domingo, 22 de noviembre de 2015

Plácidos homenajes a un jefe terrorista

Estoy esperando. Pero creo, sospecho, que me quedaré con las ganas. 
En los últimos días se han celebrado en el territorio "nacional" (nunca mejor utilizada esta palabra) 17 misas de homenaje para conmemorar el 40 aniversario de la muerte del que fue, durante 40 años, jefe único y vitalicio de la banda terrorista más asesina del siglo XX español: "La 18 de julio". Militares felones sublevados contra el legítimo gobierno republicano del Frente Popular, cuando fueron expulsados por éste de la milicia, quedaron convertidos en una cuadrilla de forajidos que aplicaron con dedicación plena y protección del nazifascismo internacional una planificada y exitosa política de represión y exterminio. 
Este connotado jefe terrorista, para escándalo y oprobio de todos nosotros, tiene sus restos en un espacio suntuoso que celebra su pérfida obra y se mantiene con el erario público. En cambio, más de 120.000 de sus víctimas están diseminadas, según datos de 2011 del Ministerio de Justicia, en 2.591 fosas comunes. Para la excavación y exhumación, para reparar esta infamia mantenida en el tiempo no ha habido ni un euro durante los cuatro años de gobierno del Partido Popular, organización fundada, es un dato histórico, por un secuaz que detentó altas responsabilidades en el organigrama de poder establecido por "La 18 de julio" (que conste que el nombre no se lo he puesto yo, ellos mismos hablaban constantemente del régimen del 18 de julio).
Las víctimas siguen esperando una justicia que buscan a 10.000 kilómetros, y quién esto escribe espera (sin esperanza alguna) que doña Consuelo Madrigal, fiscal general del Estado, proceda a denunciar la celebración de las 17 misas realizadas en homenaje a ese asesino de masas llamado Francisco Franco. Asesino de masas engendrador de un miedo que duró decenios. No exagero. Tengo muy vivo el recuerdo de mi abuela Carmen, allá por el 73 o 74, yo era un adolescente de 13 o 14 años, pidiéndoles, en voz baja pero imperiosa, a mi primo y a mi padre, que no hablaran de política. En el mismo barrio donde vivía mi abuela, La Isleta, en la isla de Gran Canaria, permaneció escondido, autoencarcelado, aterrorizado durante 33 años, de 1936 a 1939, Pedro Perdomo, al que fueron a buscar en varias ocasiones militantes de Falange. Por eso, porque estás historias son gotas en un océano de represión, no es gratuito que catalogue al jefe supremo como el mayor terrorista español del siglo XX.
"La 18 de julio" mató, haciendo estimaciones a la baja, al menos 150 veces más que ETA. Y si mañana un grupo de personas convocaran en Euskadi 17 actos para ensalzar a un jefe fallecido de esa organización terrorista, no dudo ya de la diligente actuación del Ministerio Público, sino de la posibilidad de celebrar los mencionados actos. El aliento de la fiscalía ha soplado, pertinaz, sobre el cogote del concejal Zapata por difundir chistes que todo el mundo ha leído en las redes sociales sobre Irene Villa o el holocausto judío. La Audiencia Nacional ha encausado a una concejal alicantina que en su blog llamó hijo de puta al rey "demérito", al que yo me atrevo a llamar hijo político de Franco, lo que en un país con conciencia antifascista debería ser un insulto infinitamente peor. 
En su momento Mayor Oreja habló de la extraordinaria placidez que él sintió bajo la bota de Franco. Mayor, que tú y los tuyos queden tranquilos, sazonado con misas, y amparado por la doble vara de medir, el estado español sigue siendo un lugar donde el fascismo y sus más o menos soterrados admiradores, al menos institucionalmente, nunca se sienten en tierra hostil.

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