jueves, 26 de mayo de 2022

"Estoy desentrenado" o el retorno de un desenfrenado consentido

Permítanme arrancar este texto con una anécdota. 

Todos sabemos que a la hora de escribir en un dispositivo electrónico el llamado predictor puede jugar malas pasadas y hacer que surja alguna palabra similar a la que queríamos escribir pero diferente. A mí me acaba de pasar al iniciar la escritura de este artículo. Circunstancia casi inédita, he comenzado poniendo el título que, si el devenir del texto no me lleva por su propio derrotero, quizás sea "estoy desentrenado". La anécdota surge al darme cuenta de que el predictor, cuál si estuviera dotado de inteligencia propia y supiera la catadura del elemento objeto del título, puso un "soy desenfrenado", definición que, dada su ansia por la acumulación pecuniaria,  retrata casi a la perfección a la persona (en realidad retrata a la dinastía en pleno) con la que pretendo arrancar este texto, Juan Carlos, el rey llamado, burlándonos (en el doble sentido) la necesaria "d",  emérito.

El escueto "estoy desentrenado" fue, según publicó  El País a través de twitter, el mensaje que envió el hijo político de Franco a la tripulación de su barco de regatas, que sigue siendo, para más cachondeo y escarnio, El Bribón. Y, efectivamente, después de casi un par de años "varado" en una estancia de lujo en los arenales de Abu Dabi, el individuo ha regresado, aunque sea de visita, cierto que ya se anuncia otra para el próximo mes de junio, al estado español. Ha viajado en vuelo directo de Abu Dabhi a Galicia en un lujoso jet alquilado según el diario digital Público, que consultó precios, por la módica cantidad de 97.000 euros. Más allá de la impresión del precio por un viaje de 6 horas que, siendo para él calderilla, le sufraga alguno de sus espléndidos amigos árabes, he sonreído con amargura pensando en como nos machacan la mente con que controlemos el uso del transporte privado y utilicemos en la medida de lo posible los transportes públicos para preservar el medio ambiente planetario y evitar los problemas de contaminación, como nos tratan como a imbéciles llenándonos de cortapisas, seguro que necesarias, pero que puedes saltarte con una única condición: tener dinero en abundancia, pertenecer a una élite depredadora que ha ganado por completo la batalla ideológica logrando que el significante izquierda se ubique para una gran mayoría de la población, casi exclusivamente en múltiples problemas de enorme importancia, pero casi siempre olvidando u orillando el eje que nos va a vertebrar la vida desde que nacemos: la clase social. Lo expresó Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, poniendo en cuestión la "meritocracia" y la teoría del "esfuerzo personal": el 90% de los que nacen pobres, mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras el 90% de los que nacen ricos mueren ricos por poco empeño que pongan.

Vuelvo al meritorio ladrón que, según sus defensores, ha retornado exonerado por la justicia. No es así, lo que lo exonera es una interpretación de la Constitución del 78 que sitúa a la monarquía española en los lindes del absolutismo. El juez de la única causa abierta que tiene Juan Carlos, en Reino Unido por supuesto acoso a Corinna Larsen, receptora de un "regalo" de 60 millones de euros, explicó con gran claridad, ante la demanda de su defensa de que en calidad de Rey Emérito sigue siendo inmune, lo siguiente: "En su forma más cruda, el argumento (...), si se acepta, significaría que si mañana el demandado entrara en una joyería en Hatton Garden y roba un anillo de diamantes, no podría enfrentar ningún proceso civil o penal en esta jurisdicción". Diáfano. Nunca, nunca la irresponsabilidad (también en el doble sentido) de sus actos debía aplicarse fuera del ámbito político donde su actuación tenía que estar refrendada en todo momento por el gobierno. Lo entiende cualquiera que posea un mínimo de dignidad y no tenga alma de esclavo comulgante con ruedas de molino.

Tengámoslo claro, la jefatura del estado en España la ostenta alguien, el rey actual también, que está de facto "fuera de la ley" en el sentido de que ésta, al menos en el estado español no le puede alcanzar (aunque sus letrados querían establecer el planeta como ámbito de su impunidad), pues existe la onerosa inmunidad que se traduce en un "todo vale" que convierte el comportamiento del individuo en puro libre albedrío de su moral personal. Y el nivel moral del padre pródigo queda reflejado en una frase que podría constituir una trinidad junto con las ya míticas "¿por qué no te callas?" y "lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir". La última expresión destinada a entrar en la historia es, a preguntas de una periodista, aún más concisa: "explicaciones, ¿de qué? (risotada final incluida)". Leyendo ahora las tres, escritas en sentido cronológico, observas en la primera al borrachuzo malcriado acostumbrado a la coraza mediática que le rodeó y cubrió a posta, durante decenios, sus tropelías; en la segunda, aún rey y en plena crisis económica de 2008, con la veda informativa ya abierta, le aconsejaron una actitud contrita mejorable hasta por un niño de primaria; en la tercera, muestra que ya todo le importa un bledo y el interrogante no hace referencia tanto a sobre que asunto tiene que explicarse, sino que ese "de qué", remarcado con la carcajada, contiene el enorme desprecio del impune, ubicado por encima de cualquier ley, por aquellos (todos nosotros, monárquicos o republicanos) que él sabe que somos, de facto, unos súbditos. 

Sí, súbditos a los que dicen que la monarquía tiene la legitimidad de haber sido votada en la Constitución de 1978 obviando que la elección de la forma de estado, véase Italia o Grecia tras la caída de sus dictaduras, precede a la elaboración de una constitución. Aquí, en lo que concierne al conocimiento que tenga cierta hondura, grandes corporaciones mediáticas mediante, nos lo birlan casi todo y nos endilgan un cuento. En los años 90, en una entrevista de la panegirista de la Transición Victoria Prego a Adolfo Suárez, éste, a micrófono tapado pero que captó sus palabras, confesó que metieron la monarquía en el "paquete" constitucional porque las encuestas revelaban que salía derrotada en un referéndum. Yo, desde la vivencia de aquellos años, me muestro escéptico, estoy convencido que con una campaña cuajada de temores, tipo OTAN en el 86, ganaba la monarquía. Incluso ahora, si se realizara, estoy plenamente convencido de que sería muy complicada la victoria de la opción republicana con el funcionamiento a plena máquina de unos batallones del miedo que anunciarían plagas bíblicas del tipo que la República trajo la Guerra Civil (y no el golpe militar de unos generales fascistas conniventes con la oligarquía y la Iglesia). Y sospecho que no ganaría con gran amplitud porque en Cataluña y Euskadi, esas dos comunidades que dificultan que la derecha oficial gobierne en el estado español casi a perpetuidad, tiene altísimos niveles de rechazo.

El gran responsable de la altanería de Juan Carlos, de que estos niveles de indignidad y desprecio se mantengan es el PSOE. No vale salir en los medios diciendo que el rey debería haber dado explicaciones o pedido perdón. A ninguno de nosotros, si delinquimos, o cometemos una simple falta, nos vale con pedir perdón. El PSOE está molesto con Juan Carlos no por esa leyenda urbana de ser un partido republicano, sino porque teme que le fastidie su plan de afianzamiento de la monarquía con la construcción, en la persona de Felipe VI, de un nuevo rey ejemplar. Hacer una transición exitosa del desprestigiado "juancarlismo" (¿se extinguió, adorable animalillo que superpobló las tierras de España, el republicanus juancarlistus?) a la consolidación del "felipismo" tiene, se supone, más probabilidades de éxito sin el heredero de Franco exhibiendo con descaro su impunidad mientras, por ejemplo, el rapero Pablo Hasel lleva en la cárcel desde febrero de 2021, en el país de la "democracia plena", por un mero delito de opinión, por unas letras que hablan de las corruptelas de la monarquía española, circunstancia que también hace que otro rapero, Valtònyc, lleve tres años exiliado en Bélgica, cuya justicia ha denegado recientemente su extradición. Estos flagrantes agravios comparativos deberían convocar miles de personas en las calles, pero el vacío de las calles y de no pocas mentes nos contempla. Y ese vacío tiene como raíz la idea de que la democracia, ese tótem que casi al día siguiente de la muerte del dictador tenía legión de adoradores, la trajo el hijo político de Franco y no, por poner un ejemplo entre miles, un obrero llamado Antonio González Ramos dejando su vida el 30 de octubre de 1975 en una comisaría de Santa Cruz de Tenerife víctima de feroces torturas. La democracia sigue siendo hoy en el imaginario de amplias capas de la población no una conquista, un logro, una lucha sufrida con muchas víctimas, sino el otorgamiento gracioso (en el sentido de gracia o concesión) de un rey providencial. Esta posición  la expresa claramente el locutor de radio ultraderechista Carlos Herrera en un texto escrito en ABC: "Los comunistas de Podemos estaríais detenidos si Juan Carlos no se hubiera dejado toda su energía en lograr una transición pacífica de una dictadura a una democracia". Además, abunda en otra tesis complementaria a la anterior: "Ese es su historial: haber recibido el poder absoluto de un dictador y haberlo puesto a disposición del pueblo español". Cualquier análisis serio sabe que, muerto Franco, la monarquía de Juan Carlos si quería perdurar, tenía como única posible desembocadura el establecimiento de un régimen multipartidista similar, al menos en las formas, a los existentes en Europa Occidental,  más tras la caída de las dictaduras de Portugal y Grecia en 1974. Por otra parte,  en pleno vendaval anticomunista y filofascista en Europa, los comunistas, de Podemos, de otras organizaciones o sin filiación partidaria, somos unos desagradecidos que no valoramos lo suficiente no estar presos. De aquí, de las palabras del Sr. Herrera, cualquier persona biempensante (español de bien en lenguaje fascista), deducirá que, para sus merecimientos, para su ímprobo esfuerzo en pro de la democracia que casi le cuesta la salud, el denominado emérito tiene el gran mérito de habernos cobrado (robado) poco.

Voy acabando con un dato que refleja la actitud real del PSOE, que deja en pura pantomima las palabras de reproche para agradar a un electorado que sabe que tiene querencias republicanas: ha bloqueado quince veces, junto al PP y a los fascistas de VOX, la formación de una comisión de investigación en el parlamento sobre los delitos de Juan Carlos que, claro, acabarían siendo los delitos de esa empresa familiar llamada monarquía. 

Al final casi todo es superfluo y cansino, bastante desalentador. Me basta con lo expresado (aunque me sobra una palabra hermosa y esencial para el devenir de la humanidad) por el revolucionario francés Saint Just en 1792: "No se puede reinar inocentemente: la locura es demasiado evidente. Todo rey es un rebelde y un usurpador". 

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