miércoles, 9 de julio de 2014

El talionazo: dentadura por diente

Todos hemos oído hablar de la Ley del Talión. A título de anécdota diré que el término viene de una palabra latina, "talis", que significa idéntica o semejante. Su filosofía esencial, ya presente en el Código de Hammurabi, uno de los primeros cuerpos legislativos, elaborado sobre piedra hace casi 4.000 años en Mesopotamia (actual Iraq donde la ley hoy, tras la intervención imperialista es una pantomima), se condensa en la popular expresión "ojo por ojo, diente por diente".
Me viene esta ley a la mente a cuenta de la nueva operación militar, "Margen Protector" se llama, que ha comenzado el estado de Israel contra ese enorme campo de concentración que es la franja de Gaza, que tiene 360 kilómetros cuadrados (menos de la cuarta parte de la isla de Gran Canaria) y cerca de 2 millones de habitantes. Israel no les aplica a los palestinos la Ley del Talión, que más quisieran éstos que recibir el diente por diente en sentido estricto. No. Israel les aplica el dentadura por diente. Cuando salta el diente de un israelí, un palestino se queda condenado a dieta blanda de por vida.
Un ejemplo reciente. En la operación "Plomo Fundido", lanzada por el estado judío sobre la franja de Gaza durante 20 días entre finales de 2008 e inicios de 2009, según las cifras del propio ejército de Israel murieron 1.166 palestinos, de ellos entre 300 y 400 civiles. Israel tuvo 14 bajas: 11 militares y 3 civiles. Otras organizaciones hablan de 1.400 muertos palestinos. En lo que no hay discordia es en la cifra de fallecidos israelíes. El 14 es un número inamovible. Sin ánimo de frivolizar: se cuentan con los dedos de las manos y un pie. La proporcionalidad entre los contendientes es de 1 a 100. Con el dentadura por diente me quedo corto. La equivalencia real es de tres bocas por un diente.
Se supone que la actual operación tiene su origen en el secuestro y posterior asesinato de 3 jóvenes israelíes. Durante la búsqueda de estos últimos, inicialmente desaparecidos, ya murieron 6 palestinos y fueron detenidos varios centenares. Desde el inicio de "Margen Protector", poco más de 24 horas, se cuentan ya más de 40 palestinos fallecidos, entre ellos 30 civiles de los que 6 son  niños, El agresor, torticeramente, en este macabro ejercicio del tiro al blanco, escuda su inmoralidad en que, niños en particular y civiles en general, están en lugares que son objetivo militar. No sólo mata al habitante de un territorio que vigila y encierra, sino que lo deshumaniza, le espeta que no cuida a sus niños y, dotado de una tecnología que le permite surcar impune el cielo  y el mar de Gaza, se lava las manos mientras lanza su mortífera carga.
Alegan también, para respaldar su ataque, que desde la Franja se lanzan cohetes de fabricación casera que "aterrorizan" las ciudades de Israel. Recuerden el dato que di respecto a la operación militar de 2008-2009: 3 civiles israelíes fallecidos (por cierto de los 11 militares 5 lo fueron por fuego amigo). El lanzamiento de cohetes palestinos en esta ocasión, al menos todavía, no ha matado a nadie. Incluso, muestra del abismo en tecnología armamentística, muchos son interceptados por un sistema llamado "Escudo de Hierro".
La causa principal del ataque judío es el desagrado que les supuso el acuerdo de Al Fatah y Hamas para constituir un gobierno de unidad nacional. Saben que el enemigo dividido es más débil, cada uno administrando las penurias de su territorio, Al Fatah en Cisjordania y Hamas en Gaza. Además cuentan con la pasividad, no, seré más preciso, la complicidad de los gobiernos occidentales que hacen tibios llamamientos, chapoteando en la equidistancia infame de tratar igual a los profundamente desiguales, a cesar la escalada de la violencia.
La violencia más pura, por su frialdad y su esencia vengativa, se produce cuando en la casa de un militante palestino, un individuo al que Israel señala, sin derecho a juicio, como terrorista, se recibe una llamada telefónica que les dice que desalojen, que esa consanguinidad les hace acreedores a un talionazo, a escapar como animales de un hogar que en cinco minutos será reducido a escombros, con la tranquilidad de conciencia que da ser el  brazo ejecutor de un pueblo elegido por Dios.


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