martes, 12 de julio de 2022

Algunas reflexiones (y una sensación) sobre la cumbre de la OTAN en Madrid

Ya hace varias semanas que acabó la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid. Digerido el cónclave, y en este carrusel enloquecido ya los focos ubicados en otros asuntos, quisiera hacer alguna reflexión sobre ese encuentro.

Mi primera desazón es la sensación de frivolidad. Se reúnen 30 naciones que componen la más formidable alianza militar, potencial destructivo mediante, que nunca ha visto la humanidad (sólo EEUU tiene un presupuesto militar de 800.000 millones de dólares; si le sumas el presupuesto de las restantes naciones la cifra sobrepasa el billón de dólares) y acuerdan una declaración final que tilda a Rusia de "amenaza" y a China de "desafío". Impresionan y, como mínimo, preocupan las posibles sombras que se avizoran. Pues bien, quién esto escribe ha tenido la sensación de observar un acto social donde han abundado los posados y las risas y, en concreto, el presidente Pedro Sánchez ha mostrado el máximo esplendor de su galanura transmitiendo una enorme felicidad por ser el anfitrión de un evento que, como acto llamativo, especial, incluyó una cena en el Museo del Prado con un menú elaborado por el chef José Andrés, ese condimento, casi ubicuo, de todas las salsas propagandísticas del capitalismo asistencial. 

Y ni la risa ni las "primeras damas" (y algún "damo" que otro) en sus fútiles paseos pueden ocultar la esencia de la reunión celebrada a finales de junio: anunciar, casi celebrar, una reedición de la Guerra Fría. Por eso he empleado el término desazón, porque los tambores de guerra nunca me casan con la frivolidad, con esa estética de la ligereza que percibí en personas que saben que tienen en sus manos, objetivamente, el “artefacto” más destructivo del planeta. Casi me pareció, en regio lenguaje letiziano, una reunión de compiyoguis.

Pero claro, tras los brincos en la cama y los inofensivos lanzamientos de almohada de la fiesta de pijamas, sale el comunicado en el que señalan que la cooperación de Moscú y Pekín “va contra nuestros valores e intereses”. Dicen que el orden de los factores no altera el producto, pero, añado, tal vez tape o disimule las vergüenzas. Sitúan la grandeza de los valores (siempre toda guerra de conquista o empresa colonizadora lleva causas "salvadoras", incluso humanitarias, en su seno), palabra vana en este contexto, delante de los intereses, cuando cualquier persona sabe que son estos últimos los que se defienden, en concreto los de  ese primus ínter "impares" que es el jefe estadounidense y su hegemonía mundial. Por cierto, me pregunto si los valores de los que se hace estandarte son los de la policía del estado de Ohio que asesinó a finales de junio a una persona desarmada de raza negra (el vídeo es espeluznante) tras dispararle más de noventa veces con más de sesenta impactos de bala en su cuerpo.

Rusia es una amenaza. Y ante ella el gobierno español aprueba una partida presupuestaria extra para defensa de 1000 millones de euros. Es bastante absurdo. Aventemos el miedo. Viene el coco ruso presto a comerse a la confiada Europa de las libertades, aunque en la libérrima aldea hispana por rapear contra el Borbón puedes ir a la cárcel. Hay que defenderse ampliando los presupuestos militares. El joven amo estadounidense, en plan “divino marqués”, disciplinando a la vieja dama europea. Los datos: el presupuesto militar de Europa, excluyendo a EEUU, sobrepasa los 250.000 millones de dólares. Casi cuadruplica al de la Federación Rusa que es de 66.000 millones. La esencia del miedo a Rusia no es que su ejército tome carrerilla y se plante en Gibraltar. No. El poderío esencial de Rusia, el que no se soluciona con mil millones extra o con llegar al 2% que exige EEUU, es una herencia que, aunque hubieron tratados de reducción de armas nucleares, pervive de la época soviética: su enorme arsenal atómico. 

La OTAN, aunque vaya a formar una fuerza de respuesta rápida de 300.000 soldados, no va atacar a Rusia de manera frontal. Ahora intenta utilizar a Ucrania como un ariete de desgaste (¿por qué se reunieron en las primeras semanas del conflicto delegaciones de Rusia y Ucrania y desde hace meses, al menos oficialmente, esas negociaciones no existen?) contra Rusia que lo que está haciendo es poniendo en graves dificultades a Europa y con unas previsiones invernales que auguran una hecatombe económica.

La OTAN, como siempre, atacará a países sin capacidad de respuesta al elemento fundamental de sus invasiones: bombardeos masivos para "ablandar" y entrada terrestre posterior. Un ejemplo de esto fueron las declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares que, en las fechas de celebración de la cumbre, declaró a la prensa, refiriéndose a Malí y una posible intervención en ese país: "si es necesario y la situación constituye una amenaza para nuestra seguridad, lo haremos". No está claro si esa subida del ardor belicista del ministro fue producto del yihadismo o porque, según El Confidencial, tras la la ruptura del tratado de cooperación con Francia y la salida de tropas de ese país, el "vacío" lo está llenando Rusia con  mercenarios, matones para El Confidencial, que cuando son occidentales transmutan en contratistas. Tras la llamada al embajador español por parte del gobierno maliense se produjo, pasado el subidón otánico del ministro, la oportuna rectificación. 

Voy acabando, pero quiero decir algo sobre el "desafío" chino. Imagino el pavor de EEUU. A inicios de los años 90 logras lo casi inimaginable: te cargas a la Unión Soviética desmembrándola y enviándola a un capitalismo primitivo y feroz al mando del borracho Boris Yeltsin. El paraíso soñado.  Diez años después, con el inicio del siglo XXI, a paso firme, lenta pero inexorable, con una dirección política potente, la de (¡oh casualidad!) otro partido comunista, surge una potencia económica que es, hay que preparar al personal, un "desafío", paso previo a ser considerada "amenaza". Es curioso, la desafiante China solo tiene una base militar fuera de su territorio y, además, sus fronteras están  muy, pero muy lejos del Atlántico (norte o sur). Cierto es que la OTAN, atendiendo siempre a su vocación exclusivamente defensiva, invitó a la reunión celebrada en Madrid a otros países aún más lejanos del Atlántico que China: Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Hagan el saludable ejercicio de imaginarlo a la inversa: piensen, por ejemplo, en una alianza militar de China con Rusia, repúblicas exsoviéticas, Vietnam y Corea del Norte. Ahora imaginen que invitan a su cumbre a Cuba, México, Nicaragua y Venezuela, vecinos de quien todos sabemos. Si quieren, sigan imaginando.

Acabo con las declaraciones, el 3 de julio, unos días después de la oficialización del desafío chino, de Bill Nelson, director de la NASA: "debe preocuparnos que China aterrice en la luna para decir: ahora es nuestra y ustedes no pueden venir". Añade que "el programa espacial de China es un programa espacial militar". Y a mí me vino a la mente La Guerra de las Galaxias. No, no voy a hacer ninguna pirueta cinematográfica. Este es el nombre popular que recibió la Iniciativa de Defensa Estratégica que ideó a inicios de los 80, bajo la presidencia de Ronald Reagan, el Departamento de Defensa de EEUU. Su objetivo, según sus promotores, era defenderse (esa palabra que no falte) de un posible ataque nuclear soviético con armas espaciales. Caída la URSS (y habría que ver si era posible) decayó, al menos oficialmente, el proyecto. Parece que 40 años después, desafío chino mediante, el espacio exterior se anima, aunque sea para ir conformando nuestras terrenales mentes.

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