En la nueva Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana podrán multarse con hasta 30.000 euros las ofensas o injurias a España.
Por ir poniendo las cosas es su sitio. La cantidad arriba citada supone 46 mensualidades del salario mínimo o dos años y medio del sueldo de un mileurista. No olvidemos que hablamos de la ofensa a un ente abstracto, no de causar daño a una persona o a un bien material. Si yo mañana me compro en el chino de la esquina una bandera española, de esas que proliferan cuando se acerca un europeo o un mundial de fútbol, y la quemo en la plaza del barrio, no causaré daño a
ningún bien común ni al asombrado viandante. Yo pagaré
de mi bolsillo la bandera y el mechero. Coste cero para el erario público. Mi acto de desdén (hipotético) por España (o por Canarias o Cataluña o por cualquier otra comunidad) me lo sufragaré enterito. A los que argumentan que "la libertad de uno acaba donde empieza la del otro" (libertad que la mayoría de las veces tiene la dimensión de la riqueza del individuo) les aclaro que no obligaré, palabra, a ningún vecino a corearme o aplaudirme por mi acto. Los aplausos y los pitos serán tan libres como mi acto. Tampoco, lo prometo, pondré en la bandera el nombre del vecino, monárquico, del quinto, por aquello de los daños morales a las personas, dimensión del ser humano (la moral) que a mí me parece respetable, siempre y cuando la trayectoria de la persona en cuestión la merezca. Insisto, ni ofenderé ni vejaré ni laminaré a nadie con una personalidad concreta. Seré yo y mi enfado, simbólicamente destructor, con la España que representa la bandera bicolor. El enfadito de marras, cuando se apruebe la ley, puede salir, como demuestro más arriba, muy caro teniendo en cuenta los parámetros salariales y los niveles de paro en los que nos movemos. Sé que para muchas personas los símbolos son importantes. Quién lea este blog sabe de mi querencia por la roja (la bandera) y la tricolor, pero no creo que quién ultraje alguna de las citadas me infrinja mí o a todos los que nos sentimos representados por ellas un daño tan irreparable que merezca sanción alguna. Además, me parece mucho más ofensivo para España o cualquier otro territorio, que una persona sea desahuciada, desalojada de su casa por quedarse sin trabajo y no poder pagar la hipoteca (impedir un desahucio también será castigado), que una familia se vaya a la cama sin cenar, que haya que procesionar para recaudar alimentos, que haya pensionistas que "seleccionen" los medicamentos y encima tengan que amparar a sus hijos, que el PP tenga una contabilidad B, que el PP y el PSOE decidieran, con agosticidad, reformar la constitución para entronizar, por encima del bienestar público, la deuda.
Todo lo antedicho me parece mucho más ofensivo que la cremación telar que, en un arrebato de patriotismo (¿o quizás matriotismo?), llevaré a cabo mañana.