sábado, 19 de septiembre de 2015

La ilusión griega o el año que no fue sur

En enero de 2015 Syriza ganaba las elecciones en Grecia. Ese mismo mes las encuestas en España establecían que Podemos tenía opciones de triunfar en las elecciones generales que se celebrarán en diciembre.
Ilusionaba la posibilidad de que en dos países del sur de Europa se quebrara el cinturón de hierro del bipartidismo que conforman los liberal-conservadores y los liberal-socialistas o exsocialdemócratas.
Ha pasado muy poco tiempo, nueve meses, y los griegos vuelven con la cabeza gacha a las urnas. Syriza se ha rendido y, de camino, sin quererlo, por supuesto, ha machacado el mensaje interno de Podemos: el famoso y multiusos "Sí se puede". Resulta patético Pablo Iglesias tachando de fiero león a un Tsipras que, según él, en un acto de enorme generosidad, da la voz a su pueblo. A la fuerza ahorcan. Tsipras convocó las elecciones forzado por la aparición en su grupo parlamentario de 40 diputados díscolos (aunque en realidad los díscolos al fenecido programa electoral de enero son Alexis y sus fieles). O sea, se había quedado en clara minoría y tenía que subsistir apoyándose, todos los acuerdos con la UE se han aprobado así, en los partidos de la "vieja política". Con las elecciones consigue desembarazarse de los sectores críticos y a lo mejor, a veces malévolo me lo pregunto poniéndome en la mente de Tsipras, tiene suerte y pierde.
Yo, después de llegar al poder con un programa antiausteridad lleno de líneas rojas que nunca traspasaría, me sentiría incapaz de subirme a un estrado a pedir el voto, con el añadido al incumplimiento del mandato electoral programático del bochornoso espectáculo que fue el referéndum burla. Aquel donde un 62% de los electores, a pesar de las duras condiciones del corralito, votaron una dignidad que apenas una semana después se vio afrentada por su propio gobierno. Siempre he creído que la entidad moral de la izquierda debe ser intachable y si le planteas una pregunta tu pueblo y sale la postura que tú defiendes, tienes la obligación estricta de establecer los medios para cumplimentar ese mandato del que tú has sido adalid.
Syriza, ubicándonos en territorio español, se ha convertido en  un precioso regalo para el PP y el PSOE de cara a las próximas elecciones generales. Fuera del social-liberalismo no hay opciones. Queda sólo la locura, el peligro, el mar tenebroso que nos lleva al abismo. Los laboristas eligen un líder, Jeremy Corbyn, del ala izquierda, que maneja algunos vocablos propios de la cultura socialista, como gravar a las rentas más altas para disminuir el déficit o nacionalizar algunos sectores estratégicos, y es tachado por Cameron de "peligro para la seguridad nacional". También se espanta un posible criminal de guerra, nunca juzgado, de su propio partido: Tony Blair. Nunca llegará al poder con esos postulados izquierdistas, claman los analistas. Quizás tengan razón. Aquí brota la teoría de ocupar la centralidad del tablero. 
Resumiendo: la izquierda puede llegar al poder sólo si oculta un programa de transformación social. Se pliega al pensamiento dominante y se niega a educar ideológicamente, a hacer pedagogía de lo común, de que la base de la riqueza es el trabajo humano y no el burgués benefactor (la famosa frase: "mi jefe me da de comer"), a enseñar que el capitalismo es una lacra que transita de crisis en crisis y, en consecuencia, de guerra en guerra. Por supuesto, la izquierda tiene que abanderar las causas inmediatas como la protección de los migrantes por el hambre y la guerra. Pero su deber ineludible es explicar quienes son, y que beneficio buscan, los miserables que convierten países en trágicos estados fallidos.
El sueño de 2015, el sueño de la quiebra por el flanco sur de la política de austeridad (que lástima el destrozo del significado de una hermosa palabra) para el pueblo, no cristalizará más allá de algunas posibilidades surgidas en mayo en el ámbito municipal. En diciembre es probable que Podemos, o las candidaturas de unidad popular, si impera el sentido apropiado de la confluencia, tengan unos resultados buenos, no alcanzados nunca por fuerzas situadas a la izquierda del bipartito. No obstante, la ilusión de enero ya es un ser malherido. Si a duras penas gana Syriza (quizás cuando lean esto ya se haya votado), diremos algo similar a: "bueno... vale", mientras el rictus más nuestro, el del pitufo escéptico, se nos dibuja en el rostro.

1 comentario:

  1. Pues a mi se me a quedado una cara al ver que gana Syriza otra vez que ni te cuento,son traicionados y les votan! si es su mejor alternativa es que no tienen alternativas.
    Claramente si votando se cambiara algo estaría prohibido(no son palabras mías),pero la dictadura del proletariado se a visto que lo primero que hace al llegar al poder es eliminar a los mas izquierdistas y las libertades. El ser humano es un esclavo por consentimiento propio,yo como acrata no dejar de luchar por las injusticias,pero nunca mas llorare por los esclavos de occidente.

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