miércoles, 25 de marzo de 2020

La epidemia por coronavirus y el trabajo imprescindible (texto muy interesante de Jerónimo Artiles)



“Los seres humanos buscando con ahínco el interés social se procuran de la manera
más óptima su interés particular” Francisco Umpierrez, filósofo
El diario Canarias 7 publicó un trabajo titulado: “El futbol se implica para poner fin a la crisis sanitaria que ataca al mundo”. En el citado artículo se citan unas declaraciones de Andrés Iniesta. Las ideas destacadas son:1) haced caso a los protocolos que nos están dando los profesionales que estamos viendo y leyendo. Hay que ser los más solidarios del mundo en estos momentos”. 2) “Hay que ser coherentes y consecuentes con lo que hacemos”. Me indigna que multimillonarios futbolistas y otros deportistas de elites se presenten como solidarios, coherentes y consecuentes con lo que hacen.
Se aceptan los ingresos multimillonarios de los futbolistas por la idea simplista de que se lo merecen, ya que lo producen con su trabajo. Además, se acepta que ganen cantidades inmensas de dinero en publicidad y derechos de imagen. Pensemos, por otro lado, en los ingresos de: investigadores científicos, médicos especialistas, ingenieros, arquitectos, profesores de todas las etapas formativas..., autónomos, propietarios y gerentes de pequeñas y medianas empresas, trabajadores manuales, personas de máxima responsabilidad en la gestión político-administrativa del estado, jueces, magistrados, gerentes de empresas públicas, hospitales, diputados, ministros, presidentes del gobierno. Esto llega hasta el punto disparatado que se haya debatido públicamente el derecho y/o la eticidad de uno de los actuales vicepresidentes del gobierno de España y una ministra de dicho gobierno a comprarse una vivienda por valor de 500000 euros.
¿Qué producen los futbolistas? Solo partidos de futbol. ¿Qué hace posible pues que partidos de futbol pongan en movimiento tanto dinero? El consumo televisivo masivo de estos gracias al gran desarrollo social de la ciencia y su aplicación tecnológica; el uso de estos eventos como medios de publicidad por multinacionales y agencias de publicidad.
Pensemos en un futbolista que gane “solo” 2 millones anuales. En un año se puede comprar una buena casa, por valor de seiscientos mil euros, un buen coche, y vivir a cuerpo de rey y ahorrar un millón. Al siguiente año, vive con 250000 euros y ahorra el resto. Con sus ahorros compra 11 viviendas de 250000 euros y los alquila a 700 euros. Este futbolista en dos años se ha convertido en propietario de suelo y puede vivir de la renta del suelo sin trabajar más en su vida. Y esto ocurre también con los altos ejecutivos y consejeros de grandes empresas y multinacionales.
Si los millonarios se comportasen de manera solidaria, fuesen unos cientos de miles de euros solidarios cada uno, tendríamos muchos recursos económicos para la compra de medios sanitarios (compra de kits diagnósticos, respiradores, medios de protección de
trabajadores en primera línea de choque...) y contratación de trabajadoressociosanitarios, con un digno salario. Pero la solidaridad no va a resolver la miseria del mundo, ni las relaciones económicas de los hombres y mujeres que puedan hacer posible acabar con la pobreza. Estamos en la época histórica de la transición del capitalismo al socialismo. La última crisis económica-financiera y la pandemia actual han puesto de manifiesto la necesidad del estado, y de un mayor peso de los estados y la economía pública en la economía global. Se reconoce legalmente la necesidad de un salario mínimo. Sin embargo, no se cuestiona socialmente el derecho a la apropiación privada de riqueza social sin límites. Así pocos milesmillonarios pueden acumular tanta riqueza social y capital monetario que pueden tener cierto control y poder sobre los estados por medio de la deuda pública. No se cuestiona el enriquecimiento ilimitado individual siempre que este sea legal. Pero las leyes se pueden cambiar. Y es de justica social que del mismo modo que se reconoce el derecho a un salario mínimo se legislen unos ingresos máximos. Que se cuestione el derecho de apropiación del trabajo ajeno, apropiación del trabajo de los otros sin límites.
Se ha profundizado la globalización de la economía y la vida social. Los pueblos y naciones del mundo se han hecho más interdependientes. La producción de medidos de vida y de trabajo se ha socializado de forma impensable. La división social del trabajo ha llegado al punto que un producto acabado, para el consumo o la producción, en su proceso de elaboración pasa por países y continentes distintos. El turismo de masas moviliza millones de ciudadanos entre países de distintos continentes. España recibe más de 80 millones de turistas anuales. Y en estas condiciones de vida actuales una infección con alta transmisibilidad se puede convertir en pandemia, como así ocurrió con la infección por el VIH, y ahora ha ocurrido con el Covid19.
La pandemia por COVID19 está colapsando sistemas sanitarios. Las medidas para luchar contra la pandemia están produciendo una crisis económica y social no pensada ni en los peores sueños en las sociedades desarrolladas. La economía pública y los servicios públicos están teniendo que luchar en primera línea contra el COVID19. Así ocurre con el sector sociosanitario. Los ciudadanos dicen que son héroes muy valorados. Pero el ministerio de Sanidad ha decretado renovar el contrato MIR a los residentes que luchan en primera línea de choque contra la infección por el coronavirus. Estos médicos especialistas están haciendo jornadas de trabajo agotadoras que superan con mucho una jornada laboral habitual en nuestro entorno económico; y en unas condiciones de stress físico y psicológico que solo lo aguantan por un entrenamiento de años en unas condiciones de sobreexplotación, con un salario menor que el de cualquier trabajador manual del sistema sanitario, cuando consideramos el pago por hora trabajada. Así que reconocer la profesionalidad y valorar a estos médicos especialistas es contratarlos como lo que son, médicos especialistas.
Ahora una población asustada y angustiada aplaude desde las ventanas el trabajo de los servicios públicos que luchan por el control de la epidemia por coronavirus. Pero dentro de unos meses puede que aplaudan las “obras de arte”, ¡estúpida expresión!, de
los que esta crisis ha mostrado millonarios socialmente prescindibles. Y los verdaderos imprescindibles para la vida social son los trabajadores en las distintas funciones social del trabajo: agricultores, ganaderos, trabajadores manuales de todas las ramas productivas, trabajadores cualificados, científicos y técnicos, empresarios y emprendedores; todos los estamentos de la administración del estado, aparato judicial, legislativo y ejecutivo. Todos imprescindibles en la lucha contra el coronavirus en diferentes frentes e imprescindibles en el día a día en épocas de estabilidad y crecimiento socioeconómico.
La necesidad de acabar con la pandemia por covid19 está haciendo que muchos seres humanos luchen con ahínco por el interés social, como única posibilidad de alcanzar nuestro interés particular. Y la pandemia por coronavirus pasará. Dejará mucho dolor. Pero si las relaciones económicas entre los hombres y mujeres no cambian, si dejamos que las grandes conquistas sociales sean medios por los que unos pocos se puedan apropiar de una ilimitada cantidad de trabajo social, para su interés privado, entonces gran parte de la humanidad seguirá viviendo en las condiciones de inhumanidad, la miseria. Deberíamos aprender mucho de la pandemia por coronavirus.

Jerónimo Artiles Vizcaino. Médico internista

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