sábado, 23 de mayo de 2015

Saludo al ejército, galdosiano, de don Manuel

La angustia de la respuesta. ¿Cómo contestarle, con la altura que se merece, a la intrépida hueste (“pequeño ejército de Manolo” en afortunadas palabras de su integrante Pablo Cabal) del IES Pérez Galdós que, armada con sus pensamientos, ha llenado de ruido, furia y colorido este mortecino callejón?
Dubitativo, como casi siempre, no lo sé. Pero por impulso, y quizás por deformación profesional, acude a mí la pincelada histórica. Después de leer sus textos (todo comentario realizado en el blog llega a mi correo personal) me he acordado del “Siglo de las Luces”, el XVIII, y un puñado de individuos que apelaban a la razón, que combatían la teoría del valle de lágrimas (terrenal) como un paso previo a la felicidad (celestial). Con su Enciclopedia,  Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, desafiaron el poder omnímodo y degradante de la Iglesia Católica y proclamaron que había que ser razonablemente felices y dignos en este mundo. Y ustedes, yo los percibo así, me parecen gente empeñada en similar propósito.

Me atrevo a, citándolos y extrayendo una frase de sus textos, hacerles un mínimo comentario individual.
Claudia Pérez: ¿Cómo puede ser que un jugador de fútbol cobre casi lo mismo o incluso más que un médico? Desde la inocencia, me encanta la ternura de pensar un mundo al derecho.
Zule: En los pueblos antiguos se carecía de profesores y escuelas. Un refrán africano dice que “para educar a un niño se necesita toda la tribu”. Mi experiencia me dice que la tribu cada vez delega más en el profechicero.
Raúl Dguez: Desde mi punto de vista, estas situaciones no se deben a problemas de racismo o de clases como se suele pensar, sino a una falta de empatía total y a una pasividad por parte de la mayoría de la población. La necesaria pulsión humanista, aunque las clases, y su lucha, existen.
Carmen Peña: Si bien, el comunismo de Lenin cometió errores fue un estado que lucho verdaderamente por la emancipación del proletariado. ¿El proletariado? ¿Qué extraño ente es ese? Hablemos, con amabilidad, de clase media.
Saray (Is a Dream): Pero los más hipócritas somos nosotros, nos quejamos todos los días de lo corruptos que son los políticos, pero ¿Nosotros no lo somos? Sí, a veces me quedo con los folios sobrantes de un examen. Soy un gurteliano en potencia. Pero no olvides que is a dream.
Simón González: PD: Me fascina cómo escribe y expresa su opinión; es muy incisivo y ácido, pero siempre lo hace con estilo. Después de estas alabanzas al ególatra bloguero, disculpo que en tu texto mancilles ese faro del antiimperialismo que es Venezuela y, lo que es peor, que tengas la tentación de votar a ese epígono del PP, al menos en lo económico, que responde al nombre de Ciudadanos.
Sara Torres: A esos tantos que roban les diría que ya que roban, que sean un poco más solidarios. Sospecho que estos son el alma inversa de Robin Hood. O sea, como decía mi padre, tienen el alma atrás.
Charlotte: Vive y deja vivir y serás mucho más feliz. ¿Cómo verías cambiar el deja por contribuye a?
Ciiara García: Si es que en este mundo nadie mira por nadie sin querer recibir nada a cambio. Pues sí. Pero a veces como moneda de cambio un abrazo o una buena conversación bastan.
Pedro M. Cruz: Sí, el televisor, gracias al cual nos hemos ido "informando" de lo que nos han querido contar. Entendiendo tus argumentos, que a menudo son los míos, a veces me cuestiono hasta que punto la televisión ha sido para nosotros, los rojos, un icono, facilón y socorrido, de la maldad capitalista.
Cristina Morán: Políticos de pacotilla… para, siendo injusto generalizar, ¿un pueblo un poco pacotillero? 
Miiriam Happy: Esto hace que vivamos en un mundo de ciegos. Te percibo en un conflicto, espero que fructífero, con tu nick.
Pablo Cabal: Pienso que una persona que haya matado será incapaz de perdonarse y acabará suicidándose. Perdona al demagogo que soy, pero ¿cuántos presidentes suicidas de EEUU conoces? No obstante, tienes razón, no siente igual la mano del general que la del soldado.
Amalia Arias: ¿Qué pasará el día que todos queramos restablecer los derechos a su posición? Creo que a la gran mayoría, a los que Galeano llamaba “los nadie”, le sobra en la palabra restablecer la erre inicial.
Fernando Artiles: La pérdida de tiempo que supone la veneración de dicho “dictador celestial”. Precaución Fernando, que ya que me voy a quedar a mitad del cuento (o la historia), aspiro a un huequito novelero en la etérea balconada.
Enrique: Además de en el campo de batalla, las ideas reaccionarias habían vencido en el imaginario colectivo. Por eso, aunque nos lo creamos, no construimos cada uno, fruto de la iluminación, nuestro pensamiento. Hay que partirse la cara con las ideas dominantes y el lenguaje que las expresa y las reproduce.
Como colofón y bello resumen las palabras, de
Idaira Trejo: Supongo que siempre sale el sol, pero hay que admitir que le gusta esconderse. (Fruto de noches melancólicas).

Acabo expresándoles mi deseo de que don Manuel haya sido un general dadivoso con el esfuerzo hecho por ustedes. Si le tienta la racanería, díganmelo y le escribiré un articulazo mentándole la bicha “oteguiana”, circunstancia que le transforma, entre terribles sufrimientos, de apacible Jekill en colérico Hyde.






2 comentarios:

  1. Mi muy estimado don Pepe Juan:

    No dude usted un ápice de mi justedad y magnanimidad hacia la tropa.

    Aprobé a quien le atizó duro, suspendió aquel que osó desertar o arrimarse al enemigo.

    Reciba mi afecto en este saludo.

    PS. las personas gramaticales en los verbos "aprobar" y "suspender" han sido aplicadas arbitrariamente.

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    1. Olvídese de la justicia y sea magnánimo con toda la tropa, pues hasta en los atizantes percibí respeto y, siendo osado, un soplo de ese cariño que es el aliento.
      Siempre he valorado, siendo usted hombre de cuna relativamente elevada, su afecto por este desvencijado espacio. Así, cuando los grandes callejones transiten las mínimas avenidas, sabe usted que seguirá teniendo en mí a un amigo.
      Y ya conoce el arbitrario refrán: "amigos hasta en el infierno... de la radicalidad".

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