Yo era, destino en Marte,
el oficinista de la granja,
el autómata antigualla
al que dar cuerda cada mañana,
pero se me cruzó
una idea,
y como el tonto
tras la cometa,
como aquél al que le susurran al oído
las esencias del mundo,
en veloz cabalgadura bifronte
que nunca se mueve,
la perseguí
con tanta desidia
como empeño.
domingo, 30 de julio de 2017
martes, 25 de julio de 2017
El arte de cocinar héroes o villanos en nuestras mentes
Pienso que la
principal baza que tienen los grandes medios para manipular nuestras mentes y
crear opinión es su capacidad de conformar la memoria colectiva. Uso que puede
ser en sentido masivo o en sentido mínimo y siempre con un fin determinado. Un ejemplo
claro del sentido masivo es la catarata de información de los grandes medios
sobre el 20 aniversario del asesinato de Miguel A. Blanco, alimentando polémicas
que induzcan a la población a pensar que las organizaciones a la izquierda del
PSOE, léase Unidos Podemos o los denominados ayuntamientos del cambio, son
culpables, más o menos soterradamente, de ser filoetarras. A la inversa, se
intenta que no se extinga en la conciencia de la población el sufrimiento,
rayano con el heroísmo, de los militantes del PP en el Euskadi. Y como fin último
se busca remachar la asociación casi exclusiva del concepto terrorismo a un
espacio limitado al separatismo y al yihadismo. En el sentido mínimo, o
información que se hurta o sobre la que se pasa de puntillas y queda siempre
fuera de foco, podríamos establecer como un ejemplo entre muchos el asesinato
en 1976 en Vitoria, a manos de la policía, de cinco trabajadores después de una
ensalada de tiros por la que nunca nadie, ningún responsable, fue llevado al banquillo y mucho menos condenado.
Ni siquiera oirán nunca, salvo en ámbitos muy concretos de la izquierda y jamás
en los grandes medios, referirse a esos hechos con el concepto que los define:
terrorismo de estado. Al menos tan criminal como el de ETA. Con la diferencia,
que ya he señalado en otras ocasiones, de que muchos miembros de esa
organización ya desarmada han pagado, en conjunto, con al menos centenares de
años en la cárcel. Poner un foco nacional y masivo sobre los sucesos de Vitoria
significa retirarnos la venda de una Transición que se nos muestra como un
plácido y ejemplar paseo, casi una obra de arte que nos llevó de la dictadura a
la democracia. Por supuesto, me refiero a lo que nos transmiten los medios que
llegan a millones de personas que podríamos denominar informados pasivos. Un
apunte: un análisis interesante de este tema lo hace en su recomendable libro
“La transición sangrienta”, el periodista Mariano Sánchez Soler.
Dicho lo anterior
como visión general, a veces los medios son aún más groseros, casi obscenos, en
su afán por estabular nuestro pensamiento.
Retrotráiganse a las
huelgas generales convocadas en el estado español. ¿Cuáles han sido las músicas
más recurrentes en cada una de ellas? Lo saben. Seguro que sí. Les voy a citar
al menos dos que, apenas se vislumbra esa jornada de paro laboral, empiezan a
ser repetidas machaconamente. Primero: cada trabajador es libre de ir o no a la
huelga. La hipotética sacrosanta libertad individual por encima de todo, de
cualquier objetivo colectivo. Segundo: hay que combatir a los piquetes
violentos. Surge la otra palabra estigmatizante y que suele poner en fuga muchas
neuronas: violencia. Por supuesto, ni un triste foquito alumbra la violencia
que puede ejercer la empresa en un país con abundante empleo precario.
Insisto, salvo que
estés en la inopia, lo que acabo de exponer es el complemento de cada huelga
general. Complemento que suele llevar a muchos huelguistas al banquillo,
acusados de ejercer de piquetes violentos o a ser condenado, como le ocurrió al
joven Alfon, a 4 años de cárcel por tenencia de una mochila con material
explosivo en la jornada de huelga del 14 de noviembre de 2012, en un suceso
cuando menos bastante controvertido.
Sitúense ahora en la
huelga general del jueves 20 de julio en Venezuela. Para los grandes medios de
influencia españoles el éxito ha sido total. Nos enseñan imágenes de zonas con
avenidas vacías. Estupendo. El tráfico es uno de los indicadores que
generalmente se utilizan, más allá de las inevitables guerras de cifras, para
medir el impacto de un paro general. Y en esas avenidas caraqueñas no transita
ni un “carro”. El asunto, la trampa, es que los grandes medios españoles no nos
muestran como se logra en determinados lugares esa unanimidad huelguística. Sí
lo mostró Rusia Today (RT). Nada nuevo bajo el sol: barricadas, con pasquines
donde incluso podía leerse un taxativo “no hay paso”, y piquetes. Lo que allí
denominan un trancazo de las vías: no entra ni sale nadie hasta nueva orden. Y
todo el mundo ¿libremente? a pasar por el aro. Los mismos medios que en el
estado español defienden con vehemencia la libertad de no ir a la huelga, esos
medios que, como un arma cargada de anestesiante, hablan constantemente de
piquetes violentos si usted tira un par de huevos a un esquirol, en Venezuela
tienen una visión completamente diferente y se cuidan muchísimo de unir dos
palabras que desde el 1 de abril caminan de la mano en ese país: oposición y
violencia. El Alfon cuasi terrorista de aquí al que se le niega su condición de
preso político, es un heroico resistente allá, como Willy Arteaga, el joven violinista
que pone hilo musical a las acciones de guerrilla urbana de sus compañeros, cívica
quema de conciudadanos incluida, y que abrió, tras ser herido, en una España donde
los héroes siempre lindan con el fascismo, la edición del mediodía del telediario
de A3 el domingo 23 de julio. Lo que para los medios tahúres es la oscuridad
totalitaria de nuestras siniestras huelgas generales se convierte allende los
mares en, nunca mejor dicho, el augurio de un diáfano, griego, “amanecer
dorado”.
La próxima huelga general
que se convoque en el estado español debería ser extraterritorial, pedir que
nos acoja Venezuela para que esa mínima escaramuza que nuestros
formadores de opinión consideran aquí inusitada violencia, se convierta, por el arte
de la doble vara de medir y el desierto moral, en resistencia.
Nota de frustración: intento con tanto encono como escasa sapiencia quitar este extraño fondo blanco lineal que ya apareció en el anterior texto, pero soy incapaz.
sábado, 22 de julio de 2017
La sinrazón de una circular interna
“En este día de
1.936, oficialmente, se inicia en toda España un alzamiento cívico-militar, en
el que participa la mayoría del Ejército. Es un día importante en la historia
de nuestra patria que merece ser recordado, para que las generaciones futuras
eviten el que se produzcan las circunstancias que propiciaron el enfrentamiento
bélico. Los pueblos que olvidan su historia están irremisiblemente condenados a
repetirla”.
Bajo el epígrafe
“efemérides” el Ejército de Tierra sacó, en una circular interna, el texto
arriba reproducido. A pesar de su brevedad creo que tiene enjundia.
En la primera línea
destaca el concepto “alzamiento cívico-militar”. Quienes ya transitamos
largamente la cincuentena, con el añadido de una temprana politización en una
época donde enormes cantidades de futuros demócratas tenían a gala su
apoliticismo, tenemos memoria de que el régimen fascista se refería a su
efeméride fundacional como “alzamiento nacional”, generalmente antecedido por
un, de rigor, “glorioso”. La nación, postrada, casi inerme, se alzaba ante el
peligro rojo-separatista. Hoy, 81 años después, han cambiado el “nacional” por
el “cívico-militar”. Un cambio que, piénsenlo detenidamente, viene a significar
lo mismo pero, lo que a mí me parece un agravante, suavizando las aristas. Unas
aristas que, por cierto, chorrean sangre. Nos hurtan las palabras precisas: golpe
de estado. O, en su defecto, golpe militar. Claro que había, aunque fuera como
adláteres (la Falange, un grupo paramilitar, como fuerza de choque para el
trabajo sucio) o financiadores, civiles en la trama conspiratoria que se urdía
desde meses antes, desde casi el minuto siguiente del triunfo de febrero del
Frente Popular. Civismo, desde luego, no. En otro texto ya recogí la directriz enviada
por Mola el 25 de mayo en la que negro sobre blanco, sorprendente por hacer un
llamamiento tan descarnado a la matanza, establecía como metodología del golpe
la violencia extrema. No pretendo, aunque hayan pasado más de 80 años, que el
ejército español, tampoco lo hacen el PP o su epígono Ciudadanos, lo catalogue
como una sublevación fascista sostenida por Alemania e Italia, aunque esto último resulte paradójico en gente que
llevaba (y lleva) todo el día colgando la palabra España de la boca. Pero que
tengan la honorabilidad de utilizar la expresión “golpe de estado” en lugar de
un eufemismo embellecedor. El problema radica en que el ejército actual,
milongas para incautos de una OTAN en misión de democratización mundial
permanente aparte, es el continuador del ejército vencedor en la Guerra Civil. Y
prueba de esto es que, por ejemplo, en marzo de este año el exhumado general
Sanjurjo, un bigolpista que se sublevó contra la Segunda República en 1932 y 1936,
en ambos casos como jefe de la rebelión, fue trasladado en avión militar desde
Pamplona a Melilla y enterrado con honores en el Panteón Militar con la
asistencia del Comandante General de la citada ciudad africana, además del
presidente (PP) Juan José Imbroda. ¿Con este acto no se incumplió la Ley de
Memoria Histórica?
La última parte del
comunicado es justificadora del golpe y, lo que tiene tintes más alarmantes,
admonitoria: “que las generaciones futuras eviten el que se produzcan las
circunstancias que propiciaron el enfrentamiento bélico”, con el añadido de la
archiconocida y tenebrosa muletilla: “los pueblos que olvidan su historia están
irremisiblemente condenados a repetirla”. Las “circunstancias que propiciaron”
la rebelión militar y, fruto de su fracaso en buena parte del estado, el
posterior enfrentamiento bélico tienen un nombre concreto: triunfo del Frente
Popular en las elecciones del 16 de febrero del 36. Al conglomerado formado por
una oligarquía extremadamente reaccionaria, que temía especialmente la
reanudación de la reforma agraria, por una Iglesia aliada de las clases
dominantes y con privilegios seculares, entre ellos un pastoreo de las
conciencias que no estaba dispuesta a perder, y por un ejército reaccionario y baqueteado en la
crueldad de las guerras coloniales, empezó a sonarle la alarma y a encendérsele
todas las luces (rojas, por supuesto) que significaban el establecimiento de un
gobierno reformista (compuesto solo por republicanos) pero que, se supone,
estaba dispuesto a alterar el intocable e injusto status social existente.
Hagamos un ejercicio imaginativo, bastante imaginativo. ¿Si en una “generación
futura” alcanzara el poder una coalición de izquierdas que tuviera el propósito
de realizar profundos cambios económicos y sociales que afectaran a la
oligarquía española, consideraría nuestro ejército retornadas las
“circunstancias que propiciaron” la sublevación militar del 36? ¿Nos considerarían
un pueblo “irremisiblemente condenado” a repetir su historia? Yendo por la
deriva del humor negro me atrevería a decir que espero que, al menos para
cuando toque repetir la historia, la vieja generación de desaparecidos haya
sido recuperada de pozos o cunetas… por si “irremisiblemente” hace falta hueco. No olvidemos que aunque un pueblo, por su mala cabeza, sea repetidor (aserto harto discutible), los repetidores, "así tomados de uno en uno", casi nunca son los mismos.
Una última pregunta
desde la suspicacia: siendo el ejército español garante de la integridad
territorial, ¿tendrá este comunicado interno alguna relación con que en una
nación del estado español se haya planteado para el 1 de octubre un referéndum
donde se votaría la posibilidad de constituir un estado propio y, lo que a
menudo se obvia, republicano?
viernes, 14 de julio de 2017
Víctimas y símbolos
La derecha española que habita en el PP, e
incluso ese aliviadero para votantes algo más escrupulosos que se llama
Ciudadanos, esa que nunca ha rechazado y que en no pocas ocasiones ha
justificado el fascismo, es, paradojas de la vida, quien aporta los “héroes”
democráticos en este país.
Un ejemplo clásico es Adolfo Suárez, que ha
quedado consagrado como el audaz navegante que viajó de una ley ilegítima a la
Sagrada Constitución, el hombre que, en términos coloquiales, entre grandes
fatigas, con viento de proa, trajo la democracia a España dando su nombre al
aeropuerto de Madrid, cual Charles de Gaulle, el general que simbolizó la
llamada Francia Libre, surgida como respuesta a la ignominia del régimen de
Vichy.
Otro ejemplo es Miguel Ángel Blanco. Hace unos
días se cumplieron 20 años de su secuestro y posterior asesinato a manos de la
banda terrorista ETA. No deja de sorprenderme, crueldad aparte, su ceguera política.
Por un lado, pensando que el gobierno iba a ceder en 72 horas a sus
pretensiones sobre el acercamiento de presos. Por otro, no dándose cuenta de
que M. A. Blanco, modesto concejal del PP en Ermua, no era un “peso pesado” de
la política que pusiera al gobierno en el brete de lanzar algún tipo de señal
nítida. Lamentablemente, a su pesar, como hombre humilde y anónimo condenado a
una agonía terrible, tenía todos los componentes para ser un héroe popular,
esos héroes que, a ti (ETA) te convierten en un ente absolutamente desalmado y
monstruoso y a tu enemigo le otorgan un estandarte valiosísimo, que, por
supuesto, estará siempre dispuesto a usar. Claro que el PP saca réditos
políticos si puede del asesinato de M. A. Blanco, pues al contrario de otros
aspectos, como el fangal de la corrupción, la figura de M. A. lo ennoblece a
los ojos de muchas personas.
Quizás yo sea un tipo muy descreído o muy mal
pensado. Pero tengo claro que las víctimas forman parte de la batalla política
(uso el símil guerrero a conciencia). Las víctimas no son almas transparentes,
tienen, con mayor o menor definición, banderas que las cubren para siempre.
Aunque quienes las enarbolen sean los vivos. El dolor intenso, ese que te
destroza, solo les pertenece a los familiares y a los amigos íntimos. Otras
personas, en círculos más externos, pueden sentir ira, pena o impotencia. Mil
sensaciones que, nos guste o no, estarán tamizadas, serán más leves o intensas
según cuales sean nuestras posiciones ideológicas.
Hace unos días, tras larga lucha, una mujer de
92 años, Ascensión Mendieta, gracias a la intervención, para vergüenza de la
justicia española, de la jueza argentina Servini y de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica (AMRH), logró exhumar de una fosa común en
el cementerio de Guadalajara los restos de su padre, Timoteo Mendieta,
asesinado por la banda terrorista 18 de julio en 1939. En el rescate de los
restos de Timoteo estaba la bandera republicana porque cada cuerpo rescatado a
la ignominia de una fosa común, una cuneta o un pozo, muchos de ellos también
con tiros en la nuca, no solo es un bálsamo para sus familiares, es para mucha
gente de izquierdas, entre los que me encuentro, un grito que busca impedir que
se consolide el blanqueamiento del fascio-terrorismo español, ese que con
ahínco persiguen el PP y sus baterías mediáticas cada vez que pretenden, con el
argumento falaz de no dividir a los españoles, el olvido de los republicanos
asesinados por la dictadura.
El telediario de la 1 de televisión española
no emitió la noticia del entierro de Timoteo. Lo esperable en una víctima de
segunda categoría. De lo esperable vamos a lo execrable. Tampoco sé cuantas cadenas
han dado la información, si es que la ha dado alguna, de que el ayuntamiento de
Guadalajara, gobernado por el PP, quiere cobrar a la AMRH 2.000 euros por su exhumación.
No se olviden de que estamos hablando de un país en el que desde hace varios
años la Ley de Memoria Histórica recibe un presupuesto 0 y en el que hay
100.000 cuerpos que esperan una bandera republicana que les cobije. Imagínense,
hagan el titánico esfuerzo, una circunstancia similar en el espectro de la
derecha. Admiro al PP porque tiene claro, sin los complejos que atenazan a una
izquierda siempre temerosa de que la ubiquen en el entorno etarra o allá por el
Orinoco, quienes son los suyos y los defiende a ultranza, y a los que no son
los suyos en el mejor de los casos los trata con tibieza o los ignora. O en el peor,
los desprecia cobrando una cantidad miserable o atreviéndose, con la complicidad
de su aliviadero Ciudadanos, a rechazar que se coloque en la fachada de la sede
del gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, donde estuvo la Dirección
General de Seguridad en la época fascista, nuestra Gestapo particular, una
placa que recuerde a todos los torturados en aquellas dependencias por la 18 de
julio durante los 40 años que ejerció su terrorismo de estado.
¿Por qué, cuando se cumplen sus aniversarios, no
son héroes nacionales que abran las portadas de todos los informativos los 5
trabajadores asesinados por la policía en Vitoria en el 76 o los 5 abogados laboralistas
asesinados en Madrid en el 77? Esta gente que arriesgó y perdió su vida por la
democracia, es desconocida, lo afirmo con rotundidad, por más de la mitad del
país. La respuesta es sencilla, para la derecha son rojos, víctimas de segunda
clase: el enemigo abatido al que, mediante la Transición otorgaron, en un marco
idílico que nunca existió, una democracia condicionada en la que solo nos
permitían, cautivos, desarmados y amontonados los cadáveres e impunes a los
fascistas, mantener la memoria de la derrota.
lunes, 10 de julio de 2017
Leopoldo o el infierno venezolano y Óscar o el paraíso estadounidense (si sólo miras la tele)
Leopoldo López, ese Nelson Mandela redivivo,
ha pasado de una prisión militar (desde la que protagonizó un impagable sketch
cómico gritándole a su mujer, que estaba saliendo del penal, con un vozarrón
acorde a la masa muscular que ha ido desarrollando entre rejas, el ya famoso: “Lilian,
me están torturando”), al arresto domiciliario. Por cierto, una de las
alegaciones del tribunal que ha decretado el cambio de su situación penitenciaria se ha
basado en un indefinido “motivo de salud” que, curiosamente para un individuo
que es torturado a distancia auditiva de su constantemente grabada esposa, ha
sido desmentido por sus correligionarios. O sea, la salud, torturas aparte,
perfecta. Habrá respirado Felipe González, ese ex presidente abyecto que
declaró que la dictadura venezolana era peor que la de Pinochet. No sé si la
oposición venezolana tendrá, hablando de similitudes infames, un cantautor a
mano, un Víctor Jara de ultraderecha que ofrendar al sanguinario Maduro. Ese que
un par de días después de la acción del policía que secuestró un helicóptero y
atacó diversos edificios oficiales, y al que aún no he visto ser tildado de
terrorista en ningún gran medio de desinformación masiva, fue caricaturizado en
un periódico venezolano tiroteado por el mentado policía. No sé yo como
actuarían nuestros insignes tribunales, a los que tanto molestan los chistes a
cuenta del vuelo de Carrero Blanco, ese gobernante democrático que durante más
de treinta años colaboró estrechamente con nuestro gran jefe fascio-terrorista
Francisco Franco.
Tras llegar a su casa, que parece ubicada en
medio de una extensa y tupida fronda, se alzó Leopoldo y asomó bandera en ristre
tras el muro de su finca. Como él no podía dirigirse a la concurrencia que lo
aclamaba, otra muestra de dictadura atroz, Freddy Guevara, un dirigente de su
partido que imagino airado cada vez que escribe su apellido, leyó un comunicado
en el que Leopoldo llamaba a seguir, a perseverar “la lucha en la calle”. Se
fue de la cárcel a su casona con la latita de gasolina en la mano. Y la latita
de gasolina no es, en este caso, una metáfora socorrida, de quien esto escribe.
Al menos ocho personas han sido quemadas por la oposición pacífica venezolana,
que se ha dedicado a la caza del chavista con la complicidad de unos medios que
han querido, estoy convencido que con bastante éxito, retorcer, desfigurar (cuestionando el famoso refrán que establece
la inferioridad de mil palabras ante una imagen) con sus discursos lo que nos
muestran las imágenes. Oposición que también se ha empleado pacíficamente en
atacar a pedradas maternidades, en asaltar cuarteles rompiendo vallas contra
las que lanzan camiones, en “trancar” arterias principales durante días e ir
sus “muchachos” casi a la guerra con mochilas, escudos, cascos y cóteles
molotov (mira que usar un invento símbolo histórico de la izquierda revolucionaria
y al que da nombre un Comisario del Pueblo Soviético).
Sí, mientras desde el gobierno “dictatorial”
de Maduro realizan llamados a la paz, al diálogo, López, envalentonado, cree
que es el momento de dar una vuelta de tuerca callejera. Imagínense si Otegui el día que salió de
prisión llega a decir que hay que luchar también en las calles. Piénsenlo.
Otegui está inhabilitado hasta 2021 para presentarse a cargo público, y nunca se
le permitió recibir en la cárcel la visita de una comisión internacional.
Leopoldo López, el que habitaba las mazmorras que habrían hecho estremecerse a
Pinochet, pudo ser visitado por Zapatero.
Las comparaciones son imprescindibles. Y en
muchas ocasiones tremendamente odiosas. En mayo pasado, con el desconocimiento
de la inmensa mayoría de una población española y el silencio o apenas el
susurro de la noticia breve en los medios del capital, fue liberado Óscar López Rivera, un hombre que si
podría mirar cara a cara, en estatura moral, a Nelson Mandela, pues estuvo
encarcelado 36 años, 12 en aislamiento, en la llamada tierra de la libertad, por
ser un independentista puertorriqueño al que el gobierno yanqui condenó por
actos de sedición y conspiración para derrocarlo. ¡Vaya! Lo que quiere hacer el
bueno de Leopoldo en Venezuela, con la salvedad de que él tras tres añitos ya
está en casa. Y eso que la fiscal general de Venezuela, hoy en contra del
gobierno, solicitó en 2014 para Leopoldo López treinta años de prisión, que la
sentencia dejo en trece y medio, por instigar y organizar los disturbios, las guarimbas,
que originaron cuarenta y tres muertos. Por cierto, un dato interesante que vi
en TeleSur: la asociación que representa a los familiares de los asesinados en
las citadas guarimbas, también desconocida por casi toda la población española
debido al enorme sesgo derechista de los grandes medios, dieron la bienvenida a
ese cambio en la situación de Leopoldo López si contribuye a pacificar el país.
Aquí se plantea un simple acercamiento de presos vascos a cárceles de Euskadi
seis años después del abandono de la lucha armada de ETA y las principales asociaciones
de víctimas del terrorismo ponen el grito en el cielo.
Una última apreciación, el 1 de junio fue
asesinado, en una barricada montada por opositores, el juez Nelson Moncada, que
en 2016 formó parte del tribunal de apelación que confirmó la sentencia de
Leopoldo López. Por razones obvias, no deja de ser curioso el espíritu vengativo
de la “dictadura venezolana”.
Maduro, aunque te proclames cristiano ten
cuidado con tus mejillas y las de la gente más humilde de tu pueblo, la derecha
católica de toda la vida nunca ha puesto ni la una ni la otra.
"Las casitas del barrio alto" de Víctor Jara. Hace una pequeña y recomendable introducción
Las nuevas armas de la pacífica oposición venezolana
jueves, 6 de julio de 2017
Altsasu o el terror de la ley
Imagínense
un profesor que una madrugada, en el territorio veraniego de las fiestas de
cualquier pueblo, pongamos que hablo de Agaete en Gran Canaria, es reconocido
por un grupito de exalumnos que, por las razones que ustedes quieran imaginar,
no guardan buen recuerdo de él y sienten, quizás aupados por la euforia
alcohólica, que el destino les ha servido, calentita, muy calentita, la
venganza. De resultas de la paliza, aderezada con algunos gritos de “muerte a
los hijos de puta de los profes”, el
pobre maestrito acaba con algunas magulladuras y un tobillo fracturado que lo
postra un par de días en una clínica. Como el gobierno del PP hacía muy poco
tiempo había reconocido al gremio de los enseñantes la categoría de autoridad
pública, los sindicatos amarillos solicitaron todo el peso de la ley. “Es
terrorismo”, bramaban (en verdad el profesorcito se sumió en una depresión y le aterrorizaban las madrugadas, las
fiestas populares y soñar con mochilas). “Incitación al maestricidio”. En
resumen: Audiencia Nacional al canto por acto terrorista, prisión provisional
sin fianza para los hostiadores más sañudos y petición fiscal de 50 añitos de
nada para cada participante en la somanta etílica. Alguno de los encausados, ese
que dormitaba, parece que lo estoy viendo, en las clases de Ética o Ciudadanía,
se atrevió a musitar: “por ese precio nos lo habríamos cargado”.
En la
situación ficticia planteada usted cambia al pobre maestro por un par de
guardias civiles, traslada la acción de la villa canaria de Agaete a la
localidad navarra de Altsasu, y tiene el dislate hecho realidad: 375 años de
cárcel solicita el fiscal para 8 personas por tres contusionados y un
fracturado de tobillo en una gresca o agresión, eso habría que dilucidarlo, en
las fiestas del pueblo a las 4 de la mañana.
No soy
ningún candoroso creyente en la dama ciega con la balanza, pero me asusta
cuando un fiscal establece en papel oficial una petición tan alejada de lo que
yo llamaría un mínimo equilibrio (no sé si mental o procesal), y la mayoría de
los medios y buena parte de la sociedad siguen, contándonos unos y tragándose
otros, el cuento de la independencia de la justicia. También me aterroriza que
tengamos leyes que permiten, aunque sea alambicándolas, convertir una hipotética
paliza, muy reprochable pero sin consecuencias graves, en una petición de medio
siglo de cárcel para cada persona encausada.
La
infamia viene cebándose de atrás:
Por una
justicia que absuelve a infantas que, arrojadas al mundanal ruido y ¡oh! transidas
de amor, no saben lo que firman, que condena a penas de prisión a tuiteros que
hacen chistes con jerifaltes fascistas ejecutados o encarcela, con la
connivencia de la cobardía moral inicial de no pocos políticos supuestamente
progresistas, a titiriteros alkaetarras. También se alimenta la infamia porque
existe en el Código Penal un delito de ofensa a los sentimientos religiosos que
permite procesar a tres mujeres que un Primero de Mayo de 2014 procesionaron
portando al Coño Insumiso en lo que para la Audiencia de Sevilla fue “un
escarnio al dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María”, o porque la
fiscalía de la Audiencia de Las Palmas perdió tiempo, dinero y dignidad
investigando el hipotético delito de una drag que, ¡en Carnavales!, y fuera de
cualquier ámbito religioso parodió a la Virgen del Pino.
Sí, todo
lo anterior alimenta al siempre impune bicho fascista español y su repugnante
doble vara de medir, que pone en el altar a todas las víctimas de ETA, incluso
las que, como Carrero Blanco, sirvieron a la Dictadura. La desvergüenza de los
herederos del fascismo es tal que el 7 de junio el ministro Zoido puso un tuit
que dice, textualmente, lo siguiente: “Hoy hace 49 años que ETA asesinó por primera vez. Recordamos
al agente de @guardiacivil José Pardines, mártir de nuestra democracia #memoria.”
Es muy revelador que esta gente considere que en 1968 había democracia en
España. Encima el mártir es una persona que pertenecía a una institución que
fue una fiel escudera del fascismo, luchando con saña contra cualquier atisbo de
rebeldía democrática. Y el recochineo final, por parte de quienes llevan años
sin dar un euro para la recuperación de la memoria histórica, es el hashtag “memoria”.
Pero ojo, Zoido no se equivoca, el PP nace y se alimenta del pudridero de la
dictadura. Por eso recordar los muertos de la guerra y la larguísima posguerra
es revanchismo y poner en solfa la convivencia, porque para la derecha española
esos asesinados siguen siendo el enemigo y las cunetas su lugar.
Mientras
tanto, y es lo más desalentador, enflaquece la dignidad social, pues de otra
manera es inconcebible que la petición del fiscal de Altsasu, que es un paso
más en el uso del terrorismo como medio para controlar la protesta social, no
genere una oleada de movilizaciones contra esa ignominia por todo el estado
español.
martes, 4 de julio de 2017
El alumno S y el ciudadano F
Este
año le di clase al alumno S. Ha sido una de las alegrías, en este recién
acabado curso, de un tipo triste como es quién esto escribe. Después de una
trayectoria que podríamos calificar, en términos bondadosos, de errática, S al
cumplir los 16 años que le permitían abandonar de motu propio esas aulas que
para él eran un territorio de hostilidad, salió a darse un paseo por el mundo
laboral sin un escuálido título de secundaria que llevarse a la boca. Y lo que
vio no le gustó y tal vez le aterró un poco, y entonces, para mi suerte, se
matriculó en 3º de la ESO en mi instituto con ganas de saber y quizás, perdónenseme
los resabios de comunistón antiguo, ser un hombre nuevo. Un hombre entre
notables y sobresalientes finales que, allá por octubre, tras su primer examen
conmigo, me dijo: “profe, es la primera vez en mi vida que apruebo un examen de
Sociales”. Le maticé: “no lo has
aprobado, has sacado un sobresaliente”. Pretendía que percibiera que su salto
era de calidad y responsabilidad exclusiva suya, fruto, y esto es lo más
importante, de su propio convencimiento. Un convencimiento que le hace soñar,
aún con cierto temor, con el bachillerato y la Universidad. Un convencimiento
que intenta cuidar su equipo educativo y que, por supuesto, tiene a su madre
llena de satisfacción.
Quien
en alguna ocasión me haya leído sabe que me gusta relacionar temas, mi mente busca
quizás conexiones inverosímiles, o retorcidas, de universos que ni se tocan. Y
es que debo de ser honesto: yo estaba pensando en el ciudadano F (Garzón dixit)
cuando se me cruzó por la mente esa pequeña caída del caballo, ese
convencimiento (¿aún frágil?) del alumno S.
Y es
que el ciudadano F en un discurso que leyó la semana pasada nombró,
refiriéndose al periodo en que gobernó su abuelo político, la palabra
dictadura. “Ha hecho lo que nunca hizo su padre”, clama el supremo equipo
educativo de los grandes medios de educación, perdón, de comunicación, alabando
la heroica superación del ciudadano F, “ha llamado dictadura a la dictadura”.
Bravos, olés y premio fin de carrera para un alumno talludito pero “excepcionalmente
preparado”.
Cuarenta
y dos años le ha costado a la monarquía borbónica, para nuestra infamia,
confesar, aunque sea metiendo por medio la bazofia embaucadora para débiles
mentales de las dos Españas, que el poder le fue otorgado por un jefe
terrorista llamado Francisco Franco que a día de hoy tiene a decenas de miles
de sus víctimas yaciendo en fosas comunes mientras a él le ponen, a costa del
erario público, cada día, flores frescas en su tumba.
El
ciudadano o rey F, si ya llegó al convencimiento de que la fuente de su poder
es una dictadura fascista y sanguinaria debería, en consecuencia, plantearse, someter
su cargo a referéndum, aunque sea con cuarenta años de retraso y animándose no
solo a atisbar, sino a transitar el camino de la dignidad.
El
mismo día, poco antes del discurso del rey, Unidos Podemos homenajeó, con una
representación testimonial, a los anónimos luchadores y luchadoras contra la
dictadura, esas personas que nunca darán nombre a un aeropuerto, ni a una calle
de su pueblo o ciudad, esas personas cuyas medallas son las palizas de los
impunes Billy el Niño (que no es uno solo) que en España viven protegidos,
contra el criterio de la propia ONU, por la judicatura. Pero me atrevo a decir
que el principal homenaje que Unidos Podemos puede hacer a los luchadores
antifascistas y a los cuneteados, para los que este mísero estado no tiene ni
un euro de presupuesto, es introducir como punto esencial de su programa la
lucha por el advenimiento de la Tercera República. Ya está bien, en el caso de
Podemos, que no de IU, de cobardía, de hacer referencias tangenciales a los
valores del republicanismo, de ligeras collejas dialécticas al cogote real.
Para “colmeneras almas republicanas pajareando” (perdone el pequeño destrozo a
su Elegía, don Miguel), nos basta el PSOE, que en su recién celebrado Congreso
azotó el culete de sus díscolas juventudes que iban a poner en solfa, con una
moción republicana, al neorojo Sánchez, más allá de que me supusiera una enorme
satisfacción la derrota del ego de una Susana Díaz aupada entre la cal viva,
Filesa y un discurso simplón construido a base de latiguillos. Pero ¿quizás ha
sido la victoria de Sánchez lo mejor para apuntalar al régimen? En el fondo
sospecho que el propósito de ambos era el mismo. Es otro tema. Lo único que
tengo claro es que hay que poner la república, esa para la que tanto
republicano de pacotilla nunca encuentra el momento adecuado, en la agenda
cotidiana ya. El 14 de abril es hermoso, pero necesita descansar, necesita que
seamos capaces de darle el relevo. Y quien tiene que definirse sin ambigüedades
en este asunto es Podemos empezando a hablar sin tapujos de la inmoralidad que
implica en sí el sistema óvuloespermatozoideo, también llamado, por disimular,
monárquico, y ofreciendo de frente, sin titubeo ni carraspeo alguno, con
convencimiento, la alternativa republicana. Yo no sé si lo veré, pero deseo que
el alumno S sea un digno hijo de la República.
sábado, 1 de julio de 2017
Vida laboral
Una voz neutra,
preñada de colores muertos,
cansina o hija del hastío,
siempre educada:
“Hernández, hágame el favor,
revise minuciosamente
estos expedientes,
cuente las as, las ces,
las jotas y las kas.
Aísle las mayúsculas,
tienen ínfulas.
Reclúyalas en círculos rojos
de castigo”.
El perfecto trabajo sin latido
para el trabajador sin vocación,
creyente en la obediencia autómata
de ocho a tres,
oficiante presto a aletargar sus razones,
y su corazón raído,
en el altar solitario del asentimiento gris.
Bartleby contracorriente…
yo sí habría preferido hacerlo.
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