y lucha, a caraperro o nos va a costar un siglo recuperarlos. Que el miedo cambie de bando, creo que apunta por ahí al principio del artículo, es condición imprescindible para revertir la situación y siendo objetivos nos está costando mucho más de lo deseable (incluso de lo razonable, viendo como empeoran nuestas condiciones de vida a pasos agigantados). Creo que el fascismo social(el odio del penúltimo hacia el último) ha hecho mella en nuestra sociedad y hasta que la mayoría no tengan nada que perder la cosa estará chunga. De todas formas no pienso ser derrotista, la lucha continua y no tenemos otra que ganar.
ResponderEliminarPersonalmente nunca entenderé las huelgas de un sólo día. Entiendo que las cosas o se hacen o no se hacen, pero una huelga de un día está asumida de antemano como un número más y no sirve para alcanzar un objetivo determinado.
ResponderEliminarConsciente de que no todos pueden permitirse el lujo de perder 500 euros en una huelga de 3 ó 4 días, pero perplejo porque sí nos hemos podido permitir ser robados todos los funcionarios con un mínimo de 1000 de la paga extra.
Y por último están los sindicatos. En mi opinión haciendo algo porque algo hay que hacer para impedir que la indignación popular se salga del tiesto y se monte una gorda de verdad. Así que se les ocurre lo de huelga por un día, cuando lo que hace falta es demostrar que en este país vivimos ya tan mal que no estamos dispuestos a consentir que se nos esclavice.
Enhorabuena por tu artículo. En este país una amplia mayoría pensamos de forma parecida, pero nos hace falta estar de acuerdo en actuar todos a una.