domingo, 6 de julio de 2014

Podemos: la fuerza y la voluntad

A estas alturas, muchos pensamos que el acontecimiento político del año en el estado español es la irrupción de Podemos. Alguien me dirá que es mucho más relevante el enjuague borbónico destinado a apuntalar el régimen del 78. Permítanme dudarlo. Aunque quizás el arreglo cosmético de la decrépita institución pueda hacer que tenga un cierto repunte a base de toneladas de babas cortesanas y fotos del campechano segundo viajando en tren con el común de los mortales, la aparición (para mucha gente ha tenido una componente milagrosa) de Podemos tiene la virtud de que puede desestabilizar el taburete político,  pues aunque reparen la pata regia, la socialista, con serios quebrantos ya, puede salir peor parada aún. Otra cuestión es que Podemos tenga la fuerza y la voluntad.

Las grandes expectativas pueden originar grandes frustraciones. Circula en algunos foros la idea de que Podemos, o su confluencia con movimientos sociales y otras fuerzas como IU, podría obtener la victoria en las elecciones de 2015. Sin ánimo de ser aguafiestas, me parece que ese escenario es bastante ficticio. Ellos plantean su discurso en términos de los de abajo contra los de arriba (lo que ellos llaman la casta, palabra que se ha usado con mayor profusión y éxito que nunca). En el fondo creo que es una manera elíptica de hablar de lo que el "coco marxista" llama la lucha de clases. Evitan también la dialéctica derecha-izquierda, probablemente porque piensan que en este país eso se equipara a PP-PSOE y además suena antiguo. No obstante ellos saben que su caladero de votos está en un 90% o más en el campo tradicional de la izquierda. Lo que les puede dar gran relevancia es su capacidad para movilizar el voto de izquierdas que más que desencantado estaba ya harto. A pesar de que PSOE hace aguas, yo no lo veo deshaciéndose por completo, aún es una estructura organizativa poderosa, cimentada durante decenios, por eso no es comparable con la UCD del díscolo Suárez y su derrumbe que suplió el PP. Podemos puede aspirar a desbancar, a tronchar esa pata tan débil del entramado borbónico superándole en votos, pero  (si me equivoco pago yo la ronda) las elecciones las ganará, ojalá teniéndolo muy complicado para gobernar, el PP, que agrupa todo el voto de la derecha.

Los ataques mediáticos serán cada vez más feroces. Con dos temas estrella: ETA y Venezuela. Aquí aparece la voluntad. La voluntad  de combatir las mentiras reiteradas de los oligopolios de la comunicación sobre esos dos temas o la voluntad calculadora, quizás timorata, de fintar ante esos asuntos, de convertirnos en finos extremos que hurtan la pelota ante las embestidas del contrario. No dudo que la postura que puede dar más réditos electorales es esta última, pero tampoco tengo dudas de que la postura que crea conciencia firme, que trasciende más allá de una jornada electoral, es la primera, la que combate. Cada vez que a Pablo Iglesias le hablen de ETA, debe decir aprovechando su acceso actual a tribunas de amplia difusión, que el gran terrorismo español del siglo XX fue el fascista, el que lideró Franco, porque estoy convencido de que ese pensamiento, correcto, es el suyo y porque la inmensa mayoría de la gente ha sido educada para no establecer esa relación entre terrorismo y fascismo. Una relación que en España duró 40 años. El gobierno colombiano y las FARC, organización calificada como terrorista, llevan más de un año negociando en La Habana. El terrorismo es un calificativo que se usa para desactivar el pensamiento como instrumento crítico. Para las autoridades de Kiev los prorrusos de los territorios del este son terroristas. Se ha convertido en un término comodín que ahora se utiliza, ya la señora Cospedal pidió que Pablo Iglesias fuera investigado por el abogado defensor de la hermana del rey (la fiscalía), para derribar a la cabeza visible de un movimiento que les resulta inquietante.

La otra estrella, el otro flanco de ataque a Podemos es Venezuela. Juan Carlos Monedero, uno de sus líderes más significados, debe decir, orgulloso, que ha estado apoyando la revolución bolivariana. A través de TeleSur lo vi, cuando se celebraron las elecciones presidenciales, formando parte del grupo de apoyo internacional a Maduro. Su posición de hace un año sigue siendo válida hoy. Y es más necesario que nunca difundirla con valentía, derribar otro de los pensamientos inducidos: la dictadura venezolana. Tres palabras que tienen más fuerza que esa figura única de la constitución venezolana: el referéndum revocatorio a mitad de mandato del presidente. Hay que decir, por si algún votante de Podemos, denostante de la casta hispana, le hace asquitos al proceso venezolano, que en Venezuela también están luchando contra su propia casta, esa que impedía que la riqueza petrolífera fluyera a los sectores más pobres. Las realidades son diferentes, pero las luchas, y en ese trasfondo internacionalista hay que educar siempre, tienen la misma base: la consecución de la justicia social.

3 comentarios:

  1. Estimado:

    Considero que los dos puntos que usted menciona (ETA y Venezuela) se encuentran en la periferia de una cuestión más importante y que, creo, Pablo Iglesias está evitando: el capitalismo

    En los pocos discursos que pude escuchar, Pablo Iglesias, explica el presente (deuda, desempleo, pobreza, etc) a partir de la lógica del complot. Resuelve los problemas actuales en un retorno a los universales como el pueblo o la ciudadanía: lo que sucede ha sido planificado por un escueto grupo de operadores (la casta, la oligarquía financiera) bastante parecidos a los villanos de las películas infantiles. Por supuesto, cualquiera sabe que es la lógica del capitalismo, y no un pequeño grupo de gente muy mala, lo que explica el curso actual del mundo.

    El problema puede residir en la dificultad de plantear un discurso anticapitalista hoy en día pero, por el contrario, si se sigue el discurso de Iglesias, quizás España sea incapaz de responder a la lógica capitalista, salvo con un conjunto de creencias infantiles

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    1. Yo la principal virtud que le encuentro a Podemos, es la de mover estás aguas estancadas de la resignación bipartidista. Sé que no plantean una alternativa revolucionaria en el sentido de destruir el capitalismo, pero creo que pueden ser interesantes, junto a otras fuerzas, en el aspecto de frenar el retroceso brutal de derechos.
      Durante más de 70 años la URSS fue la avanzadilla real del socialismo (con sus aciertos y errores), y en un pis pas a mediados de los 90 estaba sumergida en el capitalismo salvaje. Y que nadie me diga que se veía venir aquel desplome tan brutal. Muchos pensábamos que el camino hacia el socialismo era impepinable, simple cuestión de tiempo. Ya vemos que no. Y creo que las victorias pequeñas, que la gente sienta que hay avances, es bueno. Hoy miramos con cierta esperanza las experiencias de Latinoamérica. No son fáciles, pero creo que van mejorando las vidas de sus pueblos y creando conciencia.
      Un saludo

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    2. Es cierto que Podemos quizás frene la pérdida de derechos sociales, a lo que yo apuntaba con mi comentario anterior era a cierta construcción de discurso paranoico -conspiración plutócrata- que creo percibir cada vez que escucho a Pablo Iglesias.

      De Latinoamérica -al menos Argentina, donde vivo- puedo decirle otro tanto: todavía estamos inmersos hasta el cuello en la crisis del 2001. Si lee algún diario oficialista, comprobará que los argentinos sostenemos que si un juez falla contra la Argentina es porque tiene relación con tenedores de títulos, grupos mediáticos o la Iglesia. Quiero decir, no es tanto una crisis política y económica, sino de imaginación.
      Saludo

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