Gracias, Jaime Gil de Biedma
Como todos los poetas,
revolucionarios y jóvenes,
(quién imagina,
sangre lenta y espesa,
un poeta viejo)
cargado de iconografía soviética,
aguerridas barbas cubanas
y el superpoder
de las ideas más morales
que los siglos contemplaran,
fluyendo por barrancos,
acechando en degolladas
o en heroicas acciones urbanas
incursionando
Mesa y López o Triana,
vine a llevarme por delante
el palacio,
fachada reluciente y alma desvencijada,
de los reyes godos
con sus bailarines burgueses
y sus custodios de la porra,
siempre desclasada mesnada.
Como todos los poetas jóvenes
que no lograron el triunfo de la derrota,
reaccionarios y viejos,
acabé, imbécil el ademán,
ligero el paso,
animal de digestiones inverosímiles,
devorando, eructo de sueños,
toda la quincalla.