domingo, 5 de abril de 2015

Privilegio y trabajo

Hace unas semanas, en el transcurso de una conversación, surgió el concepto privilegio relacionado con el concepto trabajo. Sé que es un tema espinoso, pues el desempleo está en la base del sufrimiento de muchas personas. Esto me lleva a hacer una reflexión escrita sobre el asunto para explicar mi posición. Cuando me acerco a cualquier tema que trato en este blog no pretendo ser un ente objetivo. Asumo mi subjetividad, que mi realidad, mi historia, mi posicionamiento ideológico, marcan mi visión del mundo.
Soy consciente, aunque no lo he vivido en mis carnes, de que cuando la necesidad material acucia, el lenguaje queda en un plano inferior e intrascendente. Aclaro esto, me reafirmo en mi postura, ya expresada en otros textos, acerca de que el lenguaje es un elemento de dominio ideológico de primer orden, que utiliza con enorme sabiduría la clase dominante  para conformar el pensamiento de la gran mayoría, utilizando como herramientas sus medios (casi todos) de comunicación. La víctima civil de un bombardeo es, desde hace años, un lamentable, pero ineludible, daño colateral; la agresión militar contra un país, en un excepcional ejercicio lingüístico-mágico, muta en intervención humanitaria. El lenguaje deviene en disfraz o espejo deformante de la realidad. En mi empeño por lograr una cierta precisión lingüística, como elemento de concienciación y avance, soy absolutamente renuente a mezclar el concepto trabajo (considerándolo la labor cotidiana de una inmensa mayoría, por la que en base a nuestra cualificación recibimos una remuneración digna) con el de privilegiado. No obstante no se me escapa que no es lo mismo ganar 2.000 euros mensuales netos, que ganar 950 brutos o menos (situación que según un reciente estudio padecen en el estado español cuatro millones y medio de asalariado) o estar en el paro sin cobrar prestación alguna. Para la persona que padece esta última situación la posición del grupo de los cuatro millones y pico de mal pagados es un anhelo, y para el que ingresa menos de 950 los dos mil son un sueño. Y para ambos, con gran placer de las clases dominantes de ingresos millonarios, de esos para los que los trabajadores somos insectos, el grupo que llega o rebasa los dos mil es un colectivo, y aquí surge la interesada palabra, privilegiado. Se obvia que la palabra privilegio implica obtener o disfrutar algo inmerecido y que se le niega al resto de la sociedad. 
Un trabajador no precario, con una remuneración que le permite llegar a fin de mes sin apuros, no es un privilegiado, es un horizonte por el que tenemos que luchar todos los trabajadores sin distinción alguna. Siempre he defendido que los que tenemos un trabajo estable, con más encono aún que los precarios (en situación de debilidad), tenemos el deber moral, fruto de la conciencia de clase, de abanderar esa reivindicación.
Usemos el término privilegio en su justo contexto, cuando hablemos de salarios o ganancias desorbitadas (por ejemplo los futbolistas de élite, retribuciones millonarias de banqueros, operaciones bursátiles que posibilitan ganar en un día millones de euros) y desechémoslo, o al menos seamos cautos, cuando se use como ariete para crear divisiones en el seno de la clase trabajadora, confundiendo, intencionadamente y con alevosía, lo que es el derecho justo a un trabajo digno con un falso privilegio.

4 comentarios:

  1. Estimado don Pepe Juan, créame que resulta un privilegio trabajar con el hermoso y brillante alumnado de 2ºbachillerato C del IES Pérez Galdós al que animo a participar en su blog.

    Reciba un afectuoso saludo.

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  2. Claudia Pérez García
    Alumna del I.E.S Pérez Galdós 2ºBachillerato D

    La lectura de este texto ha sido muy interesante desde mi punto de vista, con una opinión más firme, realista y directa que las que nos podemos encontrar en cualquier medio de comunicación acerca de temas de gran importancia y urgencia en la actualidad. La diferencia que sufren los ciudadanos normales en su sueldo con los de aquellos que tienen un trabajo demasiado bien pagado y es más que una injusticia. ¿Cómo puede ser que un jugador de fútbol cobre casi lo mismo o incluso más que un médico? Todos los fondos dirigidos a esta clase de ‘‘trabajos’’ deberían ser utilizados para algo mejor como la educación, sanidad o incluso para crear nuevos puestos de trabajos o al menos aumentar un poco el de aquellas personas que apenas pueden llegar a fin de mes con su sueldo. Eso sin mencionar las cantidades de fraudes que las personas en un alto nivel de vida realizan robando al propio estado cuando ya tienen más de lo que se podrían gastar en toda su vida. Mientras aquellos millonarios reciben cada vez más y más dinero aquellos que difícilmente pueden pagar el alquiler o llegar a fin de mes reciben cada vez menos.

    ¿Privilegio? El privilegio es algo que algunos tienen y otros no, sin embargo esto no tiene porque hundir al resto que no son privilegiados, para mi esto más que un privilegio es una injusticia.

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    1. Claudia: gracias por tu comentario. Me hace especial ilusión (salvo en momentos en los que sientes que reniegas hasta de la ilusión) la posibilidad de que algunas personas jóvenes se acerquen a este callejón y, además, dejen su comentario.
      Me tomo la libertad de desearte el mismo horizonte que a mis alumnos: un trabajo y un proyecto de vida dignos que te permitan ser razonablemente feliz.
      Un saludo cordial.

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  3. Errata corregida muy tardíamente: donde dice "aclaro esto" debe decir "aclarado esto".

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