sábado, 4 de julio de 2015

¡Divididos, polarizados del mundo, uníos!

Un país dividido. Un país polarizado. Un país que tendrá que esforzarse por restañar las heridas.
Son las consecuencias de la "bestia populista", de la izquierda radical que llega a romper la convivencia de países unidos.
La información de los grandes medios es un arma de atemorizamiento masivo que suele obtener buenos resultados. 
La gran mayoría del pueblo griego lleva una herida profundamente divisoria: la del empobrecimiento. Esta herida, que daña a muchísima gente mientras los más ricos han acrecentado sus ganancias un 20%, no horripila a ningún medio agorero mientras no cuestiona el orden establecido, mientras permanezcan prietas las filas del pensamiento único y ninguna cabecita levemente díscola asome y, lo que es peor, aglutine. 
Cuando alguna fuerza política plantea políticas, no revolucionarias, entonces sería el acabose, sino reformistas con un mayor tinte social, cuando plantea que los poderosos aporten más, que dejen de incrementar sus ganancias con esta crisis, surge el ogro de la división para asustar a débiles mentales a impresionables de toda laya.
La clase dominante maneja los resortes de la comunicación, del envilecimiento mental, con maestría. Pero si fuéramos perspicaces deberíamos sacar alguna conclusión interesante. Un ejemplo: en EEUU o Francia cuando un presidente gana con el 51% frente al 49 de su rival nadie habla de sociedad fracturada. Si es Maduro el que gana por ese porcentaje sí se apela al abismo de la división, pues ahí si se esta dirimiendo un proyecto de sociedad alternativo. En el estado español cuando el PP y el PSOE se han repartido el 90% de los escaños del congreso, nadie ha hablado de un país polarizado. Por supuesto, son los partidos que mantienen la solidez del sistema, la intocabilidad de los poderosos. Surge Podemos y la posibilidad de candidaturas de Unidad Popular y de posibles políticas alternativas y el abismo del resquebrajamiento social es invocado. Hay que conjurar al viejo, al desfasado fantasma de la lucha de clases (eso es, sutilezas aparte, aquello de los de arriba y los de abajo) que ignoran muchos trabajadores, incluso los que eran estables y hoy son precarios o los que ganaban 1000 euros y hoy ganan 800 o menos. Y sin embargo, en un mecanismo psicológico perverso, en muchos casos están agradecidos, en una visión deliciosamente unitaria de la sociedad, por el currito mal pagado.
Es asqueroso, y sobre todo frustrante, que siempre se lleven el gato al agua. Reconozco que aquí hay más impotencia y víscera que reflexión. Aquí hay una venda que me pongo ante lo que presiento será la herida mortal de la tenue esperanza griega.



No hay comentarios:

Publicar un comentario