jueves, 16 de enero de 2014

El Gamonal: luchando para vencer

A lo largo de mi vida he acudido a innumerables manifestaciones y concentraciones. Desde las ritualizadas, como el 1º de mayo o, en menor medida, el 14 de abril, hasta las que surgen ante  una problemática concreta, sea internacional, nacional o local. Reconozco que casi siempre lo he hecho siguiendo la máxima, muy presente en mí, del ya citado en alguna otra ocasión, Ángel González: Sin esperanza, con convencimiento. Y esa ha sido la sensación con la que me he quedado tras acudir a esas convocatorias: la del deber moral cumplido y la de dar testimonio de mi desacuerdo con la que consideraba tropelía de turno. A lo largo del estado español han habido continuamente protestas vecinales por los más diversos motivos, y seguro que las siguen habiendo. Sin embargo, un barrio hasta hace unos días desconocido, ya es famoso en todo el estado español: El Gamonal. La que estaba destinada a ser una protesta como tantas otras ha saltado a la primera plana de la actualidad del país. Incluso alguna emisora de radio se ha trasladado al barrio a hacer en directo un informativo. La construcción de un bulevard que cuesta 8 millones de euros ha desatado la protesta vecinal. Una protesta desencauzada. Una protesta ofensiva. Una protesta organizada, masiva y duradera. Una protesta que ha reabierto el debate sobre el tabú de la violencia o de la no violencia. La alcaldesa de Madrid, en una declaración que la debería llevar a la dimisión por imbecilidad supina, ha manifestado que en Burgos han habido atentados, en un burdo intento de utilizar el cada vez más debilitado jarabe terrorista como bloqueador neuronal. El ministro de la porra ha hablado de "comandos radicales itinerantes", aunque todos los detenidos son del propio barrio. No obstante, yo revisaría los apellidos de los enchironados pues no olvidemos que Burgos está pegada a Euskadi. Por cierto, si hubiera ido gente de otros lugares a apoyar la protesta, ¿cuál habría sido el problema? ¿qué hay de malo en el apoyo solidario a luchas cuya causa sea justa? Sólo interesa que se propague la solidaridad caritativa, no la que se enfrenta. Nos guste o no, el amplificador del conflicto ha sido la insumisión de la protesta (tengo la impresión de que realizamos muchas protestas sumisas), la voluntad de transgredir los límites impuestos hasta lograr algún resultado positivo. Negar que la algarada es un altavoz, es negar la realidad. Sé que no es la visibilización más deseable, sé que las soluciones vienen sobre todo de la acumulación (hecho que también se ha producido en El Gamonal) de fuerzas y de la persistencia de las luchas. La estrategia de los pulsos de uno o dos días conduce a la frustración o, como expuse al principio, a la melancolía, cuajada de ética y estética, del perdedor. La LOMCE, por ejemplo, salió adelante porque la respuesta fue deslavazada y timorata. Los vecinos rompieron el cauce establecido de la manifestación o concentración resignada y, por lo pronto, han logrado un primer triunfo: la paralización temporal de la obra y que el alcalde plantee un dialogo "sin líneas rojas". Saben que no han ganado la guerra y van a mantenerse en lucha organizadamente, pero creo que si se han ganado, aparte de la solidaridad de muchos lugares del estado, algo bastante importante y que en los últimos tiempos nos han ido perdiendo día a día: el respeto.
Seamos serios y fríos, miremos la historia, que nos alumbra al respecto. No caigamos en esa trampa ideológica que es la condena genérica y universal a la violencia. Esa gente, los poderosos que especulan y acumulan riquezas en nuestro detrimento, la utilizan, a raudales, sin conflicto moral alguno. No la de nuestras manos desnudas y cargadas de razones, sino la de sus medios represivos.

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