viernes, 24 de julio de 2015

El gesto y el busto

Un dicho popular, de raíz lombrosiana, establece que "la cara es el espejo del alma".
Bullente, incómoda, sombría, se agita el alma del joven Borbón cuando, por mor de su regio cargo, se encuentra con Artur Mas, presidente de la Generalitat. Felipe VI, probablemente, quiere concentrar en su gesto facial todo el desagrado que los, en términos rajoyanos, "españoles de bien" sienten ante la perseverancia catalana en querer decidir que tipo de vínculo les une al estado español. Incluso las divisiones mediáticas (son las que están yendo por ahora disciplinadamente al combate) alaban la "real" política de "sonrisa cero". Imagino que de ahora en adelante cada encuentro institucional de Mas con algún alto cargo estatal verá un crescendo de la política de glacialidad. 
Siempre me han contado, justificante para débiles mentales de que ostente la jefatura del estado un individuo por ser hijo de su padre y nieto político de un general asesino y fascista, la milonga de que el rey tiene una función moderadora, integradora, conciliadora. Bien. En el tema catalán se nota muchísimo. Cada discursito es una repetición de la postura del gobierno del PP: la trampa de la ley. 
Intentaré explicarme. 
Tiene usted toda la libertad del mundo para ser un "separatista", no le entrullarán. Incluso, en lo que puede ser un camino tendente a la melancolía de lo inalcanzable, tal vez le pregunten por el asunto en decenas de encuestas. Es libre de votar a candidaturas independentistas o que estén por permitir el derecho de autodeterminación (ahora llamado "derecho a decidir"). El problema surge cuando usted pretende establecer el cauce para saber si en su territorio, en este caso Cataluña, son mayoría los que quieren una república independiente. Le dirán que la constitución no lo permite salvo (y ahí está la gran trampa) que se modifique, para lo que hacen falta dos tercios de la cámara (210 diputados). Cataluña tiene 47 diputados en un Congreso de 350. Misión imposible (Podemos e Izquierda Unida que según declaraciones defienden el derecho a decidir nunca tendrán fuerza en la Cámara para abrir una vía legal)
No podrán contarse (eso es una consulta, contarnos) "legalmente" jamás. Aunque el sentimiento independentista tuviera una mayoría abrumadora en Cataluña (o Canarias o Euskadi), la voluntad democrática de un pueblo reconocido pero pequeño (siete millones y medio) estaría sometida, condenada a diluirse en la voluntad del férreo ente mayoritario que utiliza la constitución, de facto, como una cárcel. Y, por mucho que Mas diga que él siempre cumple la ley, sabe que si tras el 27 S tiene votos suficientes para poner en marcha el proceso independentista lo hará con la legitimidad de las papeletas (traducidas en escaños) de su pueblo, pero conculcando la ley española. No hago un juicio de valor. Describo. Sí, para llevar a cabo su hoja de ruta tendrá que saltarse, le guste o no tanto a usted como al gesto torcido de Felipe VI, la legalidad española.
Otro gesto ha sido, también en Cataluña, la retirada por parte del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, de un busto del Borbón viejo, el hijo político de Franco que, incluido en el paquetazo constitucional, nunca sometió su  institución a refrendo popular. Simplemente por eso, quizás deberíamos ser nosotros, el pueblo, quién le pusiera morros a los detentadores vitalicios del poder (padre e hijo). No obstante, en este día en que el parlamento catalán ha aprobado que la rumba catalana sea patrimonio cultural, no podían faltar, palmeros de la monarquía, los representantes del PP que, con el súbdito subido, intentaron colocar un retrato del hijo para desagraviar al padre. Aparte de los palmeros están los bobos. El Hernando portavoz del monárquico PSOE declaró que era una "falta de respeto". En absoluto, lo metieron en una humilde caja de cartón en vez de llevarlo directamente al contenedor. En serio, Hernando, no es un tema de respeto, sino de valores políticos, de, aunque cueste, ir haciendo eso que para tu partido siempre es postergable, pedagogía republicana. El Margallo de Exteriores reprendió a Ada Colau diciéndole que era alcaldesa gracias a la voluntad democrática de Juan Carlos. Y se queda tan pancho. Aquí como siempre, la libertad es otorgada. El triste país de los hombres providenciales, pintados o esculpidos, y del pueblo eternamente agradecido. Y si algunos se salen de la fila miradas, por ahora, asesinas.


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