domingo, 29 de octubre de 2017
Fotos que revelan
La foto es magnífica porque nos demuestra, en su compadreo, lo que es el régimen borbónico español. Cuando Iceta, exaltado y angustiado, solicitaba hace un año a Pedro que nos librara de las garras del PP solo hacía su papel, puro teatro para mantenernos engañados en la ficción de que cuando votamos decidimos algo. Y no, aquí deciden los jefes de los alegres empleados de la foto, los grandes poderes oligárquicos que usan su "papeleta de oro" económica. Y cuando alguien osa apartarse del guión, cayendo en la imprudencia de creerse la milonga democrática de que nosotros decidimos, más allá de que nos permitan expresarnos libremente (sé independentista pero no trabajes por la independencia, por ejemplo) enfada a los amos y recibe su castigo.
viernes, 20 de octubre de 2017
Los presos de Mariano (y Pedro)
Lo he dicho en alguna ocasión y lo reitero, desde mi punto de
vista hay un tipo de nacionalismo que es oprobioso: el imperialista. Ese
nacionalismo que, pongamos que hablo del gran país que habita Joaquín Sabina (pobres
quiénes moran pequeños países humildes que, siguiendo el poema de León Felipe nunca
tuvieron una casa solariega), celebra como fiesta nacional una invasión
sangrienta de otros pueblos disfrazada de descubrimiento.
Este tipo de nacionalismo, que es el español, lleno de una ofensividad
que genera cantos tan hermosos como el “a por ellos”, incomparable loa a la
fraternidad, ha tratado al presidente Nicolás Maduro y anteriormente a Hugo Chávez,
con todo tipo de lindezas despectivas. “Conductor de autobuses” (guagüero decimos
en Canarias), se ha espetado al primero desde una visión aristocrática, con la
intención de menospreciarlo en base a lo que consideran una insuficiente preparación
académica que lo invalidaría para el cargo. “Gorila rojo” era el calificativo usado
contra Chávez para intentar rebajar a la categoría de vulgar militarote a quién
ya es un revolucionario fundamental en la historia de América Latina. Un revolucionario
bajo cuyo nombre la izquierda venezolana sigue ganando elecciones: la última el
domingo 15 de octubre obteniendo la victoria en 18 de las 23 gobernaciones en
disputa.
Las esferas del poder en el estado español siempre hablan del régimen
de Maduro y de los presos políticos de Maduro (antes lo eran de Chávez). Ante
ese machaqueo muchos españoles están convencidos de que en Venezuela no hay
jueces o, si los hay, son simples marionetas.
Esos mismos entes, en cambio, alardean de una independencia
judicial, la española, cada día más en entredicho. El 12 de octubre el
periodista Arsenio Escolar escribió en twitter, tras el besamanos ante el nieto
político de Franco, que en los corrillos se especulaba conque el lunes 16 irían
a la cárcel al menos dos de las cuatro personas llamadas a declarar a la
Audiencia Nacional por un hipotético delito de sedición. Lo clavó. Cuixart y Sánchez llevan ya varios días en la cárcel. Hay nuevos presos políticos en el estado
español. Sí, presos políticos, señores del PSOE y demás gente de alma cándida o
cínica. Es reduccionista considerar preso político a aquel que solo lo es por
lo que piensa o expresa. Están en la cárcel por su acción, guste o no bastante
exitosa, conducente al logro de sus objetivos políticos, no personales.
Digo que hay nuevos presos políticos porque recuerdo a Aisha Hernández
Rodríguez, en Canarias, a Alfon, en Madrid o a los tres jóvenes de Altsasu, ya
casi un año en prisión provisional por ver convertido en delito de terrorismo
una riña de bar con guardias civiles. Ahora entran al trullo los llamados Jordis, máximos
representantes de algo que ha caracterizado, e incluso singularizado, al
movimiento independentista catalán: su absoluto compromiso con la no violencia.
Del 1 de octubre al día en que escribo, apenas 20 días, ha generado más
violencia el unionismo trufado de grupos fascistas que seis años de
movilizaciones independentistas.
Sabemos que ningún juez deja su ideología en casa cuando se pone
la toga. No pocas decisiones, incluso de gran relevancia, se toman con votos
particulares que expresan una posición contraria al fallo. Y se supone que
todos los jueces están aplicando los mismos códigos. Si todo fuera mera técnica
judicial, una simple tarea de cuadrar el articulado legal, las sentencias se
redactarían solas tras, con el programa adecuado, introducir en un ordenador
los datos pertinentes. Si los grandes medios de comunicación españoles fueran
coherentes, esos que defienden a Leopoldo López como paradigma del preso político
(yo no le niego esa condición) estando condenado por incitación a una violencia
que causo 43 muertos en 2013, tendrían que asumir que las dos personas que han
liderado un movimiento pacífico en Cataluña también lo son.
Lo peor del asunto, y aquí quizás me aparto un poco de la intención
original del texto, es que la posible independencia de Cataluña “brilla, fija y
da esplendor” (siguiendo el lema de la unionista Academia de la Lengua) en
amplios sectores de la sociedad española su huero concepto de patria. Me
impresionó un whatsapp en el que se habla, con el colofón de una ristra de
banderitas monárquicas, de que, secuestrado Puigdemont bajo amenaza de ser quemado
vivo, los patriotas hispanos educados en el ¡vivan las caenas! aportan,
gustosamente, combustible, madera y mecheros suficientes para quemar al govern
completo.
No, no todas las banderas son iguales, ni todos los delitos de
odio tampoco lo son. Al menos para la injusticia española.
sábado, 14 de octubre de 2017
Entre la mofa y el silencio del Parlem
Desde diferentes ámbitos, no olvidemos el famoso Parlem, se le
solicitó al govern catalán que no hiciera una DUI en aras de no cerrar todas
las vías de diálogo con el gobierno español. El 10 de octubre en sede
parlamentaria Puigdemont declaró la República Catalana y la dejó en suspenso a
los pocos segundos para favorecer una hipotética negociación. A los 15 o 20
minutos recibo en mi whatsapp una imagen donde se ve un bebé boca abajo con la
cara del president y el pañal cagado. Más o menos al mismo tiempo me llega otro
de mi hijo que me dice: el profesor (de la facultad de Ciencias Jurídicas) ha
comentado que Puigdemont ha dado marcha atrás. Las primeras conclusiones o
lecturas de los unionistas sobre lo ocurrido tienen un cierto recochineo:
victoria, el infiel a la indivisible patria hispana se ha asustado. Tanto,
suelta el chisposo fascistilla de turno, que la única empresa que quiere
desembarcar en Cataluña, cuando todas cambian sus domicilios sociales, es la de
dodots. No lo pueden evitar. Les sale por los poros esa chulería repugnante tan
propia de la mentalidad de derechas española (criada con diferentes dosis de heroicas
conquistas de América, fundacionales Reyes Católicos y un fascismo sanguinario
que dominó el estado español durante 40 años y nunca fue derrotado). Da lo
mismo que la persona que te haga llegar el whatsapp se autocalifique de izquierdas,
el PSOE también lo hace, es una mentalidad, esa sí, preñada del peor
nacionalismo existente: aquel que tiene vocación imperialista, de dominio de
otros territorios. Precisamente el que vimos campar el 12 de octubre, triste
día de la fiesta nacional española que conmemora el inicio de la masacre que se
llevó a cabo sobre el continente americano, por mucho que le disguste a algún
teórico sobre imperialismos creadores y destructores y a los defensores de la
perfidia de la Leyenda Negra. En un vídeo de Sociedad Civil Catalana, la más
importante entidad unionista de Cataluña, en el que salen una serie de niños
libres de todo adoctrinamiento, se llega a decir que España es un gran país que
dominó cinco continentes. Puro alarde imperialista que obvia el sufrimiento que
dicho dominio supuso sobre la población originaria. Y no se pretende reescribir
la historia, pero tengamos claro que ha dejado muchas más cicatrices sobre la piel
del planeta el nacionalismo imperialista y su rapiña que las fronteras.
Creó mofa en las redes que Anna Gabriel dijera en el pleno del
Parlament lo siguiente: “somos independentistas sin fronteras”. Que es lo mismo
que decir que somos patriotas sin fronteras. Desde mi perspectiva no es tan
difícil de entender: hacía referencia a que ellos sí tienen verdadera vocación
internacionalista, de apoyo a las causas justas de cualquier pueblo en
cualquier lugar del mundo. Ese es el verdadero internacionalismo de izquierdas:
el que intenta ayudar a cada pueblo a ser, libre de engolamientos y cantos
vacíos, una patria decorosa y justa para la gente que la habita. Nunca es
internacionalismo esa bobada de algunas personas de cartera llena que te
espetan: “yo soy ciudadano del mundo”. Pues claro. El dinero, ese gran
internacionalista, es el sésamo del cuento que volatiliza las concertinas y
abre las fronteras. Las que necesitan una patria, en el sentido que a ese
término le da un pueblo tan solidario como el cubano, que ahora conmemora el 50
aniversario del asesinato por el imperialismo de ese patriota e
internacionalista llamado Ernesto Guevara, son las personas más humildes del
planeta. Son esas patrias las que tienen banderas cargadas de un significado
concreto, real, y no enseñas vacías que anclan su razón de ser en miserables
glorias e injusticias. Por esa razón, no es lo mismo la bandera republicana que
la monárquica, aunque el aguilucho lo hayan guardado. Y por esa misma razón, en
cualquier lucha social para conservar o ganar derechos es una bandera extraña,
inexistente porque la inmensa mayoría de las personas que la sacan a pasear son
patriotas falsos, gente ajena a cualquier tipo de lucha o compromiso social que
no sea celebrar una victoria deportiva o arengar a una tropa invasora.
Acabo volviendo al inicio, al Parlem o Hablemos que se movilizó a
fines de la pasada semana con importantes dirigentes del PSOE en su seno a los
que nunca se me ocurriría tachar de oportunitas. Es curioso el silencio que
mantienen esas buenas personas después del gesto dialogante de Puigdemont. Lo dije
en su momento: podría ser una estrategia blanda para parar la DUI. Espero que
me desmientan saliendo a la calle para solicitar al gobierno que no use el 155
y se siente a negociar sin condiciones. ¿Cómo? ¿Qué hay que negociar en el
marco de la Constitución? A ver si me dicen los sacerdotes del nuevo libro
sagrado en que artículo se recoge el diálogo que llevaron a cabo los señores
González, Aznar y Zapatero con la organización (ex)armada ETA. El problema,
sospecho, es que la acción del movimiento independentista catalán, pacífico y con
cero víctimas mortales, es potencialmente mucho más sangrante para el estado
español que la ya fenecida acción de ETA.
lunes, 9 de octubre de 2017
Del Parlem al palo o del blanco al rojigualda
Ante la posibilidad de que tras la celebración, en condiciones
heroicas, del referéndum que según el gobierno español nunca se iba a celebrar,
se declare la independencia por parte del Parlament, ateniéndose al mandato
recibido por más del 90% de los votantes, se dibujan dos líneas de respuesta o
de disuasión. Ambas se movilizaron el sábado y el domingo en las calles del estado
español y de la propia Cataluña.
La línea que podríamos catalogar como blanda, es la que se expresó
el sábado ante muchos ayuntamientos: gente vestida de blanco (color vinculado a
la paz ¿y a la rendición?) reunida bajo una advocación, una fe a la que nadie,
al menos de dientes afuera, le hace ascos: el ya famoso “Parlem” o “Hablamos”.
Si algo gusta a casi todo el mundo es catalogarse de dialogante. Desde entes
gigantescos y apabullantes como el Gobierno de EEUU hasta microorganismos como
un profesor mindundi con tics autoritarios, cualquier bicho racional ha dicho
alguna vez: “hablando se entiende la gente”. Y parece que tras decirlo has
crecido, aunque sea moralmente, un par de centímetros. Obviaré, no es el
asunto, que hablando también se desentiende mucho la gente y que, al menos en
el diálogo sobre un conflicto político, siempre están sobre la mesa, ajenos a
la mayor o menor entidad de las razones expuestas por cada parte dialogante,
los poderes materiales, los instrumentos coercitivos que puede emplear cada una
de las partes citadas.
Parlem es lo que llamaríamos, los que tenemos una cierta mala uva,
una iniciativa buenista, que quizás sea necesaria, pero a mí acude, con hebras
de maldad, una pregunta que mancha la pureza del planteamiento: ¿hablar de qué?
Es lo esencial. ¿Cuál es la cancha, qué superficie tiene el terreno en el que
van a contender los sujetos dialogantes? ¿Las Tablas de la Ley Constitucional?
Para que el diálogo no esté condenado de antemano al fracaso
absoluto tiene que partir de la realidad existente, no del marco inflexible que
establece una constitución, cuando en una zona del territorio actual del estado
español, Cataluña, se ha desbordado por buena parte de la población el marco
constitucional votando en unas condiciones de acoso policial pocas veces vistas
en el planeta. A esa fuerza que representan los dos millones de síes obtenidos
en medio de la adversidad no los eliminas declarando la votación ilegal. El
centro de toda negociación, más allá del Parlem etéreo, solo puede ser una
consulta vinculante en la que aparezca el término independencia.
La línea dura se expresó el domingo en Cataluña con la masiva
manifestación en la que Vargas Llosa (que apoyó en su momento a Ollanta Humala,
líder del Partido Nacionalista Peruano), flirteando con la estupidez, expresaba
su rechazo total a los nacionalismos ante una masa enfervorizada de
nacionalistas españoles. Esa línea dura dejó claro que su única línea de
negociación es el reclamo más coreado: “Puigdemont a prisión”. Algo hemos
avanzado, pues la hipotética rima podría permitir ir un paso más allá en el
castigo solicitado. Paso que hoy ha dado el impagable (por andar siempre sin
careta, a fascismo descubierto) Pablo Casado augurándole a Puigdemont el fin
que tuvo Lluis Companys. En este lunes de resaca españolista, henchidos los
corazones, el
catalán de bien que diría otro descaretado como Albiol, exiliado
en el Madrid de Aguirre, Albert Boadella, ha declarado: “El estado debe aplicar
(en lo que sería una actuación pedagógica, según él) un electroshock legal, y
si es necesario, militar”. Aparte de su necesidad de epatar con cada palabra
que sale de su boquita, se apunta a la vía Companys como marco de resolución
del conflicto.
Entre las dos líneas, haciéndose casi un nudo, un PSOE que se
viste de blanco el sábado solicitando mucho e inconcreto Parlem y que el
domingo se manifiesta de rojigualda en Barcelona sin la presencia de un Iceta
que manda a actores secundarios para no verse contaminado por los saludos
fascistas que salpimentaron la manifestación unionista. Como guinda, el discurso
de un miembro de la vieja guardia socialista, Borrell, que define las fronteras
como “cicatrices que la historia ha dejado en la piel de la Tierra”. Todos los
movimientos de liberación que surgieron en África, en Asia o en América dejaron
la piel de la tierra llena de cicatrices. Tenían que haber protegido la piel
tersa de sus imperios manteniéndose sumisos en vez de empeñarse en guerras que
causaron, sí, enormes cicatrices sobre todo en su propia población. Sí, ya sé
que alguien me dirá que no hablamos de territorios colonizados, que cuando la
URSS y Yugoslavia saltaron en multitud de estados independientes Borrell y
todos los internacionalistas de nuevo cuño del PSOE y sus intelectuales progres
adláteres, andaban mesándose los cabellos por las esquinas.
En homenaje a todos los neointernacionalistas termino transcribiendo
aquí el artículo 10 de la Constitución de 1812, cuando la nación española aún intentaba
mantener, aunque fuera a sangre y fuego, un planeta libre de cicatrices:
“Art. 10. El territorio español comprende
en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias,
Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia,
Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla
y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de
África. En la América septentrional: Nueva España con la Nueva-Galicia y
península de Yucatán, Guatemala, provincias internas de Oriente, provincias
internas de Occidente, isla de Cuba con las dos Floridas, la parte española de
la isla de Santo Domingo y la isla de Puerto Rico con las demás adyacentes a
éstas y al continente en uno y otro mar. En la América meridional, la Nueva
Granada, Venezuela, el Perú, Chile, provincias del Río de la Plata, y todas
las islas adyacentes en el mar Pacífico y en el Atlántico. En el Asia, las
islas Filipinas, y las que dependen de su gobierno”.
Defendamos el
imperio mundial de los plutócratas, que se cree un gran consejo de
administración mundial y que caigan definitivamente, todas las caretas.