viernes, 1 de mayo de 2015

Primero de Mayo: de la liturgia a la medalla

Hoy he participado, creyente escéptico, en esa liturgia anual que se conoce como Primero de Mayo. Es una celebración que cada vez me parece menos importante salvo en lo que tiene de homenaje a todos los trabajadores que se dejaron años y piel en la lucha por salir de una explotación brutal (sin obviar la explotación como elemento consustancial de una sociedad de clases) que, perdida de derechos y precariedad rampantes, se proyecta delante de nosotros como si la carrera nos llevara de nuevo a la línea de salida. 
Y es que pienso que el Primero de Mayo se celebra realmente cuando se lucha intensamente por no perder las conquistas logradas. Para mí el termómetro laboral de este país han sido las dos últimas huelgas generales en plena crisis. Esas convocatorias valían por una ristra de primeros de mayos, pues eran pulsos reales a políticas que venían a bajarnos los sueldos y precarizar, aún más, a una gran cantidad de trabajadores. Y en esos pulsos directos contra la patronal y el gobierno que sirve sus intereses la respuesta, siendo generosos, diré que fue discreta. Una clase trabajadora que no es capaz de poner en el asador masivamente un día de salario está abriendo, con su sumisión, la vía que la manda a las casillas iniciales del siglo XIX. Los días de las huelgas generales las calles tenían que haber amanecido como lo estaban hoy cuando, sobre las diez y media, puse rumbo al Parque San Telmo (lugar emblemático de Las Palmas): vacías, como un día de fiesta, con la apacibilidad que preludia la tormenta. 
De vuelta en casa, sin salirnos del arduo ámbito del trabajo, la noticia que te reconforta. La que te reconcilia con el mundo: el tenista Rafael Nadal recibió la medalla de oro al Mérito en el Trabajo. Sí, con 28 añitos y, según la revista Forbes, un patrimonio de entre 150 y 200 millones de euros, el gobierno, por la mano de Rajoy, riéndose de esta fecha simbólica, condecora al hombre más rico de las Islas Baleares. El mérito de Rafael Nadal ha sido esforzarse en una disciplina deportiva que le gusta y le permite ganar ingentes cantidades de dinero y reconocimiento social. Algo (el esfuerzo) que probablemente muchas personas que incluso le doblan en edad han realizado con la misma intensidad que él y un rendimiento crematístico infinitamente menor. Estás medallas, con las que el poder a través de estos personajes se celebra a sí mismo, son un insulto a los trabajadores que bregan cotidianamente con "el increíble salario menguante". Si pienso en los cuatro millones y medio de parados, siendo sarcástico, y hasta sangrante, en España debería de existir la medalla de oro al Mérito en la Espera de un Trabajo.

1 comentario:

  1. Triste, ¿No, estimado Jose Juan? Lo que han conseguido años de protesta por mano de la clase trabajadora, por el "currante" diario que de aquel entonces se dejaba literalmente el cuerpo en cada manifestación, ha sido acallado por un simple artefacto, un artefacto muy simple, pero a la vez muy complejo. Instrumento manipulador el cual casi todos los lectores y, seguramente, la gran mayoría de los españoles tienen en su domicilio de forma individual o en cuantioso número. Sí, el televisor, gracias al cual nos hemos ido "informando" de lo que nos han querido contar. Con el cual nos han demostrado que realmente, la mayoría prefiere protestar sentado en su sofá con el mando a distancia en alto en vez de con el puño en alto en medio de la calle como debería ser. Están consiguiendo en gran medida lo que quieren los políticos y, sobretodo, "los de arriba", los que realmente controlan la situación, los "titiriteros" de esta trágica historia, los grandes empresarios que pagan a nuestros fantásticos líderes políticos escogidos por "nosotros" (entrecomillado por no citar casos como el de las elecciones de Andalucía, que con tanto agricultor subsistiendo a base de ayudas gubernamentales y buen funcionario, es normal que sigan gobernando) para poder dejar al honrado trabajador a la altura de la suela de cualquier banquero, político o empresario (que tampoco son todos iguales, ya que, como dice el refrán popular "en todas las casas se cuecen habas").
    ¿Día del trabajador? Con cada vez una lista mayor de parados, no sé cómo la gente no se da cuenta que este día no es más que una farsa, un burdo antifaz para dar al pueblo lo que quiere, un "día libre" más, un festivo, cuando en realidad, para un gran número de españoles (4.333.016, para ser exactos) todos los días son "Primero de Mayo".
    Triste... Triste, pero cierto... Gracias a Dios, siempre están las típicas "ovejas negras" como usted, que no siguen al rebaño y se dan cuenta de la precaria situación.

    Pedro Manuel Cruz Fernández: Alumno de 2º de bachillerato (D)

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