Quizás fuera buen título para el aria final de una ópera decimonónica.
Pero no. Esta tragedia, en forma de atentado indiscriminado, es de un siglo XXI que desconozco si será hijo aventajado del siglo XX, ése alumbrador, en suelo
europeo, de dos guerras mundiales que provocaron en conjunto más de setenta
millones de muertos. Hago hincapié en lo del suelo europeo, para poner un poco
de sordina a la estridencia de algunos, siguiendo el símil operístico, tenores
huecos de la comunicación. Éstos proclaman la existencia de unos valores europeos
atemporales, llegando quizás a creer que los europeísimos Hitler, Mussolini o
Franco, fueron hijos del las llanuras asiáticas o de la junglas o desiertos
africanos. Superioridad moral, la justa. Sobretodo cuando la sangre del
desarrollo industrial de Europa fueron las materias primas y el trabajo, en
condiciones de plena o semiesclavitud, de poblaciones enteras que “disfrutaron”
a los civilizadores europeos.
La soprano imposible ha sido Federica Mogherini, Alta Representante de
la Unión Europea para Asuntos Exteriores, que incapaz de contener las lágrimas,
tuvo que suspender una rueda de prensa que, con motivo de los atentados de
Bruselas, estaba dando en Jordania. Alta emotividad de la señora Mogherini. Y,
entendiéndola, la censuro. Imagino que esos ataques suicidas (aquí, el factor
humano del desapego por la propia vida es un grave problema, pues no atentas al
modo occidental, experimentado por Afganistán, Iraq, Libia o la propia Siria, desde
aviones a miles de metros de altura y miles de kilómetros del corazón de Europa.
Por cierto, países musulmanes atacados, en apenas 15 años, por países
predominantemente cristianos. ¿Nos sorprende, entonces, que pueda existir una
cierta facilidad para activar en muchas mentes, turbios intereses aparte, mecanismos
de odio?), al producirse en un espacio tan reconocible para ella, la han
impactado de un modo especial. En la intimidad, cada uno llora con libertad los
muertos que más cercanos siente, aunque tengo claro que el dolor intenso es el
de los parientes y amigos de cada uno de los asesinados. El resto, paisanos o
conciudadanos, padecen el estremecimiento de la vulnerabilidad. Pero cuando eres
una elevadísima representante europea que, además, está en Jordania, pequeño país
fronterizo con Siria, escenario, con entre 200 y 300 mil muertos, de la mayor carnicería de los
últimos años, que acoge 650.000 refugiados, mientras la Unión Europea, ese
territorio de 500 millones de habitantes del que tú, Federica, eres
representante, se pelea por el reparto de menos de 200 mil refugiados (0.04% de
la población de la UE), tu cargo, aunque sea por un cierto pudor, debe pesar más
que tus legítimos sentimientos personales. Si no, además de ser, va a parecer
que hay víctimas de primera y víctimas de segunda categoría. Y ya sabemos, voceros hay que lo repiten hasta la saciedad, que la democracia, en esencia, es cuestión de formas.
Menos lagrimas , menos discursos , menos sedes , menos políticos , menos funcionarios , menos gastos inútiles y MAS pero mucho mas sentido común , mas inteligencia , mas efectividad , respeto al ser humano , ! basta ya de tanta hipocresía , de tantos vividores !
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