lunes, 13 de abril de 2015

El nuevo crepúsculo del viejo sueño republicano

El 13 de abril de 1977, a las 11 de la noche, tres camaradas y quién esto escribe, militantes del Partido de Unificación Comunista de Canarias (una de las tantas organizaciones surgidas por el flanco de babor de un estriborizado PCE), fuimos detenidos por realizar una pegada de carteles conmemorativa y reivindicativa. En la víspera del 46 aniversario de la fundación de la Segunda República, luchábamos por la consecución de la Tercera. Hoy 13 de abril de 2015, víspera del 84 aniversario, sigue siendo necesario prepararnos (en general pocos) para conmemorarla y, lo que es más triste, reivindicarla.
El adolescente que tenía 17 años, con su querencia republicana tan racional como sentimental, ya por aquellos días empezó a oír que la república era un tema secundario, que el dilema básico de ese momento histórico era dictadura o democracia. Tanto el PSOE como el recientísimamente legalizado (9 de abril, sábado de resurrección) PCE, empezaban a desplegar en sus puestas en escena la bicolor. 
En diversas ocasiones y foros he sufrido el argumento de que a la mayoría de la gente le daba igual la forma de estado, que ese asunto no le preocupaba a casi nadie. El problema es que una izquierda poderosa, bajo mi punto de vista, es una agenda de la conciencia con puntos insobornables, edificados con derechos básicos e igualdad. Y la monarquía, para un hombre de izquierdas consecuente, se basa en la más oprobiosa de las desigualdades: concebir la jefatura de un estado, vía coito, como el coto privado de una familia. 
También hay tergiversadores míseros que legitiman la corona acogiéndose al necio argumento de que recibió el espaldarazo al ser aprobada, mediante referéndum, la constitución de 1978. Aquella que se votó en medio, no de un ruido, sino de un estruendo de sables. Una consulta de un paquete global donde elegías la posibilidad de dejar atrás lo más atroz de la dictadura y en la que las fuerzas a la izquierda del PCE pidieron la abstención, pues sabían que el voto en contra era patrimonio (salvo en Euskadi, si la memoria no me falla) de la ultraderecha.
Han pasado casi 40 años de mi 14 de abril adolescente. Hoy que, como he dicho antes, unos seguimos conmemorando y reivindicando, otros siguen, para disimular su cobardía, su agenda posibilista y sin entidad moral, con el mismo sonsonete de hace tantos años: la república no es un tema prioritario, no es una necesidad que sienta la gente.
En los últimos años, hasta junio de 2014, en el ocaso, salpicado de escándalos, del Borbón viejo (más por apolillamiento interno que por fuerza externa), se vislumbró la posibilidad de un tiempo nuevo que conllevara decidir sobre aquello que nunca interesa que interese: la forma de estado. La operación recambio, que ha situado al Borbón joven en esa antigualla que llamamos trono, ha sido un éxito. La nave monárquica, debemos tenerlo claro, ha enderezado al menos de momento su rumbo.
Debo hacer mención a un partido que se autodefine republicano pero, en el culmen de la coherencia, ha sido el principal garante del régimen monárquico español. Si en junio de 2014 el PSOE declara que el pueblo español tiene derecho (con la palabrería de rigor y "reconociendo bla bla bla los grandes servicios prestados por la corona, bla bla bla"), tantos años después de cuando tocaba reparar ese agravio histórico, a un nuevo proceso constituyente donde como paso previo se decida la forma de estado, el régimen del 78 quizás habría entrado en una crisis irreversible, pudiendo romperse las ataduras de la transición. Sé que lo que antecede es un imposible. El PSOE es un pilar del orden establecido, un partido que anida, sólidamente, en la orilla derecha, con un líder espiritual, Felipe González, que firma junto a expresidentes de derechas de América Latina, un manifiesta para derribar al gobierno electo y revolucionario de Venezuela.
No puedo dejar de referirme a Podemos. He visto en diversas ocasiones tanto a Pablo Iglesias como a Monedero o a Errejón defender la República. Pero hay un par de datos desazonantes. Hace un mes, Sergio Pascual, secretario de organización, declaró lo siguiente: "el debate Monarquía o República no interesa en absoluto a la ciudadanía española". Uno de los "reyes" de la nueva política (aunque ya no en exclusiva, pues ha irrumpido ese Podemos de marca blanca que es Ciudadanos) esbozando un argumento viejo y, lo que es peor, de enorme pobreza intelectual. ¿Dirá algo Podemos estos días? No lo sé. Pero parece que sí hará: reunirse  en Bruselas el 15 de abril junto al resto de eurodiputados españoles, salvo (honrosa excepción) los seis de la Izquierda Plural, con el jefe, no electo, de la tan denostada casta: Felipe VI. 
Ya sé, en el ocaso del adolescente, que jamás cumpliré el viejo anhelo de salir a la calle, con mi tricolor, el día fundacional de la Tercera, y así dar descanso a la vieja, querida y asesinada Segunda República.
                                          

3 comentarios:

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  2. Enrique IES PÉREZ GALDÓS 2ºD
    Si bien es cierto que la roja, amarilla y morada no es mi bandera, si bien es cierto que no creo que una república española sea el sistema a instaurar en esta tierra que mi pueblo ha trabajado, es necesario y justo hacer un ejercicio de memoria histórica recordando cada aniversario la segunda república. Pese a que mis pensamientos se acerquen más a los de soberanía nacional y socialismo compartidos con el propio PUCC-MIRAC en el que según ha escrito militó recordar esa república de demasiada escueta duración es esencial a día de hoy. Pues hacer mención al periodo del 31 al 36 del siglo pasado es hacer mención a un proceso de empoderamiento popular que asustó a la clase dominante que terminaría por dar un golpe de estado asesino y criminal para mantener sus privilegios. Hacer mención a ella es recordar a los cientos de miles de asesinados, torturados y perseguidos por las hordas de animales fascistas.
    Por ello le agradezco que lo haya hecho pues la necesidad de quitarnos esa espinita, que digo espinita... maleta de una tonelada que cargamos los herederos de los vencidos al ver que sus esfuerzos han tenido escasas respuestas por las siguientes generaciones. Tras la muerte del monstruo, con el objetivo de obtener la democracia y las libertades (burguesas) la izquierda empezó a ceder en sus posiciones, tanto que el PSOE dejó de ser socialista y obrero y el PCE dejó de ser comunista. ¿Dónde quedaría la honra a esos militantes que habían muerto? no sé a ellos pero a mí me duele por tantas y tantas personas que en su momento dieron su vida y su existencia por conseguir para los pobres el poder de decidir sobre sus propias vidas. La renuncia a estos principios por ambos partidos y la escasa ruptura con el franquismo sin penas ninguna a los asesinos fascistas que además se convirtieron en "demócratas" ante la tolerancia de la opinión públiuca demuestra que además de en el campo de batalla, las ideas reaccionarias habían vencido en el imaginario colectivo.
    Por ello veo la necesidad de que la historia sea escrita por los vencidos, por los que han sido sometidos durante tanto tiempo para fundar una sociedad libre de mujeres y hombres nuevos.
    ¿Qué viva la República? por supuesto..
    ¡Qúe viva la República canaria de trabajadorxs!

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  3. Enrique IES PÉREZ GALDÓS 2ºD
    Si bien es cierto que la roja, amarilla y morada no es mi bandera, si bien es cierto que no creo que una república española sea el sistema a instaurar en esta tierra que mi pueblo ha trabajado, es necesario y justo hacer un ejercicio de memoria histórica recordando cada aniversario la segunda república. Pese a que mis pensamientos se acerquen más a los de soberanía nacional y socialismo compartidos con el propio PUCC-MIRAC en el que según ha escrito militó recordar esa república de demasiada escueta duración es esencial a día de hoy. Pues hacer mención al periodo del 31 al 36 del siglo pasado es hacer mención a un proceso de empoderamiento popular que asustó a la clase dominante que terminaría por dar un golpe de estado asesino y criminal para mantener sus privilegios. Hacer mención a ella es recordar a los cientos de miles de asesinados, torturados y perseguidos por las hordas de animales fascistas.
    Por ello le agradezco que lo haya hecho pues la necesidad de quitarnos esa espinita, que digo espinita... maleta de una tonelada que cargamos los herederos de los vencidos al ver que sus esfuerzos han tenido escasas respuestas por las siguientes generaciones. Tras la muerte del monstruo, con el objetivo de obtener la democracia y las libertades (burguesas) la izquierda empezó a ceder en sus posiciones, tanto que el PSOE dejó de ser socialista y obrero y el PCE dejó de ser comunista. ¿Dónde quedaría la honra a esos militantes que habían muerto? no sé a ellos pero a mí me duele por tantas y tantas personas que en su momento dieron su vida y su existencia por conseguir para los pobres el poder de decidir sobre sus propias vidas. La renuncia a estos principios por ambos partidos y la escasa ruptura con el franquismo sin penas ninguna a los asesinos fascistas que además se convirtieron en "demócratas" ante la tolerancia de la opinión públiuca demuestra que además de en el campo de batalla, las ideas reaccionarias habían vencido en el imaginario colectivo.
    Por ello veo la necesidad de que la historia sea escrita por los vencidos, por los que han sido sometidos durante tanto tiempo para fundar una sociedad libre de mujeres y hombres nuevos.
    ¿Qué viva la República? por supuesto..
    ¡Qúe viva la República canaria de trabajadorxs!

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