sábado, 30 de noviembre de 2013

30.000 ofensas a España

En la nueva Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana podrán multarse con hasta 30.000 euros las ofensas o injurias a España.
Por ir poniendo las cosas es su sitio. La cantidad arriba citada supone 46 mensualidades del salario mínimo o dos años y medio del sueldo de un mileurista. No olvidemos que hablamos de la ofensa a un ente abstracto, no de causar daño a una persona o a un bien material. Si yo mañana me compro en el chino de la esquina una bandera española, de esas que proliferan cuando se acerca un europeo o un mundial de fútbol, y la quemo en la plaza del barrio, no causaré daño a
ningún bien común ni al asombrado viandante. Yo pagaré
de mi bolsillo la bandera y el mechero. Coste cero para el erario público. Mi acto de desdén (hipotético) por España (o por Canarias o Cataluña o por cualquier otra comunidad) me lo sufragaré enterito. A los que argumentan que "la libertad de uno acaba donde empieza la del otro" (libertad que la mayoría de las veces tiene la dimensión de la riqueza del individuo) les aclaro que no obligaré, palabra, a ningún vecino a corearme o aplaudirme por mi acto. Los aplausos y los pitos serán tan libres como mi acto. Tampoco, lo prometo, pondré en la bandera el nombre del vecino, monárquico, del quinto, por aquello de los daños morales a las personas, dimensión del ser humano (la moral) que a mí me parece respetable, siempre y cuando la trayectoria de la persona en cuestión la merezca. Insisto, ni ofenderé ni vejaré ni laminaré a nadie con una personalidad concreta. Seré yo y mi enfado, simbólicamente destructor, con la España que representa la bandera bicolor. El enfadito de marras, cuando se apruebe la ley, puede salir, como demuestro más arriba, muy caro teniendo en cuenta los parámetros salariales y los niveles de paro en los que nos movemos. Sé que para muchas personas los símbolos son importantes. Quién lea este blog sabe de mi querencia por la roja (la bandera) y la tricolor, pero no creo que quién ultraje alguna de las citadas me infrinja mí o a todos los que nos sentimos representados por ellas un daño tan irreparable que merezca sanción alguna. Además, me parece mucho más ofensivo para España o cualquier otro territorio, que una persona sea desahuciada, desalojada de su casa por quedarse sin trabajo y no poder pagar la hipoteca (impedir un  desahucio también será castigado), que una familia se vaya a la cama sin cenar, que haya que procesionar para recaudar alimentos, que haya pensionistas que "seleccionen" los medicamentos y encima tengan que amparar a sus hijos, que el PP tenga una contabilidad B, que el PP y el PSOE decidieran, con agosticidad, reformar la constitución para entronizar, por encima del bienestar público, la deuda.
Todo lo antedicho me parece mucho más ofensivo que la cremación telar que, en un arrebato de patriotismo (¿o quizás matriotismo?), llevaré a cabo mañana.
 

2 comentarios:

  1. Esta ley no deja de ser la huida hacia adelante que todo gobierno corrupto, prepotente y dictatorial ejerce en su intento de maniatar las justas y necesarias protestas de los ciudadanos que lo padecen, hartos de tantos desmanes y despropósitos de toda índole.

    Ha pasado lo mismos en todos los países donde se ha llevado a cabo políticas de recortes y saqueo público parecido. Y de esa manera, alegando sentimientos y emociones abstractas, blindan su impunidad para seguir haciéndolo mientras mantienen coaccionado a los ciudadanos con leyes represoras y abusivas.

    A la sociedad, durante estos años desde la transición, le ha pasado lo que a la rana dentro de una olla de agua puesta al fuego lento. Cuando al cabo de mucho rato el agua entra en bullición la rana acaba cociéndose sin haber hecho amago de salir de esa situación. Distinto sería meter la rana en la olla cuando el agua está hirviendo. Saldría disparada.

    Eso nos ha pasado como sociedad. Nos han embrutecido poco a pocos a base de consumir irracionalmente y amoldarnos a un sistema de "bienestar" ficticio y calculado. Hemos quedado ideológicamente "cocidos" como la rana. Si realmente mantuviéramos conciencia global de las tropelías que nos están haciendo hubiéramos saltado a la primera.

    Saludos.

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    1. Lo que necesitamos, más que la conciencia global que usted cita, es la conciencia de clase... trabajadora. Aunque sea una clase trabajadora diversa y a la que han querido engatusar, en gran parte, con el concepto disgregador o elevador de clase media. Clase media que entra en barrena con la crisis. La "globalización" necesaria, la de ser conscientes de que nosotros ponemos a girar al mundo con nuestro trabajo, es la que yo temo que se está diluyendo en el miedo del paro y la precarización.
      Y del cocimiento ideológico que usted habla tiene la culpa en gran medida una izquierda socialdemócrata que se ha amoldado, y administrado, no dudo que queriendo mejorarlo, al mundo que alumbró la burguesía, en vez de querer transformarlo.
      Un saludo.

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