sábado, 11 de febrero de 2023

Un globo, dos globos, tres globos…

Con un artilugio similar a un globo aerostático China ha tenido la osadía de penetrar el cielo más sacrosanto del planeta. El cielo del alguacil al que no le gusta ser alguacilado. El cielo de aquellos que desde mediados del siglo XIX se creen portadores de un Destino Manifiesto que les permite actuar en cualquier lugar del planeta sin límite fronterizo alguno. Imagino cuantos cielos de tantos países atacados por EEUU habrían deseado la liviandad, el aura pacífica de un gran globo blanco antes que el sonido atronador de los casi invisibles cazas o de misiles aproximándose y estallando en sus ciudades. Suerte tuvieron decenas de miles en Hiroshima y Nagasaki de no ver perfilarse lentamente, antes de volatilizarse, un atroz globo blanco en el cielo. Dichosos aquellos a los que ni siquiera dio tiempo de ver a los mucho más pequeños Little Boy o Fat Man. Otros orientales, creo que retornamos con fuerza al tiempo del peligro amarillo, los vietnamitas, incluso  tenían el privilegio, no del silencioso globo, sino de oír la wagneriana Cabalgata de la Valquirias (eso es una guerra cultural y no las chorradas actuales) a la par que el Napalm o el Agente Naranja les arrancaba piel, vidas, sustento y les sembraba por decenios enfermedades. Yugoslavos, afganos, iraquíes o libios habrían ofrecido sus presentes al Dios Globo con sumo gusto antes de ser devastados por oleadas de civilizatorios ataques aéreos. No nos engañemos, aquí casi todo el mundo es soberano hasta que EEUU decide lo contrario. Aún recuerdo (sí, construimos parte de nuestros recuerdos) como le solicitaron a Pakistán la extradición de esa creación de EEUU llamada Osama Bin Laden por ser el supuesto  instigador del turbio ataque a las Torres Gemelas, que, tengámoslo en cuenta, fue una acción interna pues todos los aviones implicados despegaron del propio territorio estadounidense. Si fueran coherentes deberían haberse autobombardeado. Bin Laden fue liquidado sin la más mínima protesta del país avasallado, tratado como un ente de soberanía limitada como la que tiene la Unión Europea, circunstancia que cada vez queda más evidente a la luz del conflicto entre Ucrania y Rusia que es una ocasión de negocio para EEUU y de crisis para sus sumisos socios europeos. Por eso nunca crean demasiado en esas idioteces del derecho internacional y no sé cuántas pamplinas más. Todo derecho internacional, en mayor o menor medida, acaba teniendo el sustento de su poder en la “punta del fusil” y su potencia de fuego. Y no solo en el derecho internacional, en el seno de cualquier país cuando la lucha por el gobierno dirime o cuestiona el poder de clase también aparece en bastantes ocasiones el dictamen de las armas. El Tribunal Internacional de La Haya, creado en 1946 por la ONU para resolver litigios entre estados nunca pasará de ser un ente de fuerza moral que no tiene mecanismos para hacer cumplir sus resoluciones. En 1984 esa corte indicó a EEUU que abandonara su intromisión en Nicaragua condenándole a pagar compensaciones que, por supuesto, nunca abonó. Encima EEUU actúa con cinismo: como violar los derechos humanos en nuestro territorio, se autoconvencen, queda poco estético siendo los adalides de la libertad (bueno, que se lo digan al negro sin piernas y en silla de ruedas que fue asesinado a tiros por blandir un cuchillo), muchos prisioneros capturados en Afganistán fueron llevados a Guantánamo, esa enorme base de 117 kilometros cuadrados, tamaño superior al del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, que EEUU mantiene en territorio cubano contra la voluntad del gobierno revolucionario. Los cubanos tienen un globazo incrustado y sin fecha de caducidad. No obstante, estos falsarios son capaces de indignarse por un globo que, hablando ya sin ironías,  me parece, por sus dimensiones y lentitud, un pésimo espía si no yerro al pensar que uno de los primeros mandamientos del espionaje es el desapercibimiento del ente espiador.

Desapercibimiento fue lo que intentó el policía que se infiltró en varios movimientos sociales libertarios de Barcelona. Esta noticia ha tenido básicamente dos enfoques. Está el enfoque esencial: en base a qué una organización que no está catalogada como terrorista o narcotraficante o que no realiza algún otro tipo de actividad legalmente punible, que contemple la posibilidad de infiltrar a un agente, tiene que soportar que la policía la investigue presuponiéndole actividades delincuenciales. Creo no errar si digo que las investigaciones prospectivas (no hay ningún elemento sospechoso pero yo te husmeo que quizás algo encuentro) están prohibidas. Un tema de este tipo tendría que ser investigado por el propio Ministerio del Interior y no resolverse por su parte otorgándole al infiltrado el premio económico de un puesto en una embajada extranjera. Eso sí, mi sorpresa es nula pues en este país sabemos que hay poderes intocables y bajo elogio mediático constante como el ejército, la policía o la judicatura. Este asunto ha tenido una derivada, casi con mayor protagonismo, que es la sexual. El policía en cuestión, como parte de su infiltración tuvo relaciones íntimas con ocho mujeres. Cinco de ellas han decidido denunciarlo por abusos sexuales, por engañarlas y hacerlas tener sexo pensando que era otra persona, no un madero con el que, según ellas, jamás habrían tenido una relación íntima que va más allá de compartir unas birras o una asamblea o los porros que el poli en cuestión solía ofrecerles. No sé si podría ser tipificado el asunto como abuso sexual (sí es interesante explicar que Kate Wilson, una activista inglesa que vivió una situación similar en su país, denunció y fue indemnizada) pero sí tengo claro algo, cuando tú intimas con una persona no solo te planteas su aspecto físico sino también sueles buscar otro tipo de empatías. Entiendo que, recordando el título de una película, a las denunciantes tal vez les duele pensar que han estado durmiendo con su enemigo. Si a alguien le parece que la terminología enemigo es excesiva, debo decirle que se equivoca. Cuando el estado te pone bajo vigilancia política eso es lo que te considera: el enemigo. Y ante esa clasificación ese estado estimará pertinente incluso meterse en tu cama y conocer tus intimidades, tus alegrías y tus pesares. Dentro del tema sexual se produce un enfoque añadido. Los machistas repugnantes y fascistas que expresan consideraciones del tipo: “habría que darle ocho medallas por acostarse con esas tipas” o alardean de lo que es un macho español. Estos individuos (e individuas, que algunas hay) son hijos ideológicos de un tipo que apestó la Tierra de palabra y acción llamado Gonzalo Queipo de Llano: “nuestros valientes regulares y legionarios han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos  sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. En el fondo, la esencia del pensamiento del militarote fascista de hace 80 años y la del facha de hoy que se considera un demócrata es la misma: si eres una libertina que predica el amor libre no tienes derecho a quejarte de que el estado mediante un funcionario decida sacarte información en la cama ¿abusando? de tu confianza. El fascismo se adapta, se desprende de correajes o de uniformes (al menos en estos tiempos, aunque en Ucrania está desinhibiéndose), pero su esencia pútrida pervive en mucha gente acrítica que siempre ha venerado el poder y se ha enfrentado con dureza a quienes han luchado por lograr avances sociales. 

Otro globo, uno que nunca se desinfla, al que se inyecta incluso el aire público que todos respiramos, es el de la Banca. En 2022, periodo de incertidumbre económica, ha tenido, con casi 21.000 millones de euros, los mayores beneficios de su historia. Aún así quiere recurrir el impuesto extraordinario planteado por el gobierno en noviembre pasado. Recuerdo al desmemoriado que el rescate bancario supuso a las arcas públicas más de 60.000 millones de euros no recuperados. Ahora se avecina otro posible conflicto por el tema de topar las hipotecas planteado por Unidas Podemos en el seno de la coalición gubernamental. Mientras esto sucede, mientras cada vez más banqueros ingresan más de un millón de euros al año en un país donde el salario medio anual es 36 veces menor, o sea, 27.570 euros brutos, la tropa del PP y VOX cuestiona la subida del salario mínimo mensual de 1.000 a 1.080 euros. También reprueba este aumento la patronal CEOE que ha acordado para este año con su presidente, Garamendi, un salario bruto de 380.000 euros anuales que suponen la mefistofélica cifra de 31.666 euros mensuales.

Mediáticamente hay globos muy inflados y otros como el del periodista Pablo González, detenido en Polonia por espionaje, que malamente alzan el vuelo pues casi no les llega el aire. Es el tributo que pagas al no ser encarcelado por aquellos que no aceptan la soberanía ilimitada de los yanquis, el denominado eje del mal integrado por Rusia, China, Cuba, Venezuela, Irán, Nicaragua, Corea del Norte y algún otro descarriado. Pablo González lleva detenido casi un año, desde el 28 de febrero del 2022. Su abogado aún desconoce las acusaciones concretas y en los grandes medios, esos que si el territorio de la detención fuera alguno de los países arriba enumerados lo tendrían permanentemente en el top, hablan de él muy de vez en cuando y con una cautela carente de la fanfarria estridente que siempre aparece cuando la supuesta tropelía se comete entre los insumisos al Imperio.

domingo, 5 de febrero de 2023

Como un animal

Surgido de la profundidad de los tiempos

Entre el pozo de las tripas

Y la volatilidad del latido

Mísero trofeo

Me arrastra la depresión

Desde decenios

Entre la clarividencia y la ceguera

Presa soy.