Tres personas, con muy distinta dimensión mediática, y por diferentes
razones, se reúnen en este texto, convocados por una extraña asociación de mi
mente con un mítico título del espagueti western: Jorge, José Manuel y Brahim.
Los dos primeros con un rol bastante definido, y el tercero, con el papel más
lacerante: el del ignorado.
Jorge es el Papa Francisco. El líder de la Iglesia católica, que ha
visitado la isla de Lesbos, donde se hacinan en un centro de detención varios
miles de persones que huyeron de la guerra en Siria, ha ido con su papel de
autoridad moral que denuncia el sufrimiento de miles de refugiados que son
rechazados por Europa. Perdonen mi escepticismo, pero, en principio, nada
excepcional en su rol de hombre bueno, de hombre de paz que se desplaza al
lugar de la vergüenza y afea al gigante europeo, de más de 500 millones de
habitantes, su racanería e inhumanidad con los más de 100.000 refugiados que
tocan a su puerta. Insisto, nada novedoso, es lo que le tocaba hacer. Pero ha
ido más allá de las palabras. Ha aplicado el famoso refrán que expresa, en
lógica actitud preventiva y con algo de brutalidad, una cierta sospecha sobre
la posibilidad de la ausencia al otro lado de la oración: “A Dios rogando, y
con el mazo dando”. Así, se ha llevado a su microestado absoluto a doce
refugiados, entre ellos seis niños (los niños siempre aportan un plus de
bondad, o de horror, claro). Y el retorcido que habita en mí no puede dejar de
preguntarse cuál habrá sido el criterio de selección seguido para acceder desde
el infierno lesbiano (perdonen la humorada) al cielo vaticano. Buscando otra
perspectiva, es evidente, en el acto caritativo, el tránsito del tirón de
orejas verbal al hecho simbólico reprobatorio. Hasta ahí tolerable. Pero que
tenga cuidado el hombre bueno Bergoglio si va uno o varios pasos más allá. Los
que dio el obispo Helder Cámara: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron
santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista”.
José Manuel es Soria. Mi paisano. El habitante de las míticas Islas
Afortunadas que buscaba, en familia, otras ínsulas o tierras de allende los
mares, de mejor y más opaca fortuna. El individuo cuyo fenecimiento político se
celebró ayer entre los sectores de izquierdas de Canarias poniendo a enfriar el
cava, como si se tratara, y no en la frustración de la cama, de una segunda
muerte de Franco. Place ver al altivo dirigente pepero, apodado por el
periodista Pepe Alemán, con reminiscencia de telenovela sudamericana, como el
macho Soria, balbuceando y haciendo gala de desmemorias inverosímiles, más
propias de un mindundi, que de un tipo que ha controlado su partido en Canarias
con mano férrea. Tengo curiosidad, si hay nuevas elecciones el 26 de junio, por
ver como afecta al voto del PP en este archipiélago la defenestración del
ministro que autorizó, contra el clamor generalizado en la calle, las
prospecciones petrolíferas de Repsol. Por otra parte es curioso, y algo
providencial, como un individuo que en algún momento se consideró, en formato
alto, un doble del bajito Aznar, ha servido también para tapar, o al menos
poner sordina mediática a otro escándalo: que un ex presidente del gobierno
español haya recibido una multa de 70.000 euros por irregularidades fiscales. Es
intolerable que un favorecido, con amplitud, de la fortuna económica que es
ajena a la inmensa mayoría de una población con amplios sectores muy castigados
por la crisis, que sabe, obviando las consideraciones éticas, que su condición
de antiguo presidente le abre, como a cualquier ex alto cargo de la política,
puertas importantísimas a lugares exclusivos y muy bien remunerados, busque
triquiñuelas para no pagar al fisco lo que le corresponde.
Brahim Faika es el ignorado. El intruso entre el Papa Bondadoso y el
Ministro Villano con Presidente al fondo. El hombre que tuvo la desgracia de no
ser de Venezuela, esa Siberia tropical a la que peregrinan los medios
informativos hispanos en busca de los presos políticos más míticos del planeta,
y de la que nos llegan sus familiares a recoger honores. Él era un simple preso
saharaui que ha muerto en el hospital tras ser detenido el 1 de abril, sufrir
torturas, y declararse en huelga de hambre. El suceso afecta a un pequeño pueblo
que fue entregado, hace ya 40 años, por una dictadura asesina, en un acto de
cobardía siniestro, a otra dictadura asesina. Brahim no abrirá ningún
informativo, ni su familia será recibida por las instituciones españolas con
honores. Parafraseando un documental sobre el fallido golpe de estado a Hugo Chávez
en abril de 2002, ni su muerte ni la agonía de su pueblo, serán televisadas.
Gracias por tu artículo. Un homenáje a los Nadie que diría Galeano, a aquellos a los muchos de nosotros siempre mantendremos en nuestro corazón, en nuestra memoria de todos aquellos que se han mantenido firmes en sus principios, en sus convicciones a pesar de la adversidad, dándonos el ejemplo del camino a seguir y que, como diría Brecht, "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".
ResponderEliminarPuesto en la web de UCR.
¿Brahim Faika o Brahim Saika como le llaman en los medios?