Fue tremendamente criticado Pablo Iglesias por proponerse, en su
momento, como vicepresidente de un hipotético gobierno de coalición de
izquierdas. Desde el punto de vista aritmético la propuesta parecía bastante
irreprochable. Si 5.500.000 votos le otorgan al PSOE el derecho a la presidencia
del gobierno, los 5.200.000 votos de Podemos le sitúan como fuerza candidata a
la vicepresidencia, que además, parece bastante razonable que sea asumida por
el líder de la formación que, los datos cantan, quedo a tan escasa distancia.
Por eso me decepcionó Pablo “renunciando”, ante la polvareda
mediática, si él era el obstáculo para la conformación de un gobierno. Preguntémonos
si habría sido lícita una exigencia inversa de Podemos que cuestionara la opción
presidencial de Sánchez. Alguien me objetará que el gobierno lo designa libremente
el presidente investido por el Congreso. Esa es la formalidad constitucional y
la realidad a la que te aproximas si tienes mayoría absoluta, o bien la bordeas
pudiendo negociar apoyos puntuales con pequeños grupos. Pero en un gobierno
cuasi paritario, por razón del peso de los votos, parece elemental que se
discuta el número de puestos de cada formación en el Consejo de Ministros y quién
los va a desempeñar.
Los sillones, la idea primigenia, el motor de arranque de este texto
en mi mente, no son elemento baladí, ni ese ente maléfico que transforma el
candor callejero en maldad de covachuela. “Iglesias busca el sillón” bramó la
apabullante derecha mediática, mostrándonos ufana que la nueva política
(concepto absurdo, típico del diccionario progre) emula a la vieja. El sillón
se nos presenta como una doble metáfora del ansia de poder enfermiza y, en
paralelo, del acomodamiento del individuo, del deseo de medra personal, de
ingresar a la denostada casta.
Teniendo claro que los sillones más poderosos son invisibles o al
menos, curiosamente, no son asociados con el enorme poder que detentan, pues
son los dueños de ingentes cantidades de capital, no dudo de la importancia de
los sillones desde los que se ejercen cargos públicos de primer nivel, y de la
legitimidad de querer ocuparlos para intentar cambiar políticas regresivas por
otras que favorezcan la vida de las clases populares.
Sánchez Gordillo ha combinado perfectamente el sillón de alcalde de
Marinaleda, desde el que seguramente a firmado cientos de documentos que han contribuido
al bienestar de su municipio, con el activismo social y sindical más
reivindicativo (hoy estaba en una marcha del SAT por la libertad de José Bódalo).
Y, aspecto colindante, lleva más de 30 años instalado, por sus vecinos, en el
sillón. Esto refuerza mi oposición a limitar los mandatos de los cargos públicos,
siendo por añadidura, esta petición, en un país monárquico, casi una burla. Pienso
que los líderes deben ser jubilados por el pueblo, verazmente informado (lucha
colosal), si lo cree conveniente. Además, quién va a votar ostenta la condición
de adulto, digno de hacer frente a las consecuencias de sentar a una persona sin
escrúpulos, a veces reiteradamente, en un sillón oficial.
Sí. El desacreditado sillón, que no chupa las almas, sino las revela
(y eso es una virtud), también es necesario para mejorar la sociedad. Ojalá la
izquierda transformadora tuviera la fuerza popular que la llevara a ocupar
muchos más sillones. Sillones que aumentan su valor si hay una calle fuerte, lo
que sólo se consigue con un elemento básico que quizás mueva a la sonrisa: la
movilización de las mentes inertes. Ésa que empieza por el enfado, por el odio
(concepto cuya descontextualización y criminalización interesa a los poderosos)
a la injusticia y a tantas lacras que azotan a la humanidad. Un odio que agite
la calle y quiera cambiar una realidad llena de desigualdades atroces (un ejemplo que no me resisto a citar pues me dejo asombrado y asqueado: la única
maquina de radioterapia de Uganda, país de 37 millones de habitantes, se estropeó
definitivamente, después de reiteradas reparaciones, y cambiarla cuesta un millón
y medio de euros para los que el hospital de Kampala busca financiación. Son
optimistas: parece que habrá una nueva para el año que viene). Desigualdades
que, más pronto que tarde, necesitan el sillón, sea para legislar o, en el buen
sentido, para ejecutar (las leyes, claro).
Podemos y en particular Pablo Iglesias están siendo criticados cuando no insultados ,descalificados , despreciados etc etc desde su aparición hace 2 años . Imagínese usted si ahora mismo , hoy mismo , después de haber renunciado a la vicepresidencia aún PSOE y Ciudadanos le esta acusando de querer solo sillones , imagínese lo que dirían sino lo hubiera hecho . Pero todo esto se hubiera podido cambiar si ese " buen chico " como le dicen algunos , de Alberto Garzón hubiera ido con Podemos a las elecciones y los 5.500.000 de votos del PSOE serian la tercera fuerza porque Podemos con Garzón hubieran podido tener por lo menos la mitad de los de IU y tendría Podemos 5.700.000 .
ResponderEliminarUna observación: quién no ha querido la confluencia con IU es Podemos. Garzón, aunque hay sectores en IU contrarios, apostaba por la unidad.
EliminarSi las elecciones se repiten me parecería casi un delito que ambas fuerzas no hicieran un esfuerzo por presentar una candidatura conjunta, pues no creo que sus diferencias programáticas sean insalvables. Y el rédito en escaños de la unión, habiendo circunscripciones provinciales, puede acercar la posibilidad, nada desdeñable, de superar al PSOE, que lleva 40 años hegemonizando el supuesto campo de la izquierda. Un saludo
Mire ,IU ya " nació " para intensar salvar al PCE y el resultado a la vista esta . Podemos ha hecho muy bien en no " confluir " con IU para que esta se salve , ademas IU últimamente tenia " algún asuntillo " de corrupción , ademas el comunismo es este país ahora ya no tiene demasiada utilidad para la mayoría de los ciudadanos y Garzón si realmente pensaba que con Podemos, el y parte de su gente podían hacer un bien a muchos ciudadanos , a mi entender debería de haberse " olvidado " de la siglas y propiciar el cambio que este país necesita YA . Las ocasiones importantes pasan solo en muy pocas ocasiones y no se deben despreciar . Un cordial saludo
Eliminar