miércoles, 17 de noviembre de 2021

Un volcán africano

Cada una de las diferentes formas que tiene el terreno de nuestro planeta recibe el nombre de accidente geográfico.

Los múltiples accidentes geográficos que cubren la superficie terrestre, en cuanto a su ubicación natural, no entienden de decisiones políticas. Por ejemplo, la palabra Nilo nos transporta de inmediato a Egipto, incluso nos hace visualizar, con sus emblemáticas pirámides, una de las civilizaciones más antiguas, y extensas en el tiempo, de la historia de la humanidad. Sin embargo, este accidente geográfico transcurre en la actualidad por 10 estados diferentes y quizás dentro de 200 años transite por la URSA (futura Unión de Repúblicas Socialistas Africanas). La única realidad tangible es que este río fluye desde hace milenios por un continente que responde al nombre de África y que cuando sus aguas, en el siglo XIX, estaban, vía colonización, administradas por el Reino Unido, esa circunstancia no convertía al mentado río en europeo.

En la isla canaria de La Palma comenzó el 19 de septiembre una erupción volcánica. Y uno, nacido en Gran Canaria, otra de las islas de este archipiélago, se harta y comienza a sentir un poquito de vergüenza ajena por el continuo esfuerzo desubicatorio que percibe.

Varias veces, Ángel Víctor Torres, presidente de Canarias, comunidad autónoma del estado español y región ultraperiférica de la UE, ha dicho que estábamos ante el volcán europeo más destructivo de los últimos 100 años. Más grave aún es que el coordinador del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), puesto eminentemente científico, el geólogo Nemesio Pérez, también haya situado al volcán, al menos en un par de ocasiones que yo le he escuchado, en el autodenominado, con cierta pompa etnocéntrica, viejo continente.

Estos días en que la habitual lentitud geológica se ha acelerado han saltado a la palestra otros enclaves destacados surgidos del fenómeno  vulcanológico que formó, forma y seguirá formando el archipiélago canario. Uno de ellos, más allá de las obligatorias referencias a esa acción casi cataclísmica que fue la erupción de Timanfaya (1730-1736), es la Cueva del Viento, tubo volcánico de 27.000 años ubicado en el municipio tinerfeño de Icod de los Vinos. Pues bien, entro en la página web oficial de Museos de Tenerife y leo, como uno de los titulares destacados, textualmente, esta barbaridad científica: "El sexto tubo volcánico más grande del mundo y el más grande de Europa". 

Apartándome del volcán, pero siguiendo con el catetismo y/o el servilismo y/o el autoengaño, Tenerife Senderos, una cuenta de twitter, con fecha 10 de noviembre nos mostraba, con el Teide de fondo, una preciosa foto de "El Patriarca", un cedro canario de más de 1.100 años de antigüedad, lo que lo convertía, según ellos, en "uno de los árboles más antiguos de Europa". 

Martinica, isla caribeña, y la Guyana francesa, ubicada al norte de América del Sur y dotada de una exuberante selva amazónica, son territorios franceses que, siendo como Canarias regiones ultraperiféricas de la UE, nadie, salvo que quiera hacer el ridículo, ubicaría en territorio europeo. Ya de Nueva Caledonia,  ni les hablo.

Curiosamente, en 1946, la época más fervorosa de la España fascista del "Una, Grande y Libre", el Noticiero Documental (NODO), aquel que nos permitía calcular que si llegábamos al cine con 5 ó 10 minutos de retraso no nos perdíamos el inicio de la película, nos ofrece un fragmento imperdible que les propongo escuchen atentamente. Son solo 14 segundos que pueden oír clicando en la siguiente dirección.

https://twitter.com/elpaiscanario/status/1436392069455622145


Me pregunto si la sinceridad de la voz cantarina del locutor llamando a las cosas por su nombre tendría que ver con la circunstancia de que en esos momentos, salvo dos estados independientes (Liberia y Etiopía), toda Africa seguía siendo territorio ocupado  y la lucha anticolonialista solo empezó a plantearse con gran fuerza en los 50 y 60. La suficiencia, la carencia de temor, es una mera hipótesis, puede ser una vía para la sinceridad. No podemos olvidar que la situación cambió en los años 60 y 70 cuando la  Organización para la Unidad Africana (OUA) llegó a tener en su agenda la descolonización de Canarias y su posible independencia. Además, a finales de los 70 surgió la Unión del Pueblo Canario, que entró, con el diputado Fernando Sagaseta y haciéndose con la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, como  un elefante en cacharrera españolista. Esta formación que, al menos en teoría, defendía el derecho de autodeterminación para Canarias desde posiciones socialistas, preocupó al gobierno español, que temió el enraizamiento de una organización independentista, y de clase, fuerte. Posteriormente lo que surgió y se enraizó, y tranquilizó, fue el nacionalismo burgués, que es poco más que regionalismo tricolor con siete (u ocho) estrellas verdes.

Cuidado, yo en este texto no me pronuncio, aun defendiendo que cualquier opción debería poder estar en la palestra sin veto alguno,  sobre el status político que debe tener Canarias con respecto al estado español, pero sí pienso que ese empeño en ocultar o tergiversar nuestra evidente realidad geográfica no es inocente y está impregnado de un evidente racismo que abreva en las aguas de considerar a África como el "continente negro".

Me produce tristeza que gran parte del pueblo canario si te diriges a él y le señalas nuestra africanidad, o se espanta o se incomoda, y consecuentemente la niega. Ni la cultura ni la política te ubican en un continente u otro. Fíjense que curioso, Rusia que es un país claramente bicontinental, podía haber sido tricontinental si el Imperio Ruso no hubiere vendido en 1867 Alaska a EEUU. Se me pone una sonrisa malévola imaginando a la URSS (e incluso a Putin) con un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados "a espaldas" de los yankees.

Después de la palabra, la prueba gráfica en una hermosa foto satelital (si clicas sobre ella se ve más clara).


Posdata: lo siento, no he nacido para luchar contra el formato o los  fondos de texto.



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